¡Dios! Tus besos eran lo mejor, me hacían despegar de este mundo y dejarme instalada en las nubes. Hacías temblar mis piernas, me brindabas una de las mejores sensaciones que he podido conocer. Simplemente, exquisitos eran.
Por eso te agradezco, gracias por regalarme ese detalle de tu parte. Ponerle tanto empeño en nublar mi mente y dejarme esos cosquilleos en mi piel que me enloquecían.
Pero ¿sabes algo? Ya entiendo el porqué de esas emociones, de lo única que me hacían sentir. No eras tú el causante de todo esto, no, no era así... Mis reacciones resultaban ser de ese modo, porque al único chico que besé fuiste tú, y hoy me di cuenta que hay otros que besan igual o mucho mejor.
O eso quería hacerme creer.