con gran esfuerzo deposite un suave beso en su mejilla y salí de la habitación.
Al momento que bajaba las escaleras-
el señor coco apareció de la nada y se arrullo en mis pies- hola, hermoso- dije tomándolo en brazos.
-miau!!
-¿tienes hambre?- pregunte mientras me encaminaba a la cocina.
Busque por todas partes pero no encontré alimento para gatos. Luego de pensarlo varios segundos, tome una caja de cereal y le servi en su tazón al señor coco, quien lo devoró como si no hubiese comido en meses. Jamás pensé que a un gato le gustara el cereal, Tome una taza de té y me senté en en la encimera mientras contemplaba aquella escena. Era una noche bastante fría por lo que el té me callo como anillo al dedo.
-a sí que aquí estas - exclamó verónica, pegándome tremendo susto.
- pues si -conteste mientras dejaba la taza a un lado -
- sabes que te amo, verdad?- dijo verónica mirándome como si supiera lo que estaba sintiendo en aquel momento-
- lo se - conteste mientras la abrazaba con fuerza.
Mi hermana a veces era desesperante y sobre protectora pero la amaba y ella a mi. Desde que llegamos a casa de la señora Prentiss perdimos un poco la comunicación , pero sabía que ella habia notado que algo no andaba bien. Aunque me costará aceptarlo ella me conocia mejor que nadieo.
- quieres hablar? -pregunto en tono suave -
Sin poder evitarlo una lágrima rodo por mi mejilla, me había esforzado por mostrarme fuerte ante vanessa, pero lo cierto es que no lo era. estaba destrozada, cansada de que todo en mi vida fuese tan complicado. Quería gritar, dejar salir todo aquello que me estaba matando; pero de hacerlo tendría que dar explicaciones y era lo que menos quería. A si que no me quedaba más que seguir fingiendo que todo estaba bien.
- si no quieres hablar está bien, se que lo harás cuando estés lista- susurro verónica mientras me acurrucaba en sus brazos. Gesto que me hacía sentir confiada y segura. Como cuando mamá me regañaba o castigaba por no hacer las cosas como ella quería, verónica me abrazaba y prometía que todo estaria bien. Promesa que siempre cumplió, sin importar los problemas que aquello pudiese ocasionarle con mamá.
recuerdo cuando le supliqué a mamá que me dejara asistir a un campamento de fotografía pero su respuesta fue "(si iría a un campamento pero de niñas exploradoras, como todas las niñas de tú edad"). verónica fue incapaz de quedarse de brazos cruzados y me envió al campamento de fotografia y no al de niñas fresas como mamá quería. Haciéndole creer que me habia enviado al campamento que ella había ordenado.
Siempre me protegió de mamá y pues ahora cree que debe hacerlo de la vida.
- con que abrazo de oso y no estoy invitado- exclamó Robert, pegandonos un enorme susto -
-¿cuanto tiempo llevas ahi?- pregunto verónica, lanzandole una mirada asesina.
-acabo de llegar- contesto al momento que levantaba los brazos para hacer un gesto de inocencia-
- ya es hora de ir a la cama- dije poniéndome de pie
-hice algo malo?- pregunto robert confundido-
-No, solo estoy muy cansada y quiero ir a dormir- conteste mientras depositaba un beso en su mejilla-
La verdad me sentía muy avergonzada y me era imposible verlo a los ojos.
Buzque al señor coco con la mirada pero el muy ingrato luego de alimentarlo me abandono.
Subí las escaleras sin muchas ganas ya que mi encuentro con vanessa era inevitable, debido a que compartíamos habitación. Tras pensarlo varios segundos gire la perilla de la puerta y ahí estaba ella, recostada en la cama jingiendo leer un libro.
-eres la primera persona que veo leer un libro al revés- exclame en tono burlon, para relajar un poco el ambiente.
-¿ que?- contesto avergonzada. Mientras le daba la vuelta, déjame en paz- refunfuño mientras se levantaba para ir al baño.
Con rapidez le bloquee el acceso quedando sumamente cerca.
-¿que quieres de mi?- pregunto con la respiración agitada-
-no lo se- conteste al momento que me inclinaba hacia ella para besarla con suavidad. Vanessa jadeó, pero cerró los ojos y se dejó llevar. senti que algo estallaba en mi pecho y que un extraño hormigueo recorría todo mi cuerpo. Sus labios sin duda eran los labios más tiernos, suaves, jugosos y dulces que había besado en toda mi vida. Temía no poder parar cuando llegara el momento de hacerlo, podía morir besando aquella mujer. Cuando me separe de ella, vanessa se sentía tan débil que tuvo que apoyarse en mi pecho para no venirse abajo.
-¿Por qué me haces esto ?susurró dejando caer la cabeza sobre mi hombro-. No es justo.
-La vida no es justa-conteste mientras acomodaba un mechón de su cabello, para volver a besarla, en tan pocos minutos sus labios se habían convertido en mi adicción.
Sus manos bajaron hasta mis hombros, rozaron mis brazos y se posaron en mi cadera. Sentí ligeros escalofríos de pánico y placer. Nunca había experimentado una sensación parecida a la que estaba sintiendo en aquel momento. Necesitaba más, necesitaba más de ella. Con desesperación lleve mi mano hasta su nuca para profundizar el beso e introducir mi lengua en su boca para envolvernos en una danza de emociones que nos hacía flotar.