Sali de la oficina del tío André, sentía la presión sobre mis hombros, pero cada vez que me sentía abatida pensaba en las palabras de papa.
<<La fortaleza es la clave para poder avanzar y sobre todo la capacidad de resiliencia >>
Tome aire y solté un suspiro, camine hacia la habitación que había compartido los dos últimos meses con mi prima Giulia.
Sentí una fuerte puntada en mi vientre y me metí al baño, me despojé de toda mi ropa y entre a la bañera.
Mi corazon empezó a latir rápidamente pensando en miles de cosas.
Me sorprendía la manera en la que un corazon roto había cambiado tanto.
Había tantas probabilidades, pero no podía afrontarlo, ni siquiera era consciente de ello, solo fue en ese momento exacto cuando el agua comenzó a mezclarse con sangre.
Grandes coágulos de sangre que desaparecían por el agujero que llevaba el agua.
La mala alimentación, el estrés y muchos factores que su ausencia paso desapercibida.
Otra vez sentía mucho enojo y el deseo de venganza se estaba apoderando de mi poco a poco.
¿Era algo bueno o no?
De algo que estaba segura era que ya no existía esa Elise de color rosa, como Marion solía llamarme, ahora era mi corazon escondido y mi mente actuando, respondiendo por mis acciones.
Una vez lista con ropa cómoda y el protector solar que nunca debía faltar, Sali de la casa, el brillante sol sobre mi cabeza que solo la protegía un sobrero de playa.
Camine por un camino marcado con piedras que daba a la salida. Un barrio con muchos lujos sobre la montaña.
Para mi suerte estaban las bicicletas que mis primos y yo solíamos bajar a la ciudad.
Empecé a pedalear dejando que mi cabello largo y rubio volara hacia atrás.
Era la mejor sensación del mundo sentir el viento chocar con tu rostro.
Ni siquiera me percate del momento que había llegado a la ciudad, solo por una mujer que corría detrás de un niño.
—¡Alrik! ¡Ven aquí! —gritaba la chica que se veía muy joven.
<< Mujer de admirar >>
Hasta que de repente un muchacho a pareció corriendo detrás de ella.
—¡Hijo ven aquí! —grito el chico.
Son una familia…
Seguí caminando con la bicicleta a mi lado, las personas que caminaban apuradas por llegar a un sitio y otras que solo disfrutaban de la vista.
Llegue al centro comercial y deje la bicicleta en el lugar de estacionamiento para bicis.
El gran centro comercial y mi pensamiento de que ese sería lo último para concretar la etapa de encontrarme conmigo misma.
Un resultado sorprendente, mucho mejor de lo que esperaba, mi reflejo en el espejo solo me mostraba a mi con el cabello oscuro y mucho más corto.
<< Soy Elise Fontaine >>
Camine a paso seguro y entre a Starbucks.
¿Qué había hecho? Estaba probando cosas nuevas.
Varias personas se encontraban en la fila para hacer sus pedidos.
—Deberías ser más amable con un hombre mayor —dijo una voz a mis espaldas— ¿Eres sorda?
Levante una de mis cejas y gire mi cabeza para observar a la persona que acababa de hablar.
Lo mire rápidamente para comprobar que no era un hombre anciano.
Una mujer que también era bastante mayor me miro con el ceño fruncido.
—Niña, ¿No oíste al señor? —hablo la mujer con descaro.
Abrí mis ojos sorprendida y parpadeé. Volví a mirar hacia adelante al ver que solo habían dos personas, mire una vez más el reloj y hacia veinte minutos llevaba haciendo la fila.
—¿Por qué? —fue lo único que salió de mis labios.
<< No actúes nerviosa Elise >>
—¿Cómo que por qué? ¡Eres una chiquilla mal educada! —exclamo el sujeto con molestia.
—Soy una persona como cualquiera de los de esta fila —dije hablando con tranquilidad.
—¡Soy un hombre que trabaja! ¡Y no tengo tiempo para perder! —dijo el hombre con molestia.
A mi mente vino las horas que pasaba junto a papa leyendo y analizando papeles de la empresa. Incluso el curso que había tomado para aprender algo de finanzas.
¿Y el sujeto se pensaba que por ser un adolescente? ¡Y ser mujer! Debía pasar antes que yo.
—No veo que este en una silla de ruedas y si pudo esperar casi media hora podrá esperar unos minutos más —dije para darme la vuelta.
El señor volvió a decir algo pero ni siquiera me tome el tiempo de escuchar y darle importancia a lo que decía.
Nunca más volvería a dejar que me tratasen de esa forma.
Mama lo había dicho… puedes siempre expresar tu opinión siempre con respeto.
Regrese a casa cuando la noche estaba cayendo, el olor a salsa boloñesa ingreso por mis fosas nasales y el murmullo de la gran familia.
Apenas abrí la puerta un ser de pelos apareció a mis pies, que era perseguido por una pequeña niña.
—¡Icy! —exclamo Ninom— hola Elise.
Mire a Ninom que tenía unos cinco años y hablaba demasiado.
—¿Cómo estas pequeña? —ella me sonrió y señalo mi cabello.
Mi cambio de look…
Me incline quedando en cuclillas a su altura.
—Estas preciosa —dijo mirándome con sus hermosos ojos celestes.
—Gracias hermosa —deposite un beso sobre su frente.
Entramos juntas a la cocina y la gran mesa del comedor estaba repleta de personas.
—Lo siento por llegar tarde —dije mirando con una tímida sonrisa.
Giulia se puso de pie para acercarse hacia a mi.
—Oh… por dios —dijo otra voz a mis espaldas.
Me gire para mirar a Francis que tenía la boca abierta y Giulia que prácticamente no decía ni una palabra.
—Hija por favor deja tomar asiento a tu prima —dijo la tía Simone.
—¿Dónde estuviste? —pregunto Francis cruzándose de brazos.
—Tu tampoco molestes hijo —dijo el tío Charle— toma asiento Elise.
Solté una risita y me senté en el lugar que había entre mis dos primos.
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Editado: 22.07.2024