Conspiración

Oswaldo III

Oswaldo

Después de casi una hora de viaje él junto con Adriana llegaron a un vecindario bastante precario, se detuvieron frente a una fachada en construcción cuya entrada estaba señalada con una gran cortina de metal, sobre la entrada se veían escritas las palabras “taller mecánico”

—debiste haberme dejado conducir, hubiéramos llegado más rápido— se quejaba Adriana saliendo del auto, el hombre solo sonrió haciendo lo mismo

—al menos llegamos a salvo, sin ninguna advertencia de ataque cardiaco de mi parte— 

—eres bastante miedoso Oswaldo, ¿Qué harás si te ves obligado a hacer una persecución policiaca? —

—bajare del auto y te dejare encargarte de eso, tu sola— respondió con una sonrisa, para después fijar su mirada en la cortina de metal —parece ser que ya han cerrado—

—este lugar nunca cierra, solo es cuestión de hacerle saber que estás afuera— dijo la mujer y antes de terminar de hablar comenzó a golpear la cortina con el puño —Don Pepe, soy Adriana, abra por favor—

—porque creí que sería decir alguna palabra secreta— mencionó Oswaldo cruzándose de brazos golpeándose mentalmente por haber pensado en algo tan infantil

—has estado viendo muchas películas acerca de clubes secretos— continúo golpeando por un par de minutos hasta que una pequeña puerta a lado de la cortina se abrió saliendo por ella un señor de edad algo avanzada

—Adriana qué gusto verte, ¿a que debemos el honor de tu visita?, ¿necesitas piezas para tu auto? — preguntó el hombre después de dejarlos entrar, el lugar no era lo que parecía por fuera, había bastantes máquinas de última tecnología junto con algunos autos de lujo, los cuales se encontraban siendo revisados por un par de mecánicos

—me gustaría llevarme un par de cosas, pero eso tendrá que ser en otra ocasión, hoy vengo más bien por asuntos del trabajo— al escuchar las palabras de la mujer el hombre los miró con el entrecejo fruncido

—¿Qué querría un agente de la policía con un modesto taller mecánico? — cuestionó cruzándose de brazos y mirándolos con recelo

—es solo una pequeña consulta, ¿últimamente ha venido aquí un Subaru blanco 2017 por alguna modificación? — Adriana lanzó la pregunta sin dudar mucho, según lo que le había contado a Oswaldo era mejor ser directos con personas como ellos

—¿un Subaru 2017?, no recuerdo, pero si vienes a mí con esa pregunta supongo que es certero que las modificaciones las hicimos nosotros— respondió el anciano llevando su mirada a la pantalla de una de las computadoras cercanas, llamó a uno de sus ayudantes, el cual se acercó rápidamente, después de un pequeño intercambio de palabras el chico comenzó a buscar en la computadora

—según lo que vi en los videos, las modificaciones eran bastante buenas, por lo que solo pudieron haber salido de aquí— mencionó la mujer con una ligera sonrisa, ella junto con el anciano soltaron una risa 

—tienes razón, nadie es mejor en esto que nosotros, es por eso que todos los corredores vienen aquí, incluso tu Adriana— dijo completamente orgulloso

—la mejor tiene que ir con el mejor— recitó con una sonrisa de autosuficiencia, Oswaldo solo rodo los ojos al escuchar ese intercambio de palabras, aunque no era mentira, a pesar de que solo la había visto desenvolverse en una carrera, sabía que ella era la mejor en eso 

—lo encontré señor— anunció el joven que revisaba la computadora, volteo el aparato para que los agentes pudieran verlo, era el mismo vehículo que habían captado en la grabación

—¿tiene el nombre del dueño del auto? — preguntó Oswaldo mirando al dueño del taller, este dirigió su mirada a la pantalla para después negar con la cabeza

—no, lo lamento, además no todos dejan su nombre, sobre todo si pagan en efectivo— respondió el señor, el agente soltó un suspiro de cansancio, al parecer esa pista llegaba hasta ese taller, sería difícil encontrar el auto sin más pistas

—yo he visto este auto antes— reveló el joven que les había ayudado a encontrar el registro del mismo

—¿Dónde? — cuestionó Oswaldo con urgencia

—en las carreras, ¿verdad? — soltó Adriana cruzándose de brazos y mirando al joven quien solo asintió

—así es, creo que estuvo ahí el fin de semana pasado, por lo que es posible que vuelva de nuevo— explicó el joven calmado, la mujer agente dio media vuelta y comenzó a pasear su mirada entre la mercancía que estaba en el taller

—entonces supongo que tendremos que ir y averiguarlo por nuestra cuenta, ¿tú qué piensas Adriana? — preguntó creyendo que la mujer estaba a su lado, sin embargo, esta se encontraba hablando con un par de chicos mientras movía su mano señalando hacia la mercancía —Adriana, ¿me estás escuchando? — 

—claro, escuche todo y si vamos a ir, tengo que hacer que mi auto se vea perfecto— respondió sin quitar su mirada de los estantes

—no iremos a pasear, será para averiguar quién es el dueño del auto— 

—lo sé, pero aun así mi auto tiene que verse radiante, no quiero que la pandilla crea que he descuidado a mi bebé— los jóvenes con los que hablaba comenzaron a empaquetar lo que había pedido en un par de cajas, mientras la mujer volteo a ver a su mejor amigo —además, no sé cómo entiendes que funciona este mundo, pero no podremos ir hoy—



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En el texto hay: policias, romance, accion

Editado: 23.07.2020

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