No tenía palabras para explicar lo que había sentido en todo el día siguiente a la fiesta agradecía de no haberlo cruzado.
Las preguntas de mis padres no faltaron sobre la fiesta y como había salido todo.
Pero no podía mentirles a la cara que solo decidía ignorarlas. Me prepare para ir al colegio y su auto ya estaba afuera.
Me subí sin mirarlo siquiera era peor que otras veces el silencio que había inundado el auto.
Llegamos al instituto y no veía el momento que detuviese el auto.
—Gracias por lo de Zeus —dijo el pero solo me limite a bajarme del auto.
No quería escucharlo y ni tampoco quería estar cerca de él.
Camine por los pasillos evitando tomar en cuenta las miradas que iban hacia mí. Al entrar al salón distintas miradas y murmullos acompañaron.
—Ay cariño no contestaste mis llamadas me preocupe muchísimo por ti —dijo Lilian a mi lado.
Lilian no tenía la culpa de nada de lo que me había ocurrido, pero tampoco sentía el ánimo suficiente para hablar.
La clase termino y tampoco vi si el había llegado o no solo Sali de allí.
—¡Alto ahí! —Marion se detuvo en frente mío para mirarme directamente a los ojos— en estos mismos momentos nos dirás que fue lo que sucedió. ¡Agradécele a ella que no fuera a tu casa!
Marion señalo a Lilian que también lucia preocupada.
—Nada simplemente él no es alguien con quien se pueda hablar —dije para pasar por su lado directo a la cafetería.
Tome mi bandeja y deje la comida, tome asiento en la misma mesa de siempre.
—¿Estas bien? —estaba cansada de escuchar la misma pregunta.
Mire a Simon fingiendo una sonrisa.
¿Qué iba a decirle?
¿Que el imbécil de Emeric había destruido mi regalo que lo había hecho con tanto aprecio?
—No le digas… —murmuro Lilian a Simon.
La había escuchado justo en ese momento mire a Lilian que parpadeo y luego bajo la cabeza.
—Tiene derecho a saber ella es la que finge estar al lado de ese tipo —Simon se puso más serio y me miro— Emeric se acostó con una chica.
—Pff eso no es algo nuevo —comento Marion dándole una mordida a su manzana.
Otra vez sentía ese malestar en el pecho el mismo que había sentido cuando el había destruido mi regalo.
No podía molestarme algo así yo sabía que el siempre había hecho lo mismo. ¿Pero porque me estaba doliendo esa situación?
Debía pensar en la empresa por la que se habían esforzado mis padres y abuelos.
No quería enamorar a Emeric y mucho menos tener una relación con el.
Me puse de pie dejando la comida en la bandeja tome aire y limpie la única lagrima que había en mi mejilla.
El destino hizo que apareciera en frente mío acompañado de su grupito de amigos.
Un idiota no iba hacerme sentir poca cosa eso no lo iba a permitir.
—Dijo mi padre que le avises al entrenador que hoy faltaras a la práctica —dije mirándolo a los ojos.
Él se quedó inmóvil mirándome sin expresión alguna hasta que luego de unos segundos reacciono.
—¿De qué hablas? No puedo faltar al entrenamiento —me miro con el ceño fruncido como si fuese mi culpa que el tuviera que faltar.
Me cruce de brazos manteniendo mi postura como si lo que el dijese no me importaba en lo absoluto.
—Son tus asuntos así que tu tendrás que explicarle a tu padre —aparte mi mirada— permiso que tengo otras cosas que hacer.
El seguía mirándome con el ceño fruncido tirando odio por sus ojos se corrió de mala manera dejándome el camino libre.
Al salir de la cafetería otra vez a mi mente vino las palabras de mi abuela.
—No debes ser su rival… tienes que ser su aliada —murmure.
Puse mis ojos en blanco y me deslicé por la pared del baño cayendo al suelo.
¿Quién tendría el valor de ser su compañera?
Las horas pasaron hasta que llegó la hora del entrenamiento y teníamos que volver a casa.
Me dirigí hasta su auto y me apoyé en él, Emeric apareció con el ceño fruncido.
Se sentía el enojo que tenía en esos momentos ya que en menos de 5 minutos ya estábamos en casa.
Nuestros padres estaban esperándonos afuera listo para irnos a la empresa. Solo los oía a ellos hablar y eso era algo que no me interesaba en lo absoluto.
Caminamos hacia la oficina y ellos nos dejaron unas tareas por hacer fáciles ya que ninguno tenía conocimiento de administrar empresas.
—Lo importante es que ambos estudiarán en la universidad pero podrán hacerlo rápido —comento Olivier.
Levante mi cabeza y Emeric hizo lo mismo.
No nos habían preguntado que queríamos hacer y eso significaba que tendríamos que seguir haciendo lo que ellos querían.
—Pienso que Elise puede elegir lo que ella quiera y si elige administración de empresas no me molestaría —no podía amar más a mi padre en esos momentos.
Mire a papa que también cruzo miradas conmigo y me sonrío de la misma manera.
—Pero Ignace ¿Cómo manejaran esta empresa sin conocimientos? —dijo algo con molestia el padre de Emeric.
—Pueden hacer cursos y obviamente algo más corto para no absorberles el tiempo para cumplir sus metas y lo que ellos quieran hacer —contesto papá que seguía manteniendo su tranquilidad.
— ¡Eso es absurdo! —Olivier se puso de pie para salir de la oficina.
Los dos salieron dejándonos otra vez solo.
Era molesto que otra vez tuviésemos que obedecerlos y estaba claro quién era el de las ideas más equivocas.
—Estoy harto de esta mierda —murmuro el mientras acomodaba unos papeles.
Me asome hacia la venta mirando hacia afuera, una hermosa vista tenía hacia la ciudad que lo hacía un sitio magnifico.
No quería decepcionar a mis padres y muchos menos fallarles.
El matrimonio era un paso importante para el futuro de aquel lugar.
—Solo quiero llevarme bien contigo —dije tratando de mantenerme fuerte— no quiero casarme, pero quiero que nos llevemos bien…
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Editado: 22.07.2024