Conociendo a tu Crush

Capítulo 2

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Los meses habían pasado volando, como si se los hubiera llevado el viento, y por ende, tenía muy claro una cosa: yo me iría.

Ahora me encuentro en la habitación, mirando todo el armario. Es mucha ropa. ¿Cómo rayos haré para que todo eso entre en mi equipaje?

Había hecho un ahorro durante un año para comprar unas maletas; una grande, una mediana y una pequeña. En total: tres. También para comprar los boletos de avión hacia Estados Unidos e Inglaterra.

Quiero ser independiente y esa es una muy buena forma para empezar.

Desde muy pequeña soñé con viajar, estudiar en una universidad prestigiosa en el extranjero y así conocer una nueva cultura e idioma. Hasta hace poco se vio la oportunidad de realizar mi tan anhelado deseo cuando tan solo hace unos meses, antes de mi graduación, un correo electrónico de la universidad de Leeds se actualizó en la pestaña del computador —todo esto mientras revisaba mis redes sociales, entre ellas: Email—, después de leer unas cinco veces el correo recién recibido, incrédula, mi cerebro no podía procesar bien lo que decía: ‹‹Su solicitud de inscripción ha sido aceptada. Bienvenida a la Universidad de Leeds››.

Eso es un pequeño resumen de lo que decía. Recuerdo haber llorado y saltado de la emoción, pero ahora, ahora es tiempo de cumplir mi sueño.

Había conseguido un trabajo muy cómodo de medio tiempo debido a las clases, cada que me pagaban, lo guardaba y al llegar a casa, lo ponía en el gran tarro de vidrio que colocaba bajo mi cama.

Empiezo a tomar toda la ropa doblada de mi armario y la pongo en la maleta.

Cuando hice la entrevista por Skype —ya que no podía viajar hasta Inglaterra en los últimos días escolares—, estaba muy nerviosa, y fue una suerte que supiera hablar bien el idioma, gracias a que en el colegio recibía clases avanzadas de inglés, pero eso no quiere decir que tenga al menos un ochenta por ciento del idioma, de hecho, debo de mejorar en muchos aspectos.

En ese momento solo podía pensar en que no me iban aceptar e iba a terminar por arruinar todo. Recuerdo que me habían preguntado por actividades extracurriculares, pero no tenía ninguna, y esas actividades sumaban muchos puntos, al igual que las notas de los últimos cuatro años, pero esto último no me preocupaba tanto.

Mi celular vibra sobre la mesita de noche, lo miro y la lucecita color blanca parpadea indicando que es un mensaje de texto. Lo tomo y lo enciendo.

De fondo de bloqueo aparece la fotografía de Aaron, quien es un youtuber inglés famoso. Físicamente es alto y castaño, de piel blanca como de porcelana y ojos verdes como esmeralda. Y desde luego, mi crush.

Escribo la contraseña y me dirijo a la aplicación de What's App.

Al parecer un mensaje del grupo de: Mejores Amigas. Lo abro y lo leo.

‹‹¿A qué hora te vas?››, es de Carolina.

‹‹A las tres››, escribo.

Bloqueo el celular y lo pongo donde estaba anteriormente.

Sigo preparando el equipaje. Pronto el celular vuelve a vibrar y suspiro frustrada.

No me van a dejar organizar las maletas.

‹‹Te esperaremos en el aeropuerto. Mason nos llevará en su auto››. Esta vez, es Ángela quien envía el mensaje.

Suspiro nuevamente, ya imaginándome a todas dentro del pequeño vehículo con rostros melancólicos.

‹‹De acuerdo››. Escribo y sin más, bloqueo nuevamente el celular. Termino de empacar toda la ropa e intento cerrar la maleta, pero esta no cede.

Pongo mis brazos en jarra y la miro haciendo una mueca. ‹‹¿Cómo rayos haré que cierre?››, pienso.

Una bombilla se enciende sobre mi cabeza. Sonrío y me siento sobre la maleta para empezar a brincar sobre esta.

Después de unos diez intentos... nada.

‹‹No me rendiré. ¡Cierra de una maldita vez!››, maldigo en mi interior.

Sigo brincando sobre ella, hasta que la puerta de mi habitación se abre.

—¡Auch! —me quejo. Había caído de culo al piso del susto—. Demonios... ¿Por qué rayos no tocas antes de entrar? —le espeto.

Benjamín sonríe y se encoje de hombros.

—Mamá dice que bajes, el almuerzo está listo. —dice con mofa.

Asiento de mala gana y él cierra la puerta.

Me levanto mientras me paso la mano por el trasero, ya que me duele.

Miro la maleta sobre la cama, la cual milagrosamente está cerrada. Sonrío con orgullo y termino de preparar las otras dos.

Una vez ya todo empacado, salgo de mi habitación y bajo por las escaleras. El olor a comida se filtra por mis fosas nasales a medida que sigo avanzando.

Estando en la planta baja, camino en dirección a la cocina. Me siento en el taburete y observo los platos sobre la mesa.

Tomo asiento y observo a mamá de espaldas. Espero a que se voltee y me diga cuál es mi plato.

Al ser una familia con muchos miembros, siempre tendemos a confundir nuestros platos, más cuando todos ya están servidos.

Gira sobre sus talones y mira los platos sobre la mesa.

—Ese es el tuyo. —dice, como si supiera lo que estaba pensando y lo señala.

Lo tomo y empiezo a comer.

—¿Ya preparaste tu equipaje? —pregunta, sentándose enfrente de mí—. ¡Chicos, a comer! —grita para que vengan.

Sonrío. Cuanto iba a extrañar sus gritos, sus quejas y sus regaños.

Sip. —llevo otra cucharada a mi boca.

Después de unos minutos llegaron mis hermanos junto con papá almorzar.

Disfrutamos de la deliciosa comida con divertidas charlas, hasta que, finalmente, me dirijo a cepillar mis dientes.

—Hija, ¿ya estás lista? —pregunta papá cuando ya iba directo a las escaleras.

Asiento repetidas veces.

—Te espero afuera. —dice para luego dirigirse al garaje.

Empiezo a subir los escalones y camino hacia mi habitación.

Se preguntarán el porqué no me deprimo y empiezo a llorar como loca desquiciada. Bueno, simplemente quiero ver a mi familia y amigos felices cuando me vaya, no quiero llevar conmigo un recuerdo de sus ojos cristalizarse. Solo quiero ver una sonrisa dibujada en sus labios, aunque sé que será imposible.




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