Contigo, hasta la luna

EMILY

Al despertar el domingo mi madre me llevó con ella a arreglarnos con sus estilistas favoritas por lo que solo me dejaba guiar. Me hicieron un peinado bastante simple y pintaron mis uñas para que combinase con el vestido verde que usaría en la noche.

Luego de lo que parecieron mil horas terminaron el complicado peinado de mi madre y al verla al espejo notabas lo satisfecha que había quedado.

–¿No te encanta?– preguntó y asentí– la próxima deberías dejarlas hacer algo más...no sé.–

–¿Llamativo?–

–Esa es la palabra que buscaba– contestó y yo reí.

–Claro madre, la próxima será.– ella sonrió y tomó mi brazo.

Volvimos a la casa y al llegar pude ver a los cocineros y cocineras pasear por la cocina sin cesar, mientras que el resto de personas arreglaban el comedor y el recibidor. Todo se veía tan...

–Perfecto– exclamó mi madre al entrar con una gran sonrisa en el rostro.– Karen, asegúrate que todo siga así para la hora acordada y Emily, deberías empezar a cambiarte, en cualquier momento llegarán los invitados.– fue lo último que dijo antes de desaparecer entre la multitud, dejándome al pie de las escaleras.

–Está bien, supongo.– contesté, pero ella ya no estaba.

Subí las escaleras y me puse el vestido verde que había comprado. Era un vestido color esmeralda y corto, con piedras en la parte de arriba y suelto de la cintura para abajo. No acostumbro usar este tipo de ropa, pero este día quería resaltar, aunque sabía que mi padre solo había dicho de invitar a la familia de Niall conociendo a mi madre eso significaba una gran cena con más de 20 invitados mínimo así que todo debía ir perfecto. Me puse los tacones negros que también compré el día anterior y antes de salir ya se podían escuchar las voces de todos afuera.

Decidí abrir mi puerta y me dirigí a las escaleras. Antes de bajar respiré profundo y cerré los ojos, al abrirlos miré hacia abajo y pude divisar una cara conocida en la entrada.

–Tiene que ser una broma.– dije entre dientes, pero luego miré a mi madre que estaba a su lado sonriendo y fingí una sonrisa mientras bajaba las escaleras y me dirigía a ellos.

–Querida, él es Alexander Wright–comentó– el hijastro de Niall– lo miré sorprendida y confundida.

–De hecho, señora Jones, Emily y yo nos conocimos recientemente– contestó Alex y me ofreció una sonrisa, aunque noté la incomodidad de su cara.

–¡Espléndido!– dijo una mujer que estaba al lado de Niall, y yo asumí que era la madre de Alex.

–Sí, pero realmente no nos conocemos tan bien– solté algo distante –si me disculpan, debo saludar al resto de invitados– añadí dando media vuelta y caminando hacia el gran salón, el lugar al que solía ir con los hijos de los invitados de mi madre.

–Espera, Emm, si vas al gran salón lleva a Alex contigo, por favor– dijo mi madre y asentí sonriendo, él me agarró del hombro y me empezó a seguir sin decir nada.

Después de unos metros se frenó en seco y yo paré también dando la vuelta para mirarlo.

–¿Qué sucede?– pregunté.

–Quería disculparme.– contestó y asentí.

–Vale, escucho, pero no prometo nada–

–En serio lo siento Emm, mi situación con Niall y eso no es buena y no me gusta hablar de ello con nadie, acababan de contarme de esta estúpida cena y hablaron de emparejarme con alguien, estaba enojado y me desquité contigo, lo lamento.– sonaba extraño pero sincero.

–No debiste decir eso, lo sabes.– dije suspirando.

–Lo sé nena, pero puedo compensarlo, ¿te parece bailar con un idiota?– preguntó y al levantar la vista pude verlo sonreír– Vamos princesa.–

–No me digas así– contesté riendo.

–¿Por qué no? ¿Acaso no estamos en un castillo?– golpeé su pecho y rio.

–Siempre es lo mismo contigo.– dije sarcástica y me guiñó el ojo.

–Por supuesto que sí...princesa– contestó y me ofreció su mano.

–Supongo que no tengo nada que perder– acepté encogiéndome de hombros y puse mi mano sobre la suya– pero al primer pisotón me retiro.–

–Trato hecho.– tiró de mi mano y me acerqué a él–no muerdo niña, de hecho soy yo quien debería cuidarme, no has comido nada, ¿cierto gremlin?– giré los ojos y lo pisé apropósito, él exageró una cara de dolor y lo ignoré.

–Eres el rey de la comedia ¿cierto? quizás deberías considerar hacer un acto algún día– dije sarcástica y subí los brazos a sus hombros mientras bailábamos.

–Pues solo si puedo ser el rey que se casa con esta princesa– contestó señalándome y me sonrojé– y mientras vuelva a escapar contigo, no me haría mal probar nada, hasta la luna, ¿cierto?–

–Siempre...idiota–

–Gremlin– reímos y seguimos bailando como tontos el resto de la canción.




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