Conociendo a tu Crush

Capítulo 1

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El fresco viento mueve las hojas y mi cabello ligeramente mientras me encuentro frente al atril, los tibios rayos de sol dan a mi piel y a los presentes en la ceremonia de graduación. Casi puedo sentir el sudor por mi frente de lo nerviosa que estoy, menos mal que ya voy acabar.

―¡Felicidades, ya estamos graduados! ―grito por el micrófono después de dar mi ameno discurso.

Al fin los ojos de todos dejan de estar sobre mí, ya que no soy más el centro de atención, y la directora toma el micrófono para decir unas cuantas palabras.

Como estudiante sobresaliente, la directora Mariel, me dijo hace una semana que debería preparar un discurso para despedir a la generación de último año, no pude negarme a ello, fue imposible decirle que no a tan amable persona.

Los alumnos aplauden y chillan de felicidad. Se preparan para lanzar sus birretes con una inigualable alegría.

Todo lo que hemos hecho con esfuerzo durante estos años, ha dado sus frutos y lo merecemos.

Bajo por los escalones del escenario donde se llevó a cabo la ceremonia de nuestro diplomado y rápidamente me dirijo hacia las chicas.

―¡Melody! ―chilla Carolina, mi mejor amiga y confidente.

Se lanza abrazarme y me mueve de un lado al otro con euforia.

―Ya, mucho amor, quiero lanzar este birrete de una vez por todas. ―nos separamos y nos preparamos para lanzar el gorro.

―¡UNO! ―empiezan a contar―. ¡DOS! ―grito junto con los demás y miro a las chicas. Cuánto las iba a extrañar, pero esta es una gran oportunidad, una que no se presentaría ni en un millón de años―. ¡Y!... ―me preparo para el momento―. ¡TRES!

Lanzo con todas mis fuerzas el birrete y con toda la alegría del mundo, me giro para abrazar a las chicas.

―¡ESTAMOS GRADUADAS! ―gritamos mientras nos abrazamos.

Miro a mi alrededor, los padres se acercan a felicitar a sus hijos, otros se ríen con sus amigos por haberse graduado y otros rompen en un mar de lágrimas por haber logrado graduarse.

Miro a lo lejos a mis padres acercarse, me separo del abrazo de mis amigas lentamente, ya que algunas están con una que otra lágrima de felicidad y me giro hacia ellos.

―Bien hecho ―dice mamá para luego abrazarme―. Felicidades, lo lograste.

Me separo de ella y la miro con sus labios apretados y a punto de llorar, al tiempo que me entrega un ramo de flores junto con un obsequio.

―Gracias, mamá. ―le acaricio la mejilla mientras llora y dirijo la vista a mi padre.

―Estamos orgullosos de ti ―dice sonriendo―. Ven. ―se acerca y me da un fuerte abrazo.

―¡Hey! ¿Y qué hay de mí? ―me volteo y lo miro.

―Nunca me olvidaría de ti, hermano ―sonrío al ver a Hans, uno de mis hermanos mayores y lo abrazo―. ¿Y mis otros hermanos? ―pregunto con intriga.

Se hace a un lado, dejando ver a mi hermano y hermana, quienes se acercan con una amplia sonrisa.

―¡Katherine! ―grito al verla. Me acerco y la abrazo, como he hecho con todos.

―¡Felicidades, pequeña! ―dice y me da un sonoro beso en la mejilla, como siempre suele hacer.

Miro a su prometido, el cual también se acerca para abrazarme y felicitarme.

Desvío la mirada hacia Benjamín, quien es mayor que Hans ―desgraciadamente yo soy la menor, por lo que se pueden hacer una idea de qué situaciones y complicaciones he de pasar en mi casa―, y lo abrazo de la misma forma.

―Felicidades. ―susurra en mi oído.

―Gracias. ―me separo y le dedico una sonrisa.

―¡Hey, enana! ―miro hacia los lados, pero no veo a nadie―. ¡Sí, tú, enana! ―esa voz... me giro sobre mí misma quedando frente a él, o mejor dicho de ellos.

―¡Hey! ―digo dándole un fuerte abrazo a Mason.

―Al fin ya estamos graduados. ―dice deshaciendo el abrazo.

―Por supuesto que sí. ―sonrío y miro quién está a su lado.

Joshua, mi otro mejor amigo aparte del colombiano. Otra vez termino repartiendo abrazos y después de unos minutos nos separamos. Los miro sonriendo.

Creo que esta sonrisa no se me va a borrar en una semana.

Observo a las chicas acercarse y frunzo mi ceño cuando miro detalladamente que traen en su cara una sonrisa cómplice.

‹‹¿Qué rayos planean hacer?››, pienso.

Mi respuesta fue respondida en el momento en que todos se lanzaron sobre mí, tumbándome en el suelo.

―A-aire... ―digo apartando a todos y levantándome―. Casi me matan. ¡Están locos! ―termino de decir con una mano en el pecho.

―Eso ya lo sabemos, peque. ―Joshua, con su peculiar carisma, revuelve mi cabello.

―¡Quita! ―aparto su mano y lo miro fulminante.

―¡Melody! ―llama mamá a lo lejos, interrumpiendo el momento de amistad-odio.

―¡Ya voy! ―respondo. Típica frase que utiliza toda adolescente.

Les hecho un último vistazo a los chicos antes de irme almorzar con mis padres, quienes ya planeaban adónde iríamos a celebrar el haberme graduado.

―Espero verlos a todos en el aeropuerto. ―digo suspirando con pesadumbre.

Tendría hasta mediados de año para convivir con mis amigos, y sabía que por cuestiones de la universidad estarían muy ocupados, por lo que no les vería tan seguido. Sin embargo, anhelaba con todo mi corazón verlos el último día que pisara Costa Rica.

―Ahí estaremos. ―dice Ángela, una de mis amigas y compañera de clase, poniendo su mano en mi hombro en forma de apoyo.

Asiento un poco melancólica y finjo una sonrisa.

Quiero que cuando me vaya, estén felices, no tristes.

―Me voy, los veré luego. ―me despido de todos.

Miro que una lágrima recorre la mejilla de Alexia, una amiga de infancia y con quien he compartido muchos momentos de felicidad.

―No estés triste, aún no me voy. Además, no es como si me fuera a esfumar del planeta. ―trato de decir divertida para liberar un poco de tensión, lo cual... no ayuda en mucho.

Asiente aún llorando. Me acerco y la abrazo, luego me separo y me alejo agitando la mano.




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