Tharir
FEBRERO.
Tres semanas en este infierno.
No me dejan salir.
Vomito todo el día.
Tengo pesadillas en la noche.
Siento frío todo el tiempo y tiemblo mucho.
No tengo derecho a visitas.
Mi cuello está completamente rojo por toda la picazón que me da.
No puedo hablar con nadie.
Recuerdo ese día como si fuera ayer.
Quiero salir de aquí, no quiero estar aquí. No me gusta este lugar.
Quiero irme, por favor.
MARZO.
Hoy por fin me dejaron salir al patio y luego me regresaron a mi habitación por patearle la entrepierna a un chico que me molestaba.
Han pasado dos semanas desde el incidente y me dejaron mandarle un mensaje de correo a mi papá. Le puse que me saludara a mi abuela, a mis amigos y al sin neuronas. Todavía estoy molesta con todos ellos, pero un parte de mi los entiende. Quieren lo mejor para mí.
Sigo vomitando mucho.
Las pesadillas no se van.
Lo extraño mucho.
ABRIL.
Empecé asistir a la terapia de grupo, todos cuentas sus historias deprimidas, me pregunto como lo hacen, porque yo no soy capaz de hablarlo con nadie.
He comido mejor.
Mi cuello ya está normal, no hay picazón.
Sigo vomitando, pero ya no como las primera veces.
Por cierto, ya cumplí dieciocho, y Tara me envió un oso, solo que no me lo dejaron tener en mi habitación.
Aún quiero irme de aquí.
MAYO.
Mis amigos ya están graduados y yo no.
Me siento sola.
Volví un recaer.
Me dejaron ir al patio y el chico de la vez pasada me dio un sobre de coca.
No lo acepte.
Pero si el enfermero no hubiera llegado en ese instante yo la hubiera inhalado. No ha servido para nada los meses que llevo aquí, sigo siendo la maldita cocainómana.
Extraño a mi familia.
JUNIO.
Vi a mi abuela, ella ya está mejor, aunque su mirada esta triste por verme aquí. Le prometí que mejoraría.
Y lo haré.
JULIO.
Plantee un árbol.
Este mes no quiero escribir.
AGOSTO.
Conocí a una chico, su nombre es Javi, también era cocainómano como yo. Ahora es mi único amigo aquí, a él también le gustan las motos.
Ya soy libre de caminar por el patio, de escoger mi propia comida, ya puedo hacer llamadas, quiero hablarle a una persona en especial. Pero qué tal si no me contesta.
No me quiero hacer teóricas locas en mi cabeza, así que solo le hablo a mi papá.
Si puede que mi relación con Parker esté mejorando muchísimo, es un gran hombre y ahora entiendo porque mi mamá se enamoró perdidamente de él. Puedo decir con orgullo que quiero a ese señor, ojalá la vida no hubiera sido tan ojete conmigo, pude haber crecido con mi padre, pero así fueron las cosas.
Ni modo.
SEPTIEMBRE.
Javi no estaba también como creía, él sonreía y se veía feliz, pero no era así.
Tuvo una recaída hace unos días, golpeó a un oficial que le pasaba la droga y como ese día no se la dio perdió el control.
Me hizo recordar a mis primeros días en los que gritaba que me dieran una dosis, en los que golpeaba a los enfermeros. Realmente no quería estar aquí, detestaba este lugar y ahora estoy cómoda aquí, sé que intentan ayudarme.
OCTUBRE.
Me hicieron verme en un ataúd, vi mi propio reflejo y sé que no quiero verme en ese lugar. No quiero repetir el pasado de mi mamá.
Honestamente se me salió un mar de lágrimas, fue horrible, realmente creí verme en ese ataúd.
Hoy por fin hablé en grupo sobre mi problema, sobre mi pasado con el novio de mi mamá y como empezó mi consumo por las drogas.
Nadie me juzgó.
Ahora me doy cuenta de que no soy la única que ha sufrido, todos han conducido su dolor de una manera diferente, yo lo hice a través de las drogas.
Ya no quiero eso para mí.
Tampoco quiero que alguien más entre en ese camino. Quiero que sepan que hay una salida, aunque este muy lejos estoy segura de que ustedes también la encontraran para volver a ser felices.
NOVIEMBRE.
Hablé con Tara después de meses, me contó que su relación con Zacarias es magnífica y por primera vez le dije que la quería. Me doy cuenta de la falta que me hace la perico. Entro a una universidad prestigiosa, estudia psicología, también me dijo que se animó a ir al segundo paso en su relación. Mis amigos ya viven juntos.
Me dijo también que visitó a David en la prisión, lo condenaron a quince años, me sentí mal porque el me salvo una vez, aunque eso haya significado acabar con mi vida de otra manera.
No me atreví a preguntarle por el sin neuronas. No quiero que me diga que él ya está con alguien, que ya me olvido, no quiero saberlo. Tal vez me dijo que me esperaría, pero han pasado demasiados meses desde que lo vi.
Ella tampoco tocó el tema, solo me envió saludo de parte de Ian y sus padres.
DICIEMBRE.
Estoy completamente limpia, ya no hay ninguna toxina en mi cuerpo. Limpia.
Me abrazo a mí misma sintiéndome orgullosa de todo lo que hecho en estos meses.
Lo logre, pero todavía me faltan más pasos.
Tengo que sanar mis heridas internas, tengo que sobrellevar el dolor y dejarme de sentir culpable.