Contigo, hasta la luna

EMILY

Llegar al fin de semana fue lo más difícil, al menos lo fue evitando a Alexander.

 

Sé que prometí asistir a esa fiesta con Gregory en casa de Weston, pero sigo sin encontrar sentido a que estemos ahí solo para verlo tomando con amigos y olvidando mi existencia, cuando puedo hacer exactamente lo mismo desde casa viendo historias de Instagram.

 

Igual, di mi palabra y no habría podido quitarme a Greg de encima si faltara.

 

Era un lindo día, sábado claro, pero Melbourne por las noches de no es muy tranquilo y menos aún un sábado de regreso a clases. La escuela a la que asisto, o bueno la escuela de mi padre, el Saint Johns, no es cualquier escuela y a pesar de que varios no lo creen, yo entré ahí por mí misma no el título ni puesto de mis padres ahí, pero claro, ¿quién le creería eso a la "mimada" hija del director Xavier? Bueno, hasta ahora nadie más que mi familia y Gregory.

 

Volviendo a lo que decía, es un lindo día, sería considerado perfecto para una fiesta, o al menos creo que pensaría eso si me gustaran. Igual, el punto es que pasé mi mañana de compras con Melissa y Oliver para encontrar algo para mí y nos dirigimos a casa de Meli a cambiarnos y a maquillarnos mientras bailábamos y reíamos.

 

–Lalalala.– tarareaba riendo mientras ellos bromeaban.

 

–¿Por qué no muestras este lado tuyo más seguido?– preguntó Oliver riendo y desordenando mi cabello.

 

–Oh vamos Oli, ella no es divertida, a menos que esté con nosotros.– contestó y se quitó en cuanto me vio alargar el brazo y reímos.

 

–Les prometo divertirme en el segundo de Greg se aleje, ¿aceptan?– contesté esperando que él no me abandonara.

 

–No creo que lo cumplas, pero si es lo que obtendremos...acepto.– respondió Oli, a lo que Melissa asintió tomando de su frappuccino y rompió en risas.

 

–Bueno, hora del maquillaje.– gritó levantándose y dejando a un lado el vaso del que tomaba para tomar mi mano.

 

–Algo ligero.– le advertí y pude ver la mueca que hizo Oliver– vale, pueden hacer lo que quieran conmigo, pero no muy llamativo ¿okay?

 

–Si, solo diré que no prometo nada.– anunció Oliver y lancé una almohada en su dirección.

 

Luego de tres horas encerrados estábamos listos. Melissa llevaba un short corto que hacía que se viera más alta aún de lo que está y un top negro que resaltaba perfecto con su piel casi pálida y dejaba ver las pecas que bajan por su cuello, además agarro su largo cabello con un moño alto y su maquillaje era perfecto. Oliver se veía bien también, simplemente jeans y camisa de colores vibrantes que junto a su cabello platinado lo volvían perfecto para llamar la atención.

 

Y bueno, ¿yo? Definitivamente no escogí mi atuendo, se notaba a kilómetros que eso había sido idea de ellos dos, pero al verme al espejo sonreí, llevaba un conjunto que eligió Melissa, era un top y una falda de cuadros negros y blancos con unos tenis blancos sencillos, pero claro que eso no era para nada mi estilo, pasar de sudaderas enormes a esa diminuta falda no era algo normal, pero necesitaba la atención de Greg si no quería perder.

 

Tomé prestado un bolso negro del perchero y bajamos las largas escaleras hasta la entrada.

 

Antes de salir nos encontramos a los padres de Melissa y ellos aceptaron dejarnos dormir en su casa, por lo que nos pusimos en marcha y subimos al Bugatti de Oliver, era su posesión más preciada, por lo que esa noche nada podía derramarse ni salir mal.

 

Al llegar pude ver a Greg esperándome y sus ojos abrirse al verme.

 

–¿Qué llevas puesto Emm?– preguntó cuando me acerqué.

 

–Oh vamos Greg, simplemente me arreglé, no es para tanto.– dije tomando su mano y quitando importancia a su asombro, a lo que sonrió.

 

–Deberías aceptar venir más seguido.– declaró antes de entrar en casa de Weston.

 

La entrada no era extraña, de hecho era como casi todas las de esa zona, pero lo diferente fue al abrir esa puerta negra. A pesar de que podías escuchar el sonido de la música y los chicos, dos calles antes de llegar, el abrir y entrar ahí era como si pusieran la bocina justo en tu oído, aunque no me molestó tomando en cuenta que la música era lo suficientemente movida como para divertirme.

 

No había pasado ni un minuto desde que llegamos y los amigos de Greg ya le habían entregado un vaso rojo de plástico para que los acompañara en su tonta necesidad de tomar a donde fueran. Pero claro, opté por no quejarme, a fin de cuentas tenía a Meli y Oli aquí, o al menos creía que los tenía, antes de voltear y darme cuenta de que ya se habían perdido entre la gente.

 

Yo prometí que me relajaría y más ahora que mi novio en definitiva había desconectado de toda sensatez. Sin pensar en nada me dirigí al lugar del jardín en el que se encontraban más personas; para ser sincera estaba todo perfectamente decorado, las paredes blancas estaban siendo iluminadas por pequeños focos de colores y las personas iban de un lado al otro con comida y bebidas que sacaban de dios sabe donde, algunos incluso tomaban un baño en la piscina mientras cantaban lo que sonaba de fondo.

 

Al llegar noté que varias de las personas que estaban ahí ni siquiera iban en el Saint Johns y fue justo ahí, o al menos cuando di el trago al vaso que Weston depositó en mis manos, que decidí rendirme y bailar con el resto. Cerré los ojos y me dejé llevar por el ritmo de la música que sonaba, olvidando al resto de personas que estaban, olvidando la falta de mis amigos y olvidando que Greg me dejó sola, de nuevo.

 

Todo iba bien, hasta que escuché una voz familiar a mi espalda.




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