Contigo siempre

Parte 5

— ¿Cómo puedes destruir todo? Eres un desgraciado — dijo la figura femenina en la mente del robot F.

— Protocolo 666 — respondió el androide y se acercó a la mujer, que cayó sentada.

Entonces F recordó a sus padres. 

"Si ustedes no me hubieran dejado abandonada, no hubiera vivido todo este infierno, ustedes son los responsables de todo esto". 

— No te me acerques, eres un maldito como M, yo no soy como ustedes.

En eso se escuchó una voz que no supo de donde venía.

— Debes detenerte, no quiero destruirte, por favor reacciona — Piccolo no sabía que más decir para hacerla volver en sí.

— Esa es la voz del hijo de Daimaku... está tratando de ayudarme — sus ojos se llenaron de lágrimas — es una buena persona, a pesar de quien fue su progenitor... 

"Papá, mamá ¿Por qué fueron tan crueles conmigo? Si no fuera por los de la ciudad hubiera terminado entre los dientes de algún animal salvaje. Nunca seré como ustedes, quiero... quiero ser como Piccolo".

Los guererros Z vieron como el robot quedó quieto cambiando sus ojos de rojos a cafés, para luego caer al piso como títere que se le cortan los hilos, de algunas articulaciones empezó a salir humo.

Todos miraron a Hedo que tenía otro control en sus manos, al parecer había hecho uno de repuesto.

— Fue lo mejor, ahora me lo llevaré para revisarlo y ver que me puede servir.

— IDIOTA ¡CÓMO PUDISTE MATARLA! — Piccolo volvió a su estado base, para tomarlo de la bata.

— Ya estaba muerta, cuando traspasaron su alma destruyeron su cuerpo, no hay forma de revertir lo que hicieron, es una aberración — no le tuvo miedo al namek, confió en Gamma, que ya tenía su arma en sus manos para defender a su creador.

— Era un ser que luchaba para ser libre.

— Dejélo.... — Gamma no pudo seguir hablando.

El androide se levantó, miró fijo a todos con sus ojos rojos, que por fin se volvieron permanentemente cafés.

— ¿Qué me pasó?

— F... ¿Estás bien?

— Sí... solo me duele un poco la cabeza.

— No puede ser — el científico liberado del agarre de su bata, cayó al piso y se arrastró por el piso hasta llegar a los pies de Gamma — esto no puede ser, no puede estar moviéndose, todo debió quemarse ¡¡Su cuerpo se llenó de humo!!

— ¿Qué quieres hacer?

— Quiero... quiero volverá mi casa, a mi tierra... ver a mi princesa. Gracias hijo de Daimaku — miró a todos, y por fin sonrió sinceramente — gracias por ayudarme.

Mientras F volaba a su destino, recordó la primera vez que despertó en ese cuerpo artificial, Se dio cuenta que era totalmente diferente, según lo que conversaron pensó que solo le harían más fuerte, pero al final no le importó, solo deseaba tener la fuerza para matar al demonio verde.

Al final la científica decidió dejarlo congelado junto con M, y seguir con sus experimentos, pero luego de 100 personas, solo F y M había sobrevivido al proceso, dado los desastrosos resultados, su creadora fue enviada a trabajar a otro lugar, pero murió en un accidente de tráfico, así fue como el lugar quedó abandonado por decenas de años, hasta que Bulma, Hedo y Gamma 1 irrumpieron allí.

Desde que tenía memoria, siempre ayudaba en el pueblo, tenía poderes mágicos, le dijeron que heredados de sus padres, quienes habían pasado por allí, destruyendo los campos para obligar a los aldeanos a darle dinero, por suerte los pobladores lograron matarlos, al descubrir al bebé tuvieron piedad y los cuidaron entre todos.

Muchos años después de eso, cuando pasaba los treinta, llegó una jovencita al lugar, contó cómo sus padres la habían maltratado siempre, y que, al ver la oportunidad, había huido para salvar su vida. Nadie quería tener la responsabilidad de cuidarla, por eso se sintió identificado con ella, la protegió siempre. Una vez la jovencita comió algo malo, el médico recetó un tratamiento muy caro, por eso F fue a la ciudad más cercana, iba a vender lo único de valor que tenía, una collar de oro que había sido de sus padres, lo encontró ya de adulta, por vergüenza de cómo habían actuado sus progenitores con todos lo tenía oculto, seguramente era robado, pero cuando llegó a la capital de su sector, supo que las tropas de un demonio llamado Rey Piccolo Daimakú habían destruido ciudades enteras y matado a muchos, volvió lo más rápido que pudo a su pueblito, allí encontró a todos fallecidos, los dejó a todos en sus camas, y comenzó a caminar para morir o matar al nuevo Rey de la Tierra.

En su recorrido vio toda la devastación que dejaban a su paso los demonios, tres días después que comenzó su peregrinación, llegó a un lugar donde una científica, que se identificó como perteneciente a algo llamado la Patrulla Roja, un grupo que quería detener al ser verde, le prometió darle el poder necesario para destruirlo y a todos sus secuaces, pero ella debía aceptar participar de un experimento.

F, que cuando era humana se llamaba Barfem, vio una de las montañas que rodeaba a su aldea, por eso bajo a tierra, ahora que sabía que todos habían revivido, quería ver a Priscilla. Seguramente ella la reconocería, a pesar que no tuviera su cuerpo ¿Cuántos años habían pasado? Se había olvidado de preguntar, miraba a un lado y otro y a no ser por las montañas, no reconocería el lugar, todo se veía muy diferente, pero estaba segura que era su pueblo.

Unos  minutos después vio a una mujer que siempre le pedía ayuda con cosas, cuando pensó que habían muerto tenía al menos 30 años, con hijos pequeños, ahora la vio con nietos a su alrededor ¿Cómo estaría su pequeña princesa? Desde allí pudo ubicarse, su protegida le prometió que nunca vendería el lugar donde estaba su casa. Ahora era un sector central de la gran urbe, la casa estaba corroída por los elementos, entonces vio salir a su querida Priscilla, ya de treinta y tantos, pero su mirada estaba hundida, demacrada, se acercó más rápido, entonces iba decirle algo, pero su forma de mirarla no le dejo articular palabra.



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En el texto hay: venganza

Editado: 12.12.2023

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