Connatural

Noveno capítulo

Retomé mis actividades lo más normal que pude, ya que las náuseas se habían ido por completo, tal vez era una infección ordinaria, lo que más me angustiaba era el sabor a cenizas en mis labios, eso no explicaba nada. Pasó por mi cabeza que Gamaliel estaba detrás de todo esto, después de todo era un demonio y tenía acceso a poderes que ni yo podía imaginar y si quería acabar conmigo tal vez me había hecho un especie de embrujo para liquidarme y el hechizo de protección de Ori de alguna forma había frustrado su plan. Eso tendría que discutirlo con Travis la próxima vez que lo viera, contaba los días para volver a verlo, aunque sea sólo unos instantes. Un día Mado pasó por mí a la escuela, tenía yo una cita con el doctor para los resultados de mis estudios y aprovecharía para comentarle mi extraño síntoma, tal vez él tuviera la respuesta, aun cuando no mantenía muchas ilusiones al respecto. 
Después de un rato en la sala de espera, por fin nos recibió el doctor Bocanegra, me revisó una vez más y me hizo preguntas sobre mi progreso, al terminar nos invitó a sentar y sacó un sobre con mis resultados, lo abrió y comenzó a leerlo, lo puso de nuevo en su escritorio y se quitó los lentes con un aspecto de asombro. 
—De acuerdo con tus resultados, no hay nada sospechoso —finalmente dijo. 
—Estoy sana entonces —le dije alegre. 
—Así es, sin embargo, tus niveles de hormona beta-hCG son elevados. 
—¡Por Dios! —expresó mi abuela.   
—¿Eso qué significa?  
—Un probable embarazo, hay que hacer otro análisis para confirmarlo, pero eso parece. ¿Has tenido tu período con normalidad? —me cuestionó el doctor.  
Yo me quedé muda, y sí, en realidad no había puesto atención a mi período y pensándolo bien la noche con Travis fue tan repentina, que no usamos protección, ¿Cómo pude ser tan tonta? No soy una niña que no sabe lo que hace o que no haya tenido una educación sexual. No estoy lista para ser madre, me falta mucho por vivir todavía antes de aventurarme a eso. Me petrifiqué por completo, al recordar que Mado estaba sentada a mi lado escuchando todo, lo más seguro era que se sentía decepcionada de mí. Todas las conversaciones y los valores que me había inculcado todos estos años yo los había echado por la borda. 
—Debe ser un error doctor —fue lo primero que atiné a decir. 
—Puede ser, pero con una prueba de sangre podremos confirmarlo. Ve al laboratorio con esta orden mientras yo hablo con Eloísa —me dijo mientras me extendía un papel firmado por él. 
Yo salí sin objetar y me dirigí al lugar donde me indicó, me sacaron más sangre, aunque yo creía que no tenía sentido, era algo seguro que estaba embarazada de Travis. Al salir del laboratorio mi abuela ya me esperaba para irnos, se mantuvo callada todo el trayecto a casa, eso me ponía aún más nerviosa. Entramos a la casa y la tensión creció aún más. Yo estaba muy asustada, pero sobre todo decepcionada de mí misma. Y al mismo tiempo, miles de preguntas me saltaban a la cabeza; dejando de lado el hecho de que soy una adolescente y sin haber terminado mis estudios, el que todos mis planes se fueran por la borda, era irrelevante a las cuestiones que me hacía, como si mi hijo fuera normal Travis es mitad demonio ¿Qué clase de criatura podría engendrarse de esta combinación? 
—Fue Travis —mi abuela rompió el silencio con esa aseveración. 
Yo sólo asentí con la cabeza sin responder. 
—¿Tú lo quieres? ¿Te obligó? 
—No, para nada, estoy enamorada de él, yo sé que no lo entiendes, pero es la verdad —mi instinto me obligó a defenderlo. 
—Tendremos que ir a ver a Oriana espero que sepa que hacer —se limitó a decir mi abuela. 
Después de decir eso se retiró a su alcoba dejando de lado el discurso que yo tanto esperaba. ¿Estaba decepcionada, enojada, preocupada? Me moría por saber su postura, al menos así sabría qué decisiones tomar, pero me dejó con todas esas incertidumbres. Me senté en el sillón y dejé que mis lágrimas trataran de consolarme, pero sólo acrecentaron mi dolor. Después de un rato la abuela bajó y me preparó otro té, se sentó junto a mí de forma amorosa y me abrazó para intentar calmarme. 
—Enfrentaremos esto juntas —me dijo de forma alentadora. 
Al día siguiente llegó Ori a la casa, yo no tenía ganas de hablar con ella sin antes comunicarle a Travis mi estado, aun cuando no estaba segura como lo tomaría. Y por supuesto Gamaliel era el ser que me tenía aterrada, si se llegará a enterar no tendría piedad conmigo.  
—Mi niña, en que problemas te metes —fue lo primero que me dijo al verme. 
—Por eso falló el círculo —comentó mi abuela. 
—Sí, es posible ¿Has tenido síntomas? —preguntó Ori. 
—Estuvo muy enferma los últimos días —le contestó mi abuela. 
— Hay que convocar a todo el aquelarre, Gamaliel es muy fuerte y hay que detenerlo, ya no hay tiempo. 
—¿Qué pasará con mi bebé? —le pregunté angustiada—. ¿Será normal?  
—Eso no lo sé hija, no he visto un caso así antes —me dijo Ori algo decepcionada al no tener una respuesta. 
Se quedó un buen rato en casa y le dio varias recetas a mi abuela de pociones creo y me dijo que me las diera a cierto horario para mantenerme fuerte y le pidió que la mantuviera informada. 
Yo terminé la semana tan normal como las náuseas que habían vuelto me lo permitieron, Eunice y Tabatha notaron mi cambio, aunque no les contaba lo que ocurría. Pensé que con suerte pudiera terminar el año escolar antes de poder dar a luz, incluso antes de que se me notara. Sólo me quedaba esperar con ansias ver a Travis y de ahí tomaría una decisión sobre mi vida. 
Ese día no salí de casa para nada, me preocupaba que llegara él y no me encontrara, Mado salió a varios encargos, pero regresaba casi de inmediato, yo miraba el reloj constantemente, pero transcurrió la mañana, el medio día, la tarde y no había señales de él. El cielo se oscureció y mis esperanzas también. Cerca de medianoche me fui a acostar bastante molesta y la vez preocupada, podía ser que algo le había pasado y por eso no se había presentado. Estaba acostada en mi cama, mi abuela ya dormía, cuando escuché un silbido proveniente de afuera, me asomé por la ventana y ahí estaba como había prometido. De inmediato me calcé y bajé a abrir la puerta. 
—Qué bueno que llegaste, estaba muy angustiada —me abalancé a sus brazos sin pensarlo. 
—Sólo vine a despedirme —me dijo algo seco. 
—¿Qué? No puedes, no ahora. 
—Hice un trato con Gamaliel para abandonar el pueblo juntos, así estarán a salvo, tuve que vender mi alma a cambio, pero estarás segura y así podrás retomar tu vida, es lo que necesitas. 
—No, no puedes dejarme —las lágrimas comenzaron a salir. 
—Es lo mejor. 
—Es lo más sencillo para ti —le recriminé. 
—¿Crees que es sencillo? Prácticamente soy su rehén, me obliga a hacer cosas que no quiero, pero se llevará a sus carroñeros y ya no lastimarán a nadie, bueno por lo menos a los que viven aquí. Es… lo mejor que puedo hacer. 
—No es verdad, podemos pedir ayuda. 
—¿A quién? ¿Quién nos podría ayudar?  
—Oriana. 
—¿La amiga de tu abuela? —preguntó extrañado. 
—Ella es muy poderosa, puede protegerte, es un ángel… caído por lo que entiendo. 
—Ahora todo tiene sentido, yo… sospechaba algo, pero no estaba seguro de que era, por eso me mira así —dijo para sí mismo. 
—Bueno, ella cree que eres malo, pero le podemos demostrar que no es así y podría ayudarte. 
Se me ocurrió contarle el plan de Oriana para vencer a su padre, pero no lo creí prudente, tal vez estuviera escuchando o leyera las mentes de los demás y lo descubriría, eso pondría en peligro a Oriana y todas esas mujeres. 
—Somos seres duales ¿Entiendes eso? No soy bueno, existe maldad dentro de mí que no comprendes. Deja de idealizarme. Dudo que pueda ayudarme. 
—Tú me dijiste que ya podías sentir —le recordé. 
—Sí siento, pero no es lo mismo tener sensaciones que bondad, en realidad no entiendes mi naturaleza Deka —se veía realmente frustrado ante mi insistencia. 
—Trato de entender, pero las cosas no son tan fáciles, todo ha cambiado. 
—¿A qué te refieres?  
—Esa noche en la fábrica… tuvo consecuencias —trataba de encontrar las palabras adecuadas, pero no las encontraba—. Fui… al doctor y descubrí que… estoy embarazada. 
Sus palabras intentaban salir, pero no pudo formular una sola, agachó la cabeza, no sabía cómo reaccionar en definitiva estaba en shock. Yo le di su espacio para que lo pudiera digerir, si bien no estaba segura de cuánto tiempo, era algo que todavía yo no podía creer. 
—¿Quién lo sabe? —fue su primera reacción. 
—Nadie, bueno el doctor, mi abuela, Oriana. 
—¿Por qué no lo públicas? O ¿Lo gritas a los cuatro vientos? —de pronto se volvió histérico. 
—¿Qué diablos te pasa?  
—No debe saberlo nadie, si Gamaliel se entera… 
—Es por eso que necesitamos ayuda —lo interrumpí—. Si no estás dispuesto a aceptar ayuda por mí, hazlo por… —no pude completar la frase. 
—¿Estás segura que es normal? El bebé. 
—No quiero pensar en eso por ahora. 
Me tomó de la mano, me jaló hacia su pecho y me abrazó de forma desesperada, me acariciaba el cabello, podía oír sus suspiros de desesperación en mi nuca, yo era la responsable de cambiarle la vida y no estaba segura hasta qué punto estaba agradecido o resentido conmigo. Lo único que sí sabía, es que lo amaba con todas mis fuerzas y que no me dejaría vencer tan fácil, así tuviera que luchar contra el mismo infierno. Nos quedamos abrazados un buen rato, me regaló algunos tiernos besos, recordándome el sabor a ceniza que dedujimos era por el embarazo, al igual que las pesadillas que tuve algunos días atrás. Podía estar concibiendo al mismo diablo, pero no me importaba, sólo por el simple hecho de que Travis fuera su padre. Una eternidad en el inframundo estaba lejos de asustarme como la idea de perderlo para siempre. 
—Lo haremos a tu modo —se rindió finalmente—. ¿Qué hacemos?  
—Tenemos que hablar con Oriana y explicarle, tendrás que confiar en ella y decirle todo lo que sabes. 
—Bien ¿Cómo la contactamos? 
—Mañana, te anotaré su dirección y te veré allá al medio día y con un poco de suerte, hallaremos una solución. 
Se despidió de mí de forma tierna y prometió llegar a la cita. Me fui a la cama un poco más tranquila, algo había en el aire que era esperanzador. Me levanté temprano, recordé que justo hoy se cumplían los veintiocho días, teníamos que convencer a Ori de ayudarnos antes de que Travis se fuera para siempre, porque si se quedaba alguien moriría hoy en la noche. Sería un día sumamente intenso y aterrador. Con todo eso en mi cabeza me arreglé lo mejor que pude y desayuné con la abuela, no quería mentirle, pero mi sensatez me decía que no era el mejor momento para contarle lo que iba a ocurrir, de cualquier forma se enteraría. Pero necesitaba la orientación de Ori antes de decírselo a ella. 
Así que le dije que saldría a pasear con Tabatha y Eunice, ella no me hizo muchas preguntas en el fondo estaba segura que la distracción de una vida común me haría bien. Llegué a casa de Oriana esperando que se encontrara en casa y de buen humor, a pesar de que no era una persona iracunda, pero estos últimos días la tensión la llegaba a dominar. No me atreví a tocar hasta ver que Travis se apareciera, habían pasado quince minutos de la hora acordada no era mucho tiempo, pero empezó a desesperarme. Lo vi llegar a lo lejos, caminaba sigiloso y cuidando que nadie lo viera, aunque la casa de Ori estaba bastante lejos de las áreas comunes donde transitaba la gente. 
—¿Segura que es una buena idea? —fue lo primero que me preguntó. 
—No, pero ya estamos aquí —dicho esto, toqué el timbre antes de que se arrepintiera y saliera corriendo de ahí. 
Oriana abrió la gran puerta en cuanto me vio sonrió amablemente, pero al notar la presencia de Travis su semblante cambio de forma radical. 
—¿Qué hace él aquí? ¿Por qué lo trajiste a mi casa? —me reclamó. 
—Tienes que escucharlo, por favor… él no es como tú crees. 
—No puedo, tienes el aura negra, puedo verla —le dijo a Travis—. No eres bienvenido a mi hogar —intentó cerrar la puerta, pero yo la detuve ágilmente. 
—Espera, él te puede ayudar a derrotar a Gamaliel —le prometí desesperada ya que no sabía si eso era cierto, pero tenía que hacer algo, Ori no estaba dispuesta a escuchar. 
Se paró en seco y lo pensó por un momento. 
—¿Por qué haría eso? Es su padre —cuestionó desconfiada. 
—Por qué no estoy de acuerdo en lo que hace, sé que mi naturaleza no es de fiar, pero soy diferente a él, mi madre era mortal, era buena creo que lo heredé de ella —le explicó Travis seguro de sí mismo. 
—Pasen. Sólo espero no equivocarme —se dijo a sí misma. 
Entramos con cautela, Ori nos guio hasta la sala tomando siempre su distancia con Travis, era más que evidente que no confiaba en él y le daba cierto temor, nos invitó a sentarnos. 
—Aunque no seas como él, sigue siendo tu padre, no me convence del todo tus razones, debes darme algo más —le dijo Oriana en un tono seco. 
—Es verdad, pero está Deka y mi hijo de por medio. Gamaliel quiere eliminarla, dice que ella me cambió y no voy a permitir que le haga daño. 
—Cuéntame sobre tu madre —le pidió Ori. 
Travis le relató la historia de su madre, su nacimiento le explicó que su madre, junto con su aquelarre habían desterrado a Gamaliel de este mundo y que ella no lo quería cerca de él. Le contó cómo creció al lado de Valentín y como después del accidente, del que por cierto Ori se había enterado. Le narró el cambio de Valentín para con él y cómo me conoció, el cómo lo había transformado hasta llegar a la revelación de Gamaliel. Me sorprendió que en todo esto no le había mentido en nada. 
También le platicó todo lo que había hecho este tiempo, todo lo que aprendió de Gamaliel: el cómo convocar carroñeros para hacer su propio ejército de demonios, Gamaliel le enseñó cómo debía dominarlos a través de la tortura y que su plan siempre había sido engendrar un hijo para poder expandir su poder entre los humanos de una forma que no se dieran cuenta. Pero al llegar yo a su vida todo lo había arruinado, el haberlo hecho sentir había sido un tropiezo en el camino, ya que los demonios no debían sentir emociones humanas, eso entorpecía su misión. Al final le platicó el plan que tenía de llevarse a Gamaliel a otras tierras para dejar en paz este pueblo, sobre todo a mí. 
—Pero matará en otro lado, gente morirá de cualquier forma —cuestionó Ori su plan. 
—Sí, lo sé, pero no pude pensar en otra cosa, es muy poderoso —se defendió Travis. 
—Es inmortal, la única forma de detenerlo es enviándolo al inframundo como tu madre lo hizo, eso por lo menos lo mantendrá encerrado algunos años, mientras más poderoso es el hechizo más tiempo le costará escapar de ahí —explicó Ori. 
—¿Tu puedes hacerlo? —le preguntó Travis con esperanza.  
—Es por eso que estoy invocando a todas las hechiceras que conozco. Aunque por lo que escuché cuando la hechicera Jade hizo el conjuro convocó a más de cincuenta mujeres, yo no tengo a tanta gente, no estoy segura si seamos suficientes para vencerlo. 
—Yo podría hacer la diferencia, dime qué hacer —se ofreció Travis. 
—Tienes un gran espíritu, debo admitir —el tono de Ori se ablandó con él—. El problema con esa clase de demonios es invocarlos, no son tontos y son muy fuertes. 
Ori se quedó algo pensativa, cavilando sobres sus opciones y las herramientas a su disposición, hacia muecas de satisfacción al ingeniar un plan y luego se desvanecían, supongo porqué encontraba alguna falla, después de mucho pensar cruzó las piernas satisfecha. 
— Tienes su sangre, eso podría sernos de utilidad, podríamos hacer una trampa. 
—¿Quieres usarlo como carnada? —cuestioné su plan. 
—Está bien, no importa si así puedo ayudar en algo —se ofreció Travis. 
—El problema es que para hacer eso, necesitas entrar en el círculo protector, si no lo hacemos de esa forma podría ser devastador para ti al momento que llegue Gamaliel. 
—¿Por qué es un problema? Tú puedes hacer uno de esos —le recordé. 
—El círculo no protege el mal y lo reconoce de inmediato, no estaba bromeando cuando dije que tu aura es negra, yo eso no lo puedo cambiar y al círculo no lo puedes engañar —le explicó a Travis. 
—¿Y no hay forma de cambiar su aura? —quise saber. 
—No lo sé, podemos invocarlo, pero no te aseguro nada. 
—Bien, haz el círculo, si no funciona, no pasa nada ¿Cierto? —le sugerí no habiendo más alternativas. 
—Si no tienes objeción, lo haremos —le dijo a Travis. 
—Bien ¿Qué hago? —preguntó él algo ansioso. 
—En cualquier momento, llegará Briana, Celsie y Tala ¿Las recuerdas Deka? Con ellas podremos intentarlo. 
—Se necesitan cinco personas ¿Correcto? —advertí. 
—Tú y yo la completaremos —me indicó. 
—¿Enserio?, pero no sabría qué hacer. 
—Sólo sigue nuestras vibraciones, una vez que te conectes con mis hermanas, lo entenderás. Voy a preparar las cosas mientras llegan —después de decir eso salió de la habitación. 
—¿Estás nervioso? —le pregunté a Travis una vez a solas. 
—¿De enfrentar a mi padre? ¿Desterrarlo de este mundo? No, lo hago todos los días —dijo la última frase con sarcasmo. 
—Debemos tener fe, en que esto funcionará. 
—Sólo espero que logres salir ilesa. Lamento involucrarte en todo esto. Prométeme que seguirás aun cuando yo no esté aquí. 
—No hables como si te estuvieras despidiendo —me molesté. 
Asintió con la cabeza y me acercó a él. 
Para mi fortuna el timbre sonó, indicando que las amigas de Ori habían llegado, así pudieron librarme de tan incómoda conversación. Las saludé casual, ellas habían estado en mi círculo, en cuanto vieron a Travis se notó su molestia, Ori las llevó a otra habitación supongo para explicarles la situación, ya que regresaron un poco menos a la defensiva. 
El ritual comenzó justo como el mío, pero sin tanta gente, le indicaron a Travis que se acostara en la estrella de piedra como yo lo había hecho. Travis obedeció se quitó la chaqueta que siempre portaba dejando ver sus bien torneados músculos a través de su delgada playera blanca, pude notar cicatrices en el brazo izquierdo que no estaban la vez que estuve con él. Me hacían preguntarme que era lo que Gamaliel le había hecho en este tiempo. Nos pusimos en cada punta, Oriana tenía razón de inmediato me pude conectar y seguir las vibraciones tal como me había dicho, aunque en cierto modo no entendía del todo lo que estaba ocurriendo, aun así, me deje llevar. Al pasar unos minutos, pude ver como la energía para formar el domo intentaba congregarse desde abajo hacia arriba, pero se resistía con fuerza como si algo extraño la detuviera y la intentara desterrar de dónde provenía, era una pelea sin tregua hasta que no pudo sobrevivir más y desapareció como si nunca hubiera estado presente. Todos quedamos en silencio desconcertados. 
—Te lo advertí, no se puede engañar al círculo protector —dijo al fin Oriana. 
—Te agradezco que lo hayas intentado —le contestó Travis como avergonzado de sí mismo mientras se levantaba de la piedra. 
—¿No hay nada que puedas hacer? —la tristeza rompió mi voz. 
—Lo siento, el círculo es sabio y dictaminó que él no es digno de ser protegido —me explicó Ori. 
—No importa, aun así quiero ayudarte, hagamos el plan —ofreció Travis. 
—¿Estás seguro? Tu cuerpo no lo soportará —le advirtió Oriana. 
—Pero no tenemos otra alternativa —dijo resignado Travis. 
—Debe haber algo que se pueda hacer, vamos Ori, tú… tienes que pensar en algo —le imploré. 
—¿Enserio quieres ayudarlo? — intervino Briana. 
—Sé que no lo conocen, pero es diferente, él lucha contra su propia naturaleza —defendí de inmediato con un tono suplicante. 
—No me agrada ayudar a demonios, pero le temo más a su padre —exclamó Briana. 
Todos guardamos silencio, como si Briana fuera a revelar una gran verdad al menos eso nos hizo creer con su expresión. 
—Un acto desinteresado podría ayudar, sé que no te suena familiar por tu naturaleza, pero si hicieras algo altruista, tal vez eso sea suficiente, en teoría tu aura debería cambiar de color —explicó Briana en un tono solemne. 
—Eso podría funcionar —dijo Oriana con un aire optimista. 
—Bien ¿Qué debo hacer? Haré lo que sea necesario —comentó Travis algo entusiasta. 
—No podemos decirte eso, debe ser autentico —le explicó Oriana. 
—Bien… me entregaré a la policía —se ofreció de inmediato. 
—No puedes hacer eso, no eres culpable —objeté frenética. 
—Aarón me acusa de agresión y tiene razón, lo golpeé, recuerda que tuve que noquearlo. Voy a responder a los cargos en mi contra —me dijo para tratar de convencerme. 
—Creo que podría funcionar, siempre y cuando no tengas otro interés oculto —advirtió Oriana. 
—No puedo creer que lo animes a hacer esto —le reproché a Oriana. 
—Si tienes otra idea, te escucho —me desafió Travis. 
—No, no la tengo —dije decepcionada de mí misma—. Ori dile que no es una buena idea —le pedí. 
—No es mi decisión hija. 
—¿Podemos hablar en privado? —le solicité a Travis. 
—Pueden pasar al comedor, ahí pueden charlar —nos ofreció Oriana. 
Lo tomé de la mano y lo jalé hacia donde nos indicaron, una vez ahí crucé mis brazos en forma de protesta, él me miró con ternura y se quedó pensando un momento, trataba de encontrar las palabras para explicarse. 
—Esto es algo que tengo que hacer. Mira, puedo comprender que no lo entiendas, para ti es normal, es humano preocuparse por alguien más. Necesito demostrarme a mí mismo que puedo hacer algo así. 
—¿Por qué no salvas un gato o das algo a la caridad? Eso funcionaria también —le sugerí. 
—No creo que sea suficiente, para mí no. Tal vez para ti es normal ese comportamiento porque es natural en ti ¿Cuántas veces ayudaste a un anciano o intentaste ayudar a alguien de alguna forma?  
—No las he contado. 
—Pero lo has hecho, yo no. 
—Claro que sí, salvaste a Aarón —le recordé. 
—Porque tú me lo pediste y en cierta forma te confieso que la oportunidad de golpearlo me dio mucha satisfacción. 
—No es cierto. 
—Que no lo quieres creer, es otra cosa, pero es la verdad. 
—Lo que no entiendo es ¿Cómo sería un acto desinteresado el entregarte? 
—Para empezar, voy a afrontar las consecuencias y por el otro así desviaré la atención al verdadero culpable, Gamaliel, tú sabes que la policía no se puede enfrentar a él, los haría pedazos. Necesito que confíes en mí. 
—Lo siento, no puedo, no logro comprender que hagas esto, ni porqué lo haces, yo no te lo estoy pidiendo. Tal vez Ori pueda vencerlo sin tu ayuda. 
—Escucha, yo nací de una forma diferente, tal vez no me entiendas porque para ti es tan natural como respirar, pero yo que carezco de esa humanidad, es como nacer incompleto y creces así y puedes sobrevivir así, pero al final te das cuentas que quieres ser como los demás, por lo menos lo quiero desde que te conocí. Quiero adaptar algo nuevo a mi vida, algo con lo que no nací, pero lo necesito y si quieres un futuro conmigo, es la única forma. 
—De acuerdo, pero iré contigo —le condicioné. 
—No, quiero que te quedes con tu amiga, es el lugar más seguro para ti y así estaré tranquilo. 
Terminé aceptando sus condiciones, no teniendo otra alternativa, así que regresamos con Ori y sus amigas para explicarles lo que iba a pasar. 
—Si esto funciona, ¿Qué pasará? ¿Cuál es tu plan? —le preguntó Travis a Oriana. 
—El cirulo fue invocado, vendrá a ti cuando lo merezcas, no antes —le explicó Ori. 
—Hay alguna señal que deba saber —se inquietó Travis. 
—Lo veras claro, no tendrás ninguna duda. 
—Si me entrego, es seguro que me apresarán ¿Qué debo hacer? 
—Necesitamos tu sangre, aunque no estés aquí —Oriana le extendió la daga junto con un pequeño pañuelo blanco. 
Travis lo tomó con naturalidad y se hizo un pequeño corte sobre la palma de la mano, embarró el pañuelo con su sangre hasta que estuvo lo suficientemente húmedo, se lo devolvió a Oriana. 
—Que empiece la función, Deka se quedará contigo, ¿No te importa? —le propuso Travis. 
—Bien, Eloísa llegará pronto, ella podrá llevarla a casa. 
—En cuanto llegue todo el aquelarre convocado, empezaremos el ritual. 
Acompañé a Travis hasta la puerta mientras lo tomaba fuerte de su brazo con la intención que desistiera de su absurda idea, pero parecía tan decidido, que creí que ni condicionándolo a dejarlo para siempre podría disuadirlo de sus planes, y con honestidad era algo que yo no estaba dispuesta a hacer, pero la sola idea de perderlo era tan devastadora que no me permitía pensar en otra alternativa. En contra de mis deseos lo despedí, él me prometió que trataría de alguna forma de mantenerme informada y trató de tranquilizarme diciéndome que lo peor que podría pasar sería que lo encerraran por algún tiempo, pero que estaría bien, aunque esa idea no me gustaba en absoluto si me daba cierta paz el hecho de que estuviera fuera del alcance de su temible padre. Así que con el alma en vilo lo deje ir. 
 




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