Confía en Mí

22|| Disputas

—¡Excelente! ¡Bravo! —exclamaron a lo lejos.

Y fue allí donde me vi obligada a volver a la realidad, como si un balde de agua fría me cayese encima.

Me aparte de Emeric con la sensación que había dejado expuestas mis emociones.

—Creo que hacen muy buena pareja de baile —comento mi abuela Adeline.

—¡Ahora a degustar estos deliciosos macarrons! —dijo mi abuela Regine apareciendo con la bandeja.

—¡Oh! ¡Macarrons! —exclamo Emeric contento.

¿Había hecho macarrons específicamente para Emeric? ¿Todos allí sabían que Emeric iría a casa?

Y fue en ese momento donde los malos pensamientos comenzaron a invadirme.

¿Estaban haciendo todo eso por órdenes de mis padres?

¿Nada era sincero?

—¿Sabían que el vendría y ni siquiera pensaron en decírmelo? —dije mirando a mis abuelas con seriedad.

Emeric que tenía un macarron en la boca también me miro sorprendido.

—¿Mis padres también lo sabían? ¿Ellos fueron los de la idea? —volví a preguntar.

El enojo apareció al igual que las ganas de irme de allí.

—No cariño esta mañana me comento tu madre —respondió la abuela Adeline.

—¿A nadie le importa como me siento? ¡Estoy harta de que nunca me consulten nada! —exclame sintiendo como las emociones comenzaban a superarme.

Me aleje de allí dirigiéndome hacia las escaleras.

—Espera Elise —hablo Emeric a mis espaldas.

—¡Esto es mi maldito asunto Emeric! —exclame llena de molestia.

El me miro a los ojos sin saber que decir.

—¡No puedes retirarte así Elise! —exclamo mi abuela Regine— ¡vives en el hogar de tus padres!

No podía creer lo que me decía la abuela y mucho menos me imaginaba que ella estaría molesta.

—¡Es una falta de respeto de tu parte señorita! —volvió a decir ella— ¡Compórtate como una mujer!

Aquellas palabras fueron directas a mi ser interior.

—Señora Fontaine… —dijo Emeric que también estaba sorprendido por la reacción de mi abuela— Elise solo quiere saber ella también vive aquí.

—Emeric tu eres un muchachito al igual que mi nieta —mi abuela expulsaba enojo— ninguno de los dos debería causar mas conflictos para esta familia porque eso es lo que somos los Fontaine y Fortier…

Sin pensarlo empecé a dejarme llevar por las lágrimas.

—Señora Regine creo que más allá de ser partes de esta familia nosotros somos humanos también sentimos —Emeric hizo una pausa— nosotros ya no somos unos niños… tenemos poder de decisión.

Y sin pensarlo mi padre apareció junto a mi madre, no sabía en qué momento ambos habían llegado.

—Escúchenme bien los dos —dijo papa que también lucia molesto— tu Emeric mas que nadie sabes que aquí los que deciden somos Olivier y yo

—Papa… —dije tratando de calmarme.

—Ustedes deben hacer lo que nosotros decidamos ¿Quedo claro? —dijo el mirándome a mi y luego a Emeric— ninguno de ustedes hará nada sin nuestro permiso porque las cosas se deciden en familia.

Negue con mi cabeza y luego mire a Emeric que miraba a mi padre seriamente.

—Ve a tu cuarto Elise —ordeno papa.

Ni siquiera me moví y solo miré a la única persona que podía entenderme en esos momentos.

—¡Que vayas a tu cuarto Elise! —exclamo papa— tu también deberías irte Emeric.

El solo asintió sin dejar de observarme se despidió de las mujeres sutilmente y salió de allí.

Subí los últimos escalones para encontrarme con mis padres.

—¿Qué clase de comportamiento es ese Elise? —preguntó papa aun enojado— junto a tu madre tratamos de que este todo en orden entre ambas familias…

—Hija, sabes que Emeric es bastante particular pero el también obedece ordenes de Olivier —agrego mama que no se veía tan molesta.

—Ese muchacho tiene varias cosas que corregir mañana lo hablare con Olivier…

¿Qué trataban de decir sobre Emeric?

—No quiero que él te haga creer cosas que no son Elise —papa relajo su rostro y poso sus manos sobre mis hombros— nosotros somos tu familia ¿lo entiendes?

Trague saliva y limpie las lágrimas rápidamente.

—Y debes aprender a controlarte no puedes manejar una empresa siendo tan sentimental —aparte la mirada y mire a mama.

Ninguno parecía querer escucharme o preocuparse por mis sentimientos.

—Iré a mi cuarto —dije alejándome de los dos.

No dude ni un segundo en tirarme sobre la cama y romper en llanto.

—Elise… —una suave voz empecé a escuchar a lo lejos.

Al abrir mis ojos la abuela Adeline estaba allí, ella me extendió un pañuelo.

—Creo que mañana me iré de viaje cariño —dijo ella con la misma tranquilidad que siempre hablaba.

—No quiero que te vayas —dije para luego abrazarla y volver a sollozar.

—Déjame decirte algo cariño y que también se lo dije a Emeric —ella tomo mis dos manos entre las suyas— a veces la familia nos hace daño y muchas veces los pensamientos incluso los valores no son los mismo.

—¿A que te refieres abuela?

—Que tu y Emeric son jóvenes aun deben vivir sus vidas y aprender de sus errores —mire hacia la ventana de mi habitación viendo que justo daba hacia el lado donde se podía ver la casa de Emeric.

Me sentía otra vez en el mismo lugar de antes, mi abuela se iría y yo quedaría otra vez sola.

—A veces lo mayores están cegados por la ambición y arrastran con ello a almas jóvenes como la de ustedes.

—Ellos son mis padres.

—Tu no le debes nada a ellos mi niña eso recuérdalo siempre —ella soltó un suspiro— no soy nadie para decirte pero a veces hay familias que se dejan llevar por las mentiras.

—¿Crees que miento?

—Tú te darás cuenta en el momento correcto de las verdaderas intenciones de los que te rodean —lagrimas silenciosas se deslizaban por mis mejillas.

Aun no entendía a que se refería la abuela con eso pero lo que si sabia era que la soledad quería invadir nuevamente mi vida.




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