Desperté frente al ordenador después de aquel sueño. Sabía que ya estaba en el segundo día, por lo que no tenía tiempo de cuestionar el porqué de mi “habilidad”.
La comparación de neumáticos por Internet no había dado frutos, no podía seguir perdiendo el tiempo con esta única prueba, debía ir en busca de más, pero ¿Por dónde continuar? Fue entonces que decidí investigar sobre el “Asesino M” en Internet, para encontrar algún tipo de señal sobre qué hacer.
Encontré una página en la que había una lista, una especie en forma de homenaje a las víctimas del asesino en los últimos años. Cada una de ellas tenía su dirección por si se quería enviar condolencias en forma de apoyo económico, quizá; decidí registrar la lista en mi celular y comenzar a indagar desde la última víctima.
Tomé un taxi para dirigirme a la casa de la última víctima, Zaira Mejía. Sabía que tenía que llegar con todo el respeto posible, sin embargo, no tenía idea de qué decir ni preguntar, ni siquiera sabía que información era la que quería obtener; tendría que dejar que la conversación fluyera en ese momento.
Al llegar al lugar toqué el timbre al lado de la puerta. Estaba en una zona muy alejada a la mía; era, al parecer, de gente “con dinero” y eso me asustaba un poco, pero este no era momento de pensar en esas cosas.
- ¿Sí?, ¿Qué necesita muchacho? – Comentó una señora de arrugas y canas notorias por la puerta entreabierto que tenía seguro de cadena sobre ella.
- Quisiera preguntarle unas cosas sobre…el caso de Zaira Mejía. Quisiera ver si podría pas…
- Aléjese de aquí joven, déjeme en paz, adiós.
- ¡Mi mejor amiga fue secuestrada anoche por la misma persona que secuestró a Zaira! - La puerta se mantuvo cerrada mientras decía aquella frase. – Por favor...se lo suplico.
La puerta se abrió lentamente mientras la señora me indicaba con su delicada mano que quería que pasara a la sala.
Al entrar note que era una residencia realmente bella, no tenía nada que ver con mi casa de “gente promedio”, era sin duda uno de los lugares más hermosos en los que había estado en toda mi vida.
Me senté en uno de los sillones de la sala, no sin antes esperar a que ella se sentara primero.
- Dime muchacho, ¿Qué quieres saber sobre mi nieta?
- Quisiera saber los detalles sobre el secuestro de Zaira, dónde fue, cómo ocurrió, si había testigos, algún indicio de a dónde fue llevada, donde apareció, quisiera saber algo que me ayudara a saber en dónde está mi amiga.
- Ya veo – la abuela de Zaira se retiró sus grandes lentes rojos indicando que quería contar todo lo que sabía – Zaira era la mejor nieta que cualquier abuela quisiera tener, su madre falleció durante el parto y el padre nunca se hizo responsable, por lo que yo era lo único que ella tenía. El sentimiento era recíproco.
Logré notar que su voz se ponía cada vez más frágil, como si estuviera ahogando sus lágrimas desarrollando un gran nudo en la garganta.
- Supe que algo malo le había pasado a Zaira después de que no llegó una noche a casa, dijo que iría al cine con su novio. Él me comentó que nunca llegó, pensó que lo había dejado plantado… imaginarás la sorpresa de los dos al saber que Zaira si salió de la casa en la noche, pero nunca regresó. Pasaron meses llenos de preocupación mientras la policía investigaba, sin embargo, no obtuvieron ninguna pista más que encontrar después de un año el cuerpo de mi nieta tirado en un basurero cerca de aquí. En ese momento mi vida se apagó.
Los ojos de la señora comenzaron a derramar aquellas lágrimas que su corazón no podía contener más.
- Tome - le acerqué suavemente unos pañuelos que estaban en mi bolsillo.
- Muchas gracias muchacho – tomó frágilmente los pañuelos que le ofrecí – lamento no poder darte pistas de en dónde puede estar tu amiga, este asesino ha hecho tan bien su “trabajo” que no lo han podido atrapar. Solamente te deseo la mejor de las suertes en tu investigación; espero puedas hacerlo pagar por lo que hizo.
Sostuve suavemente la mano de la señora mientras le mostraba mi agradecimiento con la mirada.
Al salir de la ahí me di cuenta que no estaba más cerca de encontrar a Elizabeth, así que decidí ir a la casa de la siguiente chica, Camila Yaggue, sin duda era un apellido un poco inusual. Tomé un taxi para dirigirme a una nueva localización.
Al llegar a la casa de Camila noté que estaba un poco descuidada, la diferencia con la residencia de Zaira era notoria. Toqué la puerta de manera educada, pero ni siquiera había terminado de tocar cuando me abrió un señor con camiseta blanca manchada de cerveza y boxers rojos.
- ¿Qué rayos quieres?
- Disculpe señor quisiera preguntarle sobre el caso de Camila…
- ¿Acaso estás jugando a ser detective muchacho? – Respondió sarcásticamente el señor a mi petición.
- Estoy investigando porque mi mejor amiga fue secuestrada ayer en la noche, así que le pido, no, le ruego que me ayude en mi investigación - el señor se quedó callado observándome fijamente, pero no tardó mucho en comprender la situación en la que estaba. – Bien, ¿qué quieres saber muchacho?
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Editado: 09.10.2020