Cindy despertó de una larga siesta, y cuando lo hizo ya eran las siete de la noche, unos catorce o quince minutos más y serían las ocho.
Lo primero que hizo fue buscar a Enrique, pero no lo encontró por ningún lado, se dirigió a la cocina y ahí vió a Carlos, quien estaba bebiendo agua, Cindy lo asustó ya que lo había agarrado desprevenido, ella se disculpó por haberlo asustado y Carlos le dijo que no se preocupara.
-¿Sabes dónde está Enrique? – preguntó Cindy mientras se sentaba en una de las sillas del mesón.
-Ah sí, Enrique... – titubeó Carlos, haciendo que Cindy frunciera los ceños ante su nerviosismo.
-Carlos... – dijo demandante ella.
-No, no es nada... Nada malo, no te preocupes, simplemente salió a comprar unas cosas que dijo que necesitaba... – mintió Carlos, Cindy sabía que él él estaba mintiendo, pero no le dijo nada más y asintió cómo si la versión de Carlos la hubiera convencido...
-Debo irme, si no es mucha molestia, ¿le dirías que me llame?, cuando llegue por favor – dijo ella arreglandose el cabello despeinado que traía.
-Claro que sí, yo le digo – respondió Carlos con una sonrisa incómoda.
Cindy recogió sus cosas y se dirigió a la puerta, Carlos la siguió por detrás, y cuando ya estaban cerca a la puerta se le adelantó para abrirsela.
-Gracias. – dijo Cindy.
-No hay de qué – respondió Carlos y luego cerró la puerta, quedándose ahí, mirando hacia el vacío, con la conciencia que lo torturaba.
Enrique no había ido a comprar nada, había ido a reunirse con Elena, aquella “mujer manipuladora”, como la llamaba Carlos, había convencido a Enrique para juntarse.
Carlos aún no entendía cómo es que Enrique aceptaba estar junto a esa arpía...
Antes de salir, Enrique tuvo una disputa con Carlos, Carlos trató de convencerlo con la idea de que no estaba haciendo bien en juntarse con Elena.
Pero Enrique es muy terco y no le hizo caso, Elena lo llamó con la excusa de que se sentía mal, y que según ella necesitaba de la presencia de Enrique ya que no sabía a quien más acudir... Y Enrique todo indefenso, como si fuera un niño, cree y cree en sus palabras.
Carlos ya estaba cansado de la situación, en esos días se había dedicado a buscar un detective privado, quien lo estaba ayudando a investigar más sobre Elena, Carlos le había explicado a él todo el asunto también le comentó que él presentía que Elena estaba mintiendo con respecto a su estado de salud y que tal vez sólo lo hacía para acercarse cada vez más a Enrique y así de esta manera poder separarlo de Cindy.
En detective le dijo que investigaria con calma, que el proceso podía tardar un buen tiempo, pero que con cautela lograrían sacar la verdad.
Carlos estaba esperanzado con los resultados, esperaba que fueran como él quería que fueran...
(...)
Estaba Enrique llegando al apartamento que le había rentado a Elena, se dirigió a recepción y preguntó por Elena, el jóven muchacho le respondió que ella se encontraba y que lo estaba esperando, lo dejó pasar y cuando Enrique estaba en la puerta de la habitación de Elena, tocó la puerta y esta se abrió sola...
Esto lo preocupó un poco.
Él se dispuso a entrar, y empezó a llamarla, esperando alguna respuesta.
Después de haberla llamado por unas tres o cuatro veces, ella respondió, con una voz cansada “estoy en mi habitación”, se oía como si apenas haya podido responder, se dirigió hasta el lugar de donde provenía la voz y se encontró con Elena acostada y con un estado de salud visiblemente malo.
-No sabes lo felíz que me hace que hayas venido, hoy me puse muy mal y no sabía a quién más acudir, disculpame por causarte tantas molestias – comentó Elena bajando la mirada hacia el suelo.
-No es ninguna molestia, ayudar a alguien no es molestia en absoluto, no digas esas cosas – respondió Enrique.
Elena levantó la mirada y lo miró ahí parado, viéndola con compasión, Elena no soportaba que alguien la mirase de esa forma,
-Vamos, no me mires así – reprochó ella.
-Así cómo? – preguntó él algo extrañado.
-Así como si estuvieras frente a una persona acabada, dominada y fundida en su enfermedad. – respondió ella.
Enrique se quedó viéndola, no era su intención que ella se sintiera incómoda por eso.
El ambiente se tornó tenso, Elena para terminar con eso hizo unos pequeños movimientos para poder sentarse bien sobre la cama, luego dió una pequeñas palmadas al espacio junto a ella que se encontraba vacío, a modo de hacerle la seña a él para que se sentara a su lado...
Enrique dudó un poco antes de sentarse junto a ella, pero después pensó, que no tenía nada de malo (grave error), estando ya junto a ella, pudo sentir su aroma, aquel aroma que le encantaba, aquel aroma que lo había enamorado, ella al parecer no había cambiado sus colonias.
Volteó a verla y ella también lo estaba viendo, sus miradas se cruzaron y era como si el tiempo se les hubiera detenido en ese momento. Ninguno de los dos dijo una sola palabra, estaban atónitos...