Al día siguiente, Injae despertó en su cuarto del instituto, se levantó por la bulla que oía por los corredores y bajó al comedor grande. Cuando entró, los murmullos se detuvieron y varios voltearon a verla, ella siguió caminando desconcertada hasta que Félix la sorprendió tomándola del brazo para caminar con ella hacia el otro extremo del salón.
—Yohan despertó —susurró.
— ¿Qué? ¿Cuándo?
—Anoche mientras dormías.
— ¿Gerard lo sabe? —Preguntó angustiada.
— ¿Gerard? ¡Todo el instituto lo sabe!
Injae miró a su alrededor como las miradas seguían en ambos.
— ¿Y Yurim lo sabe?
Félix se mantuvo callado y por eso Injae volteó a verlo.
— ¿Qué?
—Está en la enfermería.
La chica arqueó sus cejas y entreabrió sus labios, luego la otra puerta del salón se abrió azotándose. Gerard estaba entrando apurado para atravesar el comedor e ir a las habitaciones, pero se detuvo cuando vio a Injae con Félix en medio del lugar.
“¡Señorita Venator!”
—Estás jodida —le murmuró Félix.
—Creo que ya nací jodida —comentó nerviosa—. ¿Dónde está Yohan?, ¿sigue en la morgue? —Preguntó apurada—. Iré con él más tarde.
—Injae, no…
Injae caminó sola hasta Gerard quien la agarró del brazo para llevarla a su oficina. Los integrantes del grupo caminaban por los pasillos de la casa grande y pasaban por la puerta del estudio del anciano que estaba con Injae.
“¡¿Un vampiro?! ¡¿No pudieron mencionarlo antes!? ¡¿Algo más que deba saber?!”
— ¿Qué está pasando ahí?
—Gerard debe estar furioso con la cazadora original…
Scott estaba llegando a un lugar secreto dentro de los pasillos subterráneos, eran celdas especiales para todo tipo de sobrenaturales y en una de ellas se encontraba Yohan que tenía una puerta cerrada completamente, pero con una pequeña ventana en forma de cuadro en el centro de esta.
— ¿Cómo está ella? —Preguntó cabizbajo cuando vio que entró.
—Está bien, ella solo necesitaba una transfusión de sangre, relájate.
Yohan permaneció en el suelo con sus rodillas levantadas y sus brazos recargados sobre ellos para ocultar su cara.
— ¿Cómo me pides eso? Sobre todo, tú. —Lo vio indignado—. Casi hago que muera… casi mato a tu hermana.
El pelirrojo respiró fuerte y se cruzó de brazos.
—Pero no fue así, te detuviste a tiempo, casi ningún vampiro en transición puede hacer eso, así que gracias por detenerte antes de matar a mi hermana. —Resopló y se llevó sus manos atrás de la espalda—. ¿Cómo lo hiciste?
— ¿Es un interrogatorio o algo así? Creí que vendrías porque te interesaba saber de mí, pero me equivoqué, no te agrado nada y sigues siendo el mismo Scott de siempre.
—Intento salvar tu pellejo —alegó irritado—. Podrían exponerte al sol para que mueras porque atentaste contra la vida de uno de los miembros, aunque así no hayan pasado las cosas… ya sabes cómo son los rumores.
—Cuando me bajaron oí lo que ocurrió con Injae, ¿está bien? —Calmó su mala actitud.
— ¿Crees que eso va a romperla? Hablamos de la chica rúnica, ¿no? La misma que sacó fuego de sus manos —mencionó jocoso.
Dos cazadores entraron y le arrojaron a Yohan una sudadera con capucha.
—Póntela. Gerard te espera en su estudio, no vaya a ser que te vuelvas ceniza antes de que te quiten la marca —expresó despectivo uno—. Ponle las esposas —le ordenó a su acompañante.
—No creo que sean necesarias —intervino Scott.
—Es el protocolo y solo estamos siguiéndolo.
Yohan se levantó para darles sus muñecas y que le pusieran unas esposas ajustadas de madera y extracto de verbena con lo que le quemaban la piel, de manera que estuviera limitado en caso de querer atacar.
—Señor Soler, tome asiento.
Injae se sorprendió al verlo esposado y protestó, pero Gerard le pidió que se fuera sino quería tener más problemas.
—La señorita Evenson ya despertó y rindió su declaración sobre los hechos de anoche —mencionó serio el anciano—, afirmó que no hubo un ataque y que todo fue consensuado por lo que no habrá castigo por ello.
El vampiro bajó su mirada y la puso sobre sus muñecas que tenían la piel roja por la verbena.
—No me sorprende lo que ocurrió, por el contrario, de haber sido usted quien la atacara sí me hubiera sorprendido.
—Va a eliminarme la marca, ¿cuándo será? —Preguntó nervioso.
—Cuando llegue Hermione, ella decidirá ya que resulta que al parecer la inquisidora nunca revisó la solicitud de su traslado y ante el Orkunato, usted sigue siendo miembro de El círculo azul —comentó desconfiado—. Seguro Hermione llegará en la tarde, mientras tanto permanecerá en su celda.
— ¿Mis tíos ya lo saben?
—Hermione supo que falleciste ayer, debió notificarles a tus tíos de tu muerte y supongo que también sobre tu nuevo estado.
—Seguro no vendrán, ni siquiera para menospreciarme —afirmó serio.
—Lo siento mucho, señor Soler. —Aclaró su garganta—. De verdad es una gran pena lo que ocurrió.
El chico asintió con la mirada baja y luego Gerard le hizo señas a sus cazadores que aguardaban para escoltarlo de vuelta.
Yurim despertó en la cama de la enfermería con el suero vacío, inyectado todavía a ella.
— ¿Que idiota deja inyectado un suero vacío? —Protestó al abrir mejor sus ojos.
—Fui yo, lo siento.
El encargado de la enfermería y revisión médica de los miembros de La orden era un hombre joven con barba y una notoria cicatriz en su cuello.
—Debió acabarse mientras le revisaba una herida a uno de tus compañeros.
—Lamento decir que era un idiota, es que no me gustan estos lugares —comentó cabizbaja—. ¿Ya puedo irme?
El médico se acercó para revisar sus heridas viejas y la nueva que Yohan le creó al morderla, luego revisó la dilatación de sus pupilas y tomó su presión arterial.
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Editado: 04.04.2024