Mérida mantuvo sus sentimientos al filo de la desesperación, se sintió confundida por un segundo, ¿acaso su cuerpo estaba tan mal?
Sintió su garganta apretar, y como su cuerpo empezaba a tener espasmos de temblor, todo a su alrededor la mareaba, y empezaba a perder el equilibrio. Sabía lo que se avecinaba, el ataque ansioso en su pecho era inevitable, y sentía como la desesperación nublaba sus sentidos. Su pecho subía y bajaba agitadamente, sus piernas perdieron la fuerza y la tumbaron en el piso, sostuvo su garganta en un desesperado intento de tomar algo de aire, pero parecía inútil. Su cabeza proyecto imagines que sabía eran irreales, pero que de igual forma la asustaron, sentía la sangre correr rápidamente por sus venas y como su corazón palpitaba en frenesí que creía indetenible, de pronto la puerta enfrente se abrió y vio cómo su primo la tomaba delicadamente, pero su cerebro estaba en defensa y empezó a golpearlo con desespero, temiendo que la dañara. Gritaba para ahuyentar al tipo pero solo lograba hacerse daño, rascaba sus piernas en un intento de quitarse las invisibles manos que la manoseaban, Mérida estaba en el trance más oscuro que su mente la podía sumergir, y la única persona que lograba calmarla ya no estaba para hacerlo. Su corazón palpitaba tan rápido que su cuerpo lo detuvo desfalleciendo antes de que muriera.
Los padres de Mariano escucharon los desesperados gritos al fin, y en cuanto subieron quedaron perplejos ante lo que veían, su sobrina gritaba y lloraba desesperadamente, mientras lastimaba toda su carne, veían como rascaba con furia sus piernas y ascendía a su cuello en un intento de zafarse de una ente que la lastimaba, una que no veían o que su sobrina imaginaba, se acercaron rápidamente cuando vieron a su hijo intentando ayudarla, pero que solo conseguía hundirla más . Sintieron perderla cuando de un momento a otro su cuerpo se relajó cayendo inerte en los brazos de su hijo.
Mariano y su madre se miraron asustados y sin comprender lo que había presenciado. En cambio Roberto la tomaba en brazos con fuerza y caminó rumbo a la habitación de una inconsciente Mérida. Mariano lo siguió demandando secretamente una respuesta a lo que había pasado, su padre la dejo en la cama, busco por todo el lugar algo que su esposa e hijo no entendían, ambos lo miraban inquietos y confusos cuando del baño tomo navajillas para el aseo y salía de la habitación dejándolo a ellos dos sin decir una sola palabra.
Su esposa enfadada le demandó:
- ¿Qué demonios acaba de pasar Roberto, que es todo esto?
Su esposo no se detuvo y algo triste les dijo:
- Bajemos, hay cosas importantes de la que se deben enterar antes de vuelvan a suceder.
Mariano siguió a sus padres sin decir nada, estaba intrigado, pero más preocupado por su prima que se encontraba sola en su habitación, su pecho se había encogido cuando la había visto de aquella forma, perdida y a la defensiva de un atacante imaginario, de camino a la cocina había formulado una pequeña conclusión, alguien le había hecho un daño irreparable a esa chica.
- Mérida está enferma, tiene un tipo de trastorno ansioso, lo que acaban de ver solo es uno de sus habituales ataques… sé que es difícil, pero ahora que su madre no está hay que ayudarla, Rosa era la única capaz de controlarla sin salir lastimada también, Mérida ha luchado con esto desde que es tan solo una niña, y con los años ha crecido... como les dije antes sin su madre debemos encontrar una forma en la que descubra un control nuevamente. Pero sé que será muy difícil, tenemos que estar unidos.- miró a su hijo con autoridad y le dijo – lo quiero más de ti, sé que no te agrada, mucho pero al menos intenta no mirarla o desafiarla. –
El asintió cabizbajo, sin pronunciar palabra.
- Pero… ¿por qué has tomado las cuchillas?- su esposa pregunto confundida.
- Temo que se haga daño, Rosa me conto hace unos años que intento cortarse o defenderse, no recuerdo.
- Pero… que ha provocado que Mérida padezca este… trastorno? – su esposo asintió.
- No lo sé amor, Rosa nunca me menciono nada de eso, siempre que lo intentaba, ella cambiaba el tema.
Mariano se retiró sin decir nada, sentía un apretón en el pecho doloroso, nunca imaginó que algo tan fuerte pasaba con su prima todo el tiempo. Subió las escaleras lentamente, formulándose miles de preguntas; ¿había sido abusada?, o tal vez había presenciado un asesinato. Su cabeza divagaba en miles de posibilidades alrededor de la condición de su prima. Sin darse cuenta se encontró entrando en su habitación viéndola dormir plácidamente, como si una tormenta nunca hubiera pasado. Vio su figura detenidamente en el camisón de ceda que la envolvía, pequeño y ajustado a su cuerpo, miro su anatomía esta vez detalladamente, como se ajustaba en la zona de sus pechos y como el camisón se había subido dejando desnudas sus caderas; un cuerpo sensual, regordete y para su gusto perfecto, noto unas alargadas marcas en sus piernas sin descifrarlas se acercó más para poder comprenderlas y entonces recordó las palabras de su padre “Rosa me conto hace unos años que intento cortarse “ suspiró agotado y lastimado al ver sus bellas piernas obstruidas por marcas de cortes.
Se acercó y toco levemente una de sus piernas sintiendo el realce de las cicatrices y como su cuerpo reacciono tan rápidamente a ese ligero tacto tan suave. Se recostó en la cama con ella temiendo que despertara e intentara hacerse daño.