Abrí mis ojos encontrándome con algo a mi lado.
Los latidos de mi corazon comenzaron a acelerarse, levante mi cabeza al ver que estaba sobre uno de sus brazos.
Emeric seguía durmiendo se veía tan relajado, sus pestañas eran arqueadas incluso podía decir que eran mas lindas que las mías, su nariz parecía hecha a medida y sus labios, sus hermosos labios carnosos.
No podía dejar de apreciar su belleza, hasta que el tomo un respiro pero no se despertó.
El seguía allí… había dormido toda la noche junto a mi.
Sonreí al imaginarme como seria despertar todos los días así. Me puse de pie sin hacer ningún sonido y me dirigí hacia el baño.
La imagen de Emeric rondaba por mi mente, su sonrisa y sus ojos observándome. Y ese abrazo donde sus brazos me envolvían, su piel tan cálida.
Sentí la electricidad recorrer todo mi cuerpo y me volví a mirar al espejo.
¿Por qué me sentía diferente? ¿Había cambiado algo?
Sali del cuarto del baño y volví a la habitación, pero Emeric ya no estaba allí.
—No podía durar demasiado —dije soltando un suspiro.
Me puse la ropa más cómoda que tenía y bajé las escaleras encontrándome con Nadine en la cocina.
—Buenos días, señorita Elise —saludo ella con una sonrisa.
Saludé de la misma manera pero empecé a mirar a mi alrededor.
¿Dónde estaba Emeric?
Hasta que como si el hubiese escuchado mis pensamientos apareció con una flor en una de sus manos.
—Elise —dijo el mostrando una tímida sonrisa.
—¿En que momento te fuiste? —pregunte pensando que quizás lo había imaginado.
—Cuando estabas en el baño —el extendió hacia mi la flor de color rosa— Vincent me entrego unos papeles.
Tome la flor entre mis manos sintiendo el roce de nuestras manos.
—La oficina de sus padres están disponible para que puedan trabajar tranquilos —dijo Vincent apareciendo— Esta tarde debo ir a la ciudad a buscar unos papeles que me solicitaron, mañana por la mañana estaré aquí.
—Puede tomarse el día señor Vincent —dijo Emeric mirándolo con una sonrisa— me imagino que tiene familia.
El señor Vincent por primera vez se veía extraño.
—No quiero distraerme de mi trabajo.
—Por favor además estamos nosotros y si se presenta algo lo llamaremos —agrego Emeric.
—Muchas gracias joven Fortier —dijo el señor Vincent mostrando una débil sonrisa.
El señor Vincent salió de allí y yo mire a Emeric sorprendida.
—Señora Nadine usted también podría tomarse el día —el se acercó a la mujer que se encontraba lavando verduras.
—No joven no puedo dejarlos sin mis servicios.
—No tiene que preocuparse por nosotros sabemos cocinar y aparte desde que llegamos no ha tomado descanso —volví a mirar a Emeric.
¿Le estaba dando el día libre a los dos empleados que se encargaban de la casa?
—Solo será un día —agrego él.
—Está bien yo también necesito ver a mis hijos —dijo ella mostrando una sonrisa— pero si necesitan que les prepare comida para que tengan lo hare.
—No hará falta señora Nadine —dije también mirando sonriente.
Aun no entendía que era lo que pretendía Emeric pero no dije nada.
Nos dirigimos a la planta alta y entramos a la oficina que tenia dos escritorios de madera y grandes repisas repletas de libros.
Todo olía a madera pero se notaba que Nadine había estado limpiando.
Me acerque a una mesita que estaba a un lado de la puerta, sobre esta había un portarretrato con una fotografía de nuestros padres.
—No entiendo por que nunca nos trajeron aquí —dije tomando la fotografía entre mis manos.
—Algo que nos ocultan probablemente —mire a Emeric que ya se había acomodado en uno de los escritorios con su laptop— ya nada me sorprende.
Deje la fotografía y me acerque hacia donde el se encontraba.
—¿Por qué insistes en eso? —el levanto su mirada.
—¿No te das cuenta de todo lo que hacen? Somos sus marionetas —trague saliva al oír eso de Emeric.
Tomé la pila de papeles y me dirigí hacia el otro escritorio.
Somos sus marionetas…
El tenía razón pero no quería desconfiar de mis padres.
—Hay que solicitar lo de los salarios y falta de maquinaria —hablo Emeric que se veía concentrado.
Mire hacia el y mi vista fue hacia sus espaldas donde había un mueble de madera.
Abrí los cajones de mi escritorio y solo habían papeles.
Me puse de pie y me acerqué hacia el escritorio de Emeric y empecé a revisar los cajones.
—¿Qué haces Elise? —pregunto al ver como revisaba los cajones.
—Quiero saber lo que hay allí —dije señalando la cajonera de madera.
Quería saber lo que había allí porque sentía la necesidad de buscar y encontrar algo.
Hasta que al final vi una pequeña llave, la tomé entre mis manos y fui hacia la cajonera.
Emeric se puso de pie a un lado al ver que había abierto los cajones.
En frente mío había varios papeles antiguos, hasta que mis ojos llegaron a una foto donde estaba toda la familia.
—¿Qué es lo que buscas? —dijo Emeric al ver que seguía revolviendo.
Ni siquiera yo sabía lo que estaba buscando, y solo seguía revolviendo los papeles.
Hasta que mi vista llego a unos papeles que decían sobre la casa y una mujer Elisabeth Fontaine.
Empecé a leer y decía que era la hermana de mi abuelo. Y luego una foto donde salía Roch Fortier.
—Tu abuelo estuvo casado con la hermana de mi abuelo —dije sorprendida.
—¿Qué dices? —Emeric tomo el papel que yo tenía entre mis manos.
Mis ojos llegaron al sobre que estaba al último, era una carta escrita a mano.
Era una carta de Roch Fortier dirigida a Elisabeth que decía lo mucho que la amaba y que a pesar de todo lo que ella había hecho el la perdonaba, pero a la vez decía que no iba a permitir que ninguna mujer tomara el mando de jefa de la empresa.
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Editado: 22.07.2024