La oficina se llenaba de puntos negros, ya no sentía el aire en mi cuerpo.
-Las cosas cambiaran de ahora en adelante.
Como si de una bendición se tratase, me beso en la frente y caí.
El techo blanco fue lo primero que vi al abrir los ojos. Me encontraba tranquila. Me levante de la cama, dándome cuenta que me dolía el cuerpo, la pesadilla que había tenido se sintió muy real.
Menos mal que todo fue un mal sueño.
Cuando ya estoy bañada y lista, me miro por primera vez en el espejo y lo que veo me puso los pelos de punta.
Tenía marcas en mi cuello.
Mi respiración se empezó a cortar mientras revisaba más detalladamente la zona, ahora tenía sentido que tuviera tanto dolor.
Las marcas estaban moradas, eran moretones y cuando me acerque mejor me di cuenta que eran marcas de dedos.
Y de repente todas las imágenes vinieron a mí.
Caí al suelo de la impresión y me arrastré hasta la esquina de la habitación dándome un poco de protección, aunque me sentía más indefensa que nunca.
Estaba en un estado de shock; mi cerebro no podía procesar los actos que había cometido él.
A pesar que yo sabía que era inestable, siempre lo vi indefenso, pero me equivoqué, porque unos segundos más apretando mi cuello y habría muerto.
Actuó diferente, como si su cuerpo fuera poseído por el mismísimo diablo.
Tal vez él lo era.
Estos momentos me arrepentía mucho de haber sido tan altanera, debí haber actuado de manera sumisa y luego apuñalarlo por la espalda, así no estaría en esta situación
En este tiempo me había vuelto una total llorona y esta vez no sería la excepción, las lágrimas salieron sin previo aviso, parecía una cascada. Tenía más miedo que nunca
Ahora si va enserio lo de escapar.
No importa por lo que tenga que pasar, escaparé.
Seguía en la esquina pero ya no salían lágrimas, mi mente estaba maquinado los posible escenarios que se podían presentar si el descubría mi plan. No quería escribirlo porque me daba miedo que él pudiera encontrarlo así que todo lo tenía en mi mente, espero que no me diera una mala jugada.
La habitación estaba a oscuras, pero de repente una luz lo alumbró una parte de él y eso me hizo saber que la puerta se había vierto.
Esperaba con todas mis fuerzas que fuera Alexis , a pesar de que tenía un día que la conocía, necesitaba que alguien me diera un abrazo y que me dijera que todo estaba bien.
Pero no todo sale como queremos.
-Hola, hermosa.
Me pegue más a la pared, si eso era posible, mis ojos volvieron a aguarse y me regañe mentalmente por mostrarme tan débil, por no disimularlo, ahora le temo demasiado, como nunca antes le he tenido miedo a algo, solo a él. Abrase mis piernas creando un escudo que no protegería de nada.
Lo mire con terror y por su mirada supe que le gustaba que le temiera, era un psicópata.
Ninguno de los dos decía nada él se acercó más y yo me pegue a la pared. Se arrodilló hasta mi altura, estiro su brazo y yo cerré los ojos de manera automática, podía jurar que estaba temblando.
Me sorprendí cuando sentí que acariciaba mi rostro, no sabía si asustarme más o quedarme tranquila por tal acción.
-Abre los ojos, princesa. No te hare daño.- dijo tan suave como si le estuviera hablando a una niña, negué con mi cabeza. No quería abrir los ojos, estaba presa del terror.
-Abre los ojos, Aisa.- al escuchar mi nombre, abrí los ojos sabía que cuando él decía mi nombre, era porque estaba serio o empezaba a molestarse; cualquiera de la dos no me serviría.
Cuando lo miré su mirada antes enojada se calmó. Seguía acariciando mi mejilla como algo delicado que fuera fácil de romper, tal vez tenía razón.
Yo era fácil de romper.
-Alexis va a venir más tarde para darte una crema para las...marcas.-su mano bajo hasta mi cuello mientras hablaba. Una crema no me vendría mal.- lo siento por esto, princesa.
Asentí "disculpándole", nuca sería capaz de perdonarle todo lo que me ha hecho pasar.
-No debiste haberme hecho enojar, princesa.- asentí, no me quedaba de otra que decir que tenía la razón, baje el rostro ya no soportaba verlo.
-Habrá mas restricciones.- subí mi cabeza rápidamente al oír aquello.-Te quedaras en la habitación, no podrás ir a la biblioteca por un tiempo.- mi corazón se encogió al oír eso. La biblioteca era lo único que me sacaba una sonrisa en este infierno.-Alexis te traerá las comidas y yo vendré a visitarte todos los días.
-¿Cuándo podre ir a la biblioteca?- pregunté apenas en un susurro, me dolía la garganta.
-Cuando pueda volver a confiar en ti.
Volví a bajar mi cabeza, me sentía tan humillada, tan tonta.
Su mano tomo mi barbilla y mis ojos se encontraron con los suyos. Él estaba muy cerca y supe que iba a besarme.
Me dio un casto beso en los labios, en otra circunstancia lo hubiera empujado, pero ya no valía la pena.
-Las cosas van a mejorar, ya lo veras, princesa.
Para él van a mejorar, para mí no.
No sabía cuánto tiempo había pasado desde que él se había ido, seguía en la esquina de la pared, llorando como la débil en que me había convertido.
Alexis había traído el almuerzo, yo no había probado bocado. Ella trató de hablarme, pero de seguro mi cara lo decía todo y no siguió insistiendo.
Mi vista estaba en la nada. Me sentía tan tonta, tan tonta por creer que él no sería capaz de nada, claramente me equivoque. Ahora no tenía n idea de cómo las cosas cambiarían, pero sea como sea, más que nunca tengo que atreverme a escapar. Tengo que tener valentía y no quedarme de brazos cruzados, porque si me quedo así nunca sabré que hubiera sucedido si hubiera escapado.
Capaz hubiera acabado muerta, como también pudo terminar huyendo.