Confesano - Confesiones oscuras de un adolescente

CAPITULO 1 - DANDO VUELTAS COMO LOCO

En una noche muy oscura, sin luz de luna. Las calles están ligeramente iluminadas. Casi por caer la medianoche en la ciudad de Lima se inicia una llovizna y un joven de contextura delgada vestido con ropas holgadas y coloridas saca temeroso su celular para revisar un mensaje: "Eduardo, te estamos buscando. Donde estas?". Asustado guarda el equipo sin responder, la lluvia se vuelve más intensa y Eduardo (17) se coloca la capucha para evitar mojarse;  va caminando a paso rapido, su corazón se acelera; mira en varias direcciones y no ve automóviles circulando por la cuadra 8 del Jirón Manuel Candamo en el distrito de Lince. No se ven personas transitando alrededor.

Despues de unos segundos en dirección a Eduardo como un relámpago furibundo un auto con lunas polarizadas dobla la esquina. El joven rápidamente cambia su rumbo y dobla a la derecha entrando en un pasaje, y como si su vida dependiera de ello corre muy veloz llegando a la puerta de su casa; a tropezones logra abrir la gran puerta de madera y dentro cierra con mucha prisa. 

Apoyándose de espalda a la puerta trata de recuperar el aliento buscando respirar con normalidad. La estructura de la casona es antigua, de un solo piso, con un techo muy alto que está hecho de madera sellada con barro y paja. 

En ese momento desde una de las habitaciones que están al fondo del recinto se escucha la voz de Martha un poco adormitada.

- ¿Eduardo?... ¿Eres tu hijo?

- Si mamá, no te preocupes.

- En el microondas te deje tu comida para que te la calientes. Yo estoy muy cansada, hoy trabaje demasiado.

- Ok Ma... - responde aburrido de lo mismo - Ya lo vi.

Eduardo no hace caso a lo que le dijo su madre y se va de frente a su pequeña habitación que esta ubicada antes de llegar a la Martha. Al entrar en su recamara que como de costumbre esta desordenada, solo esta alumbrada con la luz que ingresa desde la calle filtrandose por una pequeña ventana deteriorada.

El muchacho un poco preocupado y nervioso da vueltas y vueltas.  Muy impaciente revisa varias veces su celular como esperando una llamada importante. 

Luego de unos minutos se lanza en su cama boca arriba mirando el techo para tratar de relajarse, deja su pequeño celular en una mesita que tiene al lado de su cama, en ella se deja entrever bajo varios papeles desordenados una pequeña lámpara tallada en forma de un jugador de futbol.

- ¿Ahora qué hago?... ¿Ya es más de la medianoche?... ¿Me avisarán o no?... ¿Debo esconderme?... o mejor me quedo aquí tranquilo como si nada hubiera pasado... ¿Qué hago, qué hago?...

En ese momento entra una llamada a su celular, él lo coge con mucho temor, pero al ver el nombre y la foto que aparece en su celular se tranquiliza un poco y contesta.

- Hola Yuli

- Hola Edu como estas, te estuve mensajeando y llamando hace horas pero no me contestabas. Estoy preocupada. ¿Paso algo?

- No Yuli, todo está bien, estate tranquila. Lo que pasa es que estuve jugando una pichanguita de fulbito con la gente del barrio y no vi el celular todo el día.

- Bueno, está bien. ¿Mañana si nos veremos, verdad amor?

- Claro que sí. De verdad Yuli todo está tranqui. Más bien, ya te corto porque necesito jatear.

- Ok mi amor descansa bien, Te amo.

- Ya esta bien. Bye.

Después de colgar la llamada y de tantos cuestionamientos por el estrés del momento Eduardo se queda dormido en su cama sin quitarse la ropa de calle. 

Súbitamente comienzan a tocar la puerta de la casa y el adolescente medio adormitado despierta; se sienta al borde de su cama y después de un momento reacciona asustado.

 - ¿Quién está tocando a estas horas?... ¿Serán ellos?... ¿Ahora qué hago? ¿Qué hago? 

Eduardo sale de su cuarto y recorre lentamente el pasadizo para no despertar a su mamá, pero al parecer Martha está profundamente dormida y no escucha el estruendo de la puerta. 

Nuevamente tocan un poco más fuerte desde el exterior de forma mas impaciente, el joven se acerca a la puerta y gira la manija pero solo entre abre la puerta; ve a dos personas pero no las reconoce por la poca iluminación que proviene del callejón y aún asustado habla desde el interior.

- Si… ¿Qué desean?

- ¿Se encuentra Eduardo Ganosa Vidal?

 - Si, si… – ­­Eduardo muy temeroso dice – Yo soy… ¿Qué... Qué desean?

- Somos el Mayor Fernández y el Mayor Pacheco de la Policía y tenemos una orden de arresto en su contra. Salga por su cuenta y no nos obligue a usar la fuerza.

Eduardo queda en shock por un momento, los policías intentan abrir la puerta por completo para poder sacarlo detenido pero el adolescente reacciona e intenta cerrar la puerta para que no ingresen; los oficiales comienzan a empujar con más fuerza y logran su cometido. 

Eduardo por la fuerza del impacto cae de espaldas y entre los gritos y empellones la policía logra contenerlo a la fuerza. La señora Martha se levanta, y muy asustada increpa a los policías intentando quitarle a su hijo de sus manos.



#22181 en Otros
#6566 en Relatos cortos
#9365 en Thriller
#5292 en Misterio

En el texto hay: jovenes, policias, sacerdote

Editado: 20.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.