Epílogo

Cuando abrí los ojos, ya estaba aquí.

No podía creerlo. Había vuelto a reencarnar y, de pronto, muchas cosas se me vinieron en la mente.

Fue así que abrí un cuaderno y comencé a escribir. No podía parar y, pronto, sentí que mis dedos comenzaron a dolerme.

Había olvidado lo que era nacer en un cuerpo material.

Y es que estas ideas son vivencias de mis vidas pasadas, escritas en tercera persona. Pero lo último que recuerdo es que creé un universo propio.

Si hago un poco de memoria… Sí, deseaba “volver a nacer”, así podría conocer mis creaciones en mi propia persona.

Pero seré inteligente. No le diré nada a nadie, pasaré desapercibida por este mundo y solo me limitaré a describir mis vivencias en textos.

Por eso, querido lector, si estás leyendo esto, debes saber que todo lo que sucedió es real. O como quieras creerlo, no te pido que lo tomes de forma literal.

Para mí estas cosas sucedieron. Para otros, solo es pura ficción.

Pero llega un momento en que una se cansa. Escribí mucho, conocí a muchas personas, fui de todo un poco. Así es que, ¿Por qué mejor no tomar un descanso?

Ahora estoy pensando en escribir sobre otros. Sí, quiero saber si mis hijas siguen ahí, en cada una de sus locuras.

Yo seguiré creando ya que es algo que se me impuso. Quizás Belcú vio algo en mí y quiso forzarme a hacer estas cosas. Pero no pienso que sea algo malo. Así es que no lo odio, solo me parece un fastidio.

Así es que, si has llegado hasta aquí, debo darte las gracias por tomarte tu tiempo en leer esta historia. No actué como protagonista, ya que quería ver cómo se desenvolvían otros en ese antiguo universo de donde originé. Y donde nunca más pienso regresar.

Y si no leíste todo… bueno, ni creo que estés leyendo así es que no será necesario decir nada.

Es hora de cerrar los ojos, dejar de lado estos escritos, que todavía hay mucho por hacer y poco tiempo libre.

Por lo demás, me despido.

Atentamente,

Solestelar