Condenados por el dolor

Capítulo IV

Baje del auto y deslice la capucha a mi cabeza intentando tapar mi rostro, cuelgo el bolso en mi hombro izquierdo y me encamine a un callejón que se encontraba entre dos fábricas abandonadas.

Una vez dentro la oscuridad invadía el lugar, el olor a basura, mugre y pesado podrido invadía todo el lugar.
El silencio era sepulcral y a medida que avanzaba se podía escuchar mis pasos retumbando sobre algunos cargos de agua, saqué mi móvil y prendí la linterna para intentar no tropezar con nada pero no fue necesario ya que unos potentes faroles bancos me cargaron de inmediato.

Un auto estaba estába estacionado frente a mi a tan solo unos metros, instintivamente coloque mis manos frente a mis ojos intentando apaciguar la luz que llegaban directamente a mi cara.

- ¡Vengo de parte del jefe! – dije lo suficientemente fuertes para que me escucharán mientas tenia mi la cabeza agachada.

- Veo que hay una novata – Escuché decir a un hombre que no logré ver ya que el lugar se encontraba oscuro.

- Traje el bolso – un hombre de mas o menos 1.90 salió a la luz dejando ver su rostro el cual estaba cubierto de cicatrices.
Mostraba una sonrisa espeluznante que deba ver sus dientes amarillos que de seguro estaban a punto de pudrirse.

- Lanza la mochila – ordeno, sin rechistar lanza el bolso hacia su dirección.

El hombre la atrapo en el aire y comenzó a revisarla sacando paquetes rectangulares blancos de ella. Una vez convencido de que contenía todo volvió al automóvil perdiéndose en la oscuridad.

Después de un rato salio con un Mochila en la mano lo puso en el suelo y con un leve empujón con el pie hizo que el maletín se arrastrara hasta mis pies.

- 200.000 justos, ni un centavo menos ni un centavo mas – dijo el hombre entrando al auto, apago los focos y con velocidad desapareció, dejándome dentro de ese callejón mal oliente, un poco aturdida por todo lo que estaba sucediendo levante la mochila del suelo y me la puse en la hombre y camine por donde había llegado

Al ver el auto de Nathan corrí a él y me monte lo mas rápido que puede y una vez dentro pude sentir levemente la seguridad de estar en un espacio cerrado. Respire profundamente en busca de relajación, puse sentir la mano de Danna que acaricio mi hombro desde la parte trasera.

- Lo hiciste bien para ser tu primera vez – dijo Nathan mientras encendía el auto para volver a la casa. – El señor te aceptara sin problema

- ¿Como sera la próxima vez? ¿Enserio me enseñaran a utilizar el arma? – Pregunte un tanto nerviosa

- El jefe se llama Stephen – dijo Camila desde el asiento de atrás

Una vez llegamos, los chicos me acompañaron al despacho del "jefe" para entregar el maletín. Caminamos por un largo pasillo que al final había una puerta custodiada de dos gigantes gorilas, me acerque a la puerta, pero un gran cuerpo tapo mi camino.

- Si quieres seguir con esto será necesario – Dijo Danna desde la parte de atrás.
Miraba el maletín que reposaba sobre mis piernas y no podía creer lo que había llegado a hacer por dinero.

En unos minutos ya nos encontrábamos en la misma casa desprolija y mal cuidada.
Hicimos el mismo camino que el mismo día y llegamos a la puerta de jefe, el guardia solo asintió con la cabeza al vernos toco la puerta con los nudillos y habría la puerta.
El mismo hombre de camisa e imponente postura se encontraba sentado detrás de un pequeño escritorio haciendo unas cuantas anotaciones en una libreta.

Me acerqué lentamente a él y él no levantaba la mirada de lo que estaba escribiendo
- Señor –  dije con voz baja – Ya terminé la entrego

deje el bolso en el suelo y me quedé parada en el mi lugar analizando cualquier movimiento que el hacia, a él no le pareció importarle ya que seguía escribiendo como si mi presencia no fuera importante.
Después de unos momentos levantó la cabeza y me miró. Ahora nos encontrábamos un poco más cerca y pude apreciar con más detalle aquellos ojos que tenían unos evidentes rasgos asiáticos y aquellas pupilas negras.

- Déjalo aquí – dijo palmeando un lado del escritorio con nuestros dedos caminé hacia el y dejé el bolso donde él había dicho.

Habla el bolso y de El taco alrededor de 20 fajos de dinero y las comenzó a contar rápidamente al parecer te veía que tenía periencia en esto yo que no tomo tanto tiempo, de uno de ellos sacó unos cuántos billetes y me los extendió.

- Hiciste bien al parecer por ahora son unos $15.000, buenas noches – sin más que decir volvió a lo que estaba haciendo

Me quedé unos minutos parada al frente del contemplando la situación me pareció un poco descabellado lo que estaba pasando había conseguido $15000 en una noche.

- ¿Algo más? – su voz misa que me sacó de aquellos pensamientos.

- No señor, nada mas – Di media vuelta y camine hacia la puerta y antes de irme volví a escuchar.

- Recuerda cómprate una máscara.

- Si señor.

 

••• — •••

 

Caminaba por los pasillos del hospital ya había pagado la hospitalización de mi madre.
Aún me alcanzaba para comenzar la nueva quimio pero podría seguir en el hospital siendo monitoreada por profesionales lo cual eso me hacía estar más tranquila.

Quería la habitación de mi madre la cual me la encontré plácidamente dormida, gracias al dinero que había ganado esta noche pude comprarle unas flores en la tienda de regalos así que la coloque sobre la mesa de un lado, se que le hará muy feliz verlas, a ella siempre le encantan las rosas.

Me sentía un lado de ella y acariciar su cabeza.
Me encontraba cansada, tenía frío y mis zapatos se encontraban llenas de barro y mojadas, si alguien llegara a verme en este momento estoy segura que podrían haber creído que dormía en las calles ya que mi ropa no se veía desteñida y al haber estado bajo la lluvia está se encontraba mojada, no pude evitar pensar que ya hacía años que ya no me compra ropa decente.



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En el texto hay: amor juvenil, romanace, amor.

Editado: 23.03.2022

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