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Un mes después.
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Narra Liz.
Siento las patadas de mi hijo, no he dormido nada, desde ayer está súper inquieto. Emily sigue dormida a mi lado. Juliette se fue a su casa con Charles. De Albert solo sabemos que está vivo cuando va a trabajar, cuando nos saca para salir a almorzar y cuando viene para estar con Emy y sólo con ella, yo me voy cuando él se queda con la niña. Y aunque siento un vacío enorme cuando no estoy con él, preferí alejarme a continuar haciendo crecer lo que siento. Todos me han dicho que es demasiado notorio. Pero no sé, es que algo tiene que me hace débil. Tiene algo especial. Es un completo idiota, pero, es un idiota del cual me estoy enamorando.
Me levanto a preparar el desayuno de Emy. Primero me ducho. Me visto con un peto deportivo y mis calzas. Me encanta ver mi panza, sobre todo cuando Asher se mueve. Decidí que mi hijo se llamaría Asher. Era lo justo, yo nombré a mi princesa, le correspondía a Albert nombrar a mi principito. Además, el nombre es bastante lindo si lo comienzo a pensar, es un nombre bastante apropiado para lo guapo que será mi bebé.
Llego a la cocina, busco lo necesario para preparar un desayuno de campeonas. Pero las contracciones que comienzan no me dejan cocinar tranquila, he tenido contracciones, pero son más que nada por las preocupaciones y emociones fuertes que he sentido.
Pongo música para relajarme. Pero es imposible, mi hijo moviéndose y las fuertes contracciones. Ni el respirar profundo funciona. Busco mi celular y comienzo a llamar a Albert. Emily despierta, le doy su desayuno, su medicina, la visto y la dejo jugando en la sala. Sigo llamando a Albert, pero no contesta. No responde las malditas llamadas, ya van más de 20 intentos. Las contracciones no son tan constantes, pero si son duraderas.
Ya me doy por vencida, sé que Albert no va a responder. Pero hay alguien que siempre está conmigo, que nunca me deja. Le marco porque él siempre me cuida como si fuera la princesa en un cuento de hadas.
–Princesa.
–Princeso, mi hijo.
–Voy, no te preocupes, arréglate y arregla a Em.
–Gracias.
Arreglo a Emily, busco la maleta y la dejo en la entrada. Me pongo un abrigo y espero a que llegue Matt.
Narra Albert.
Estoy saliendo de la ducha, se suponía que debía quedar limpio, pero estando con la tentación a mi lado, con Aymara nunca logro estar sin sexo. Reviso mi celular, 28 llamadas de Liz y Matt me está llamando. Con Matthew Focker hemos creado una linda amistad con el tiempo que vamos trabajando juntos y compartiendo, además creo que él puede ver a través de mí, así bien cursi.
–Imbécil, deberías responder primero las llamadas de Liz antes que tu apetito sexual, en 5 en su departamento, yo voy saliendo.
–No entiendo.
–Asher.
Mi hijo, creo que va a nacer mi hijo. Me arreglo lo más rápido que puedo porque son cinco minutos, valiosos y los Tengo que aprovechar.
–Aymara, voy a la Clínica.
–Bueno, adiós. Te voy a extrañar en Italia amore mío – dice colgándose de mi cuello.
–Yo también, me avisas cuando llegues a Italia – la beso y salgo de mi casa.
Decido ir en la moto, así llegaré más rápido. Antes de 5 minutos ya voy llegando. Al igual que Matt.
Narra Liz.
Tengo todo listo. Solo espero a que Matt llegue. La puerta se abre, Matt y Albert entran, por supuesto entraron con la llave de Albert, pues mi princeso no tiene llave.
–Llévala en mi auto, yo me voy en el auto de Liz con Em – dice Matt.
–Ok. Hola mi reina – saluda a Emily, que sale con Matt, Albert toma la maleta – Liz, perdón por no contestar es que....
–Solo llévame a la Clínica, Irwin y ahorra palabras – digo seria.
Bajamos, subo al auto de Matt. El viaje es en silencio, ninguno dice nada.
–Juliette, voy a la Clínica con Albert, va a nacer Asher, avísales a todos por favor.
–Ok querida. Te quiero. Besitos.
–Besitos.
Llegamos a la clínica. Albert se baja y abre mi puerta, me tiende la mano que no le recibo.
–Saca la maleta, puedo bajar sola – eso Señores, mi orgullo, ante todo.
Albert no dice nada. Camino hacia el interior de ese lugar que tantas veces he visitado.
–Hola Karla, me vengo a internar, mi hijo ya quiere nacer.
–Bueno Liz, ya conoces maternidad, tu habitación está lista, Emily estará contigo – se levanta y besa mi mejilla.
–Gracias.
Albert me sigue. Subo por las escaleras, es bueno caminar y hacer ejercicios en situaciones así.
–¿Estás bien?
–Sí – miento, estoy que me muero, pero no voy a ser débil a tu lado ¡Idiota!
Llego a la habitación y Emily me está esperando.
–¡¡Amiga!!
–¡¡Emily!! – abrazo a mi amiga, la que le robó el corazón a mi súper amigo.
–Va a nacer mi sobrino, que emoción – sus ojos brillan.
–¿Y qué tal llevas los dos meses?
–Comiendo helado. Unos antojos terribles a las 3 de la madrugada. Cam sufre – me acomoda en la camilla, me conecta a un monitor, me ayuda a ponerme la bata y llama a la Doctora.
Un monitor suena.
–¿Qué es eso? – pregunta Albert.
–Una contracción – le respondo fría y distante.
–¿Te duele?
–No, me hace cosquillas. Que pregunta más idiota, por supuesto que duele – le respondo a un principio sarcástica, pero luego me enojo. Es un idiota.
–Entiendo.
–Hola Elizabeth, Albert. Veamos si su hijo quiere salir.
Me da una contracción y estornudo, un dolor se expande en mi zona pélvica.
–Elizabeth, tu hijo va a nacer ahora, ya viene, con el estornudo hiciste la mitad del trabajo, ahora solo vas a pujar.
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Editado: 01.10.2022