Contigo, hasta la luna

EMILY

Al terminarse el partido pasé media hora buscando a Oliver y Melissa entre la multitud, por lo que llegamos tarde a la fiesta en Melvin's, pero a fin de cuentas era una sorpresa, así que mi emoción subió al divisar el gran letrero azul con amarillo que ponía el nombre del restaurante.

 

–Gracias por acompañarme chicos, sabe que no suelo hacer estas cosas entonces necesitaré su apoyo– dije algo nerviosa.

 

–Tranquila Emm, se va a sorprender demasiado de verte, ya verás que será una gran noche.– comentó Melissa y salimos del coche haciendo bromas.

 

Antes de entrar me giré para que Oliver me dijera como me veía, pero su cara fue de sorpresa cuando abrí la puerta, por lo que volteé para encontrarme con la peor escena posible, como si no fuera poco lo que ya había pasado, mi novio estaba besándose con nada más y nada menos que la chica que se lo comía con la mirada en la fiesta del sábado.

 

Lo único que pude hacer fue correr a donde estaban ellos y separarlos.

 

–Eres un idiota Gregory Stone.– le grité después de darle una bofetada y me giré hacia la chica.– y tú, ni siquiera mereces que te diga nada.– empecé a caminar a la entrada aguantando las lágrimas y escuché a Gregory seguirme, tocó mi hombro intentando que lo mirara, pero solo estiré mi mano.

 

–No me toques y no vuelvas a buscarme.– dije entre dientes antes de irme y cerrar la puerta lo más tranquilamente posible.

 

Corrí en dirección al coche de Oliver y me encerré ahí a esperarlos, aunque claro que no pasaron ni 5 minutos antes de que Mel y Oli salieran a buscarme.

 

–Ay linda, ¿estás bien?– preguntó Melissa pasándome una caja con pañuelos– estamos aquí para ti, lo sabes.

 

–Gracias, chicos, en serio– los abracé y me dejaron llorar un rato.

 

–Solo fue un error, ¿sabes?– comentó Oliver al fin y algo en mí se rompió.

 

–Eh...¿¡estás hablando en serio?!– grité enojada.

 

–Oh vamos, la pareja perfecta no puede acabar así como así, ¿cierto?– debatió Melissa y no pude seguir.

 

–¡Váyanse al carajo ustedes también!– tomé mi bolso y salí del coche sin dirigirles otra palabra y fue ahí que recordé que mi casa quedaba del otro lado de la ciudad.

 

«Tiene que ser una broma»

 

Encendí mi celular y llamé al número que vino primero a mi mente.

 

–¿Hola? En serio perdón por molestarte tan tarde, pero necesito a alguien, estoy varada al otro lado de la ciudad– dije intentando que no se quebrara mi voz al hablar– gracias, estoy en Melvin's– dije antes de cortar la llamada y sentarme en una banca que está en la entrada del restaurante.

 

Luego de lo que pareció una eternidad, por fin escuché el sonido de un motor acercarse y sequé mis lágrimas. Cuando se estacionó toqué la ventanilla y saludé.

 

–En serio, gracias por venir.– Forcé una sonrisa y esperé a que terminara de bajar el cristal.




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