7.- Las llamas iluminan isla Banaro

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"Una ventaja de un par de horas es mejor que nada" pensó Ace, mientras sus manos envolvían fuertemente la barandilla cuando al fin vio la Isla Banaro en el horizonte, haciendo crujir el metal por la presión impuesta.

Porque sí, habían conseguido fabricar su milagro de ganarle a un buque de guerra, gracias principalmente a una idea apresurada de Sabo, y mucha, mucha suerte de no toparse con el vicealmirante Comil mientras la realizaban.

La idea: Dañar el timón del buque de guerra del vicealmirante.

La expectativa: Abordar el buque, destruir y escapar.

La ejecución: Por poco, un completo desastre, ya que los marinos casi destruyen su barco pesquero en su huida, pues los tres habían subestimado el alcance de las balas de cañón del buque.

Pero resultó, o al menos el barco maltrecho en el que estaban les permitiría llegar a Isla Banaro, según Sabo. El hermano rubio también le había dicho a Ace, que cuando abordaron el buque, había ido directo a la cabina del vicealmirante, y había robado el mapa de Banaro, más varios eternal pose de islas aledañas que tenía en una repisa. A Ace le parecería bien pero no diría nada al respecto. Solo esperaba llegar pronto, y ver con sus propios ojos a todos sus nakamas.

"Son una tripulación fuerte, seguro están bien" se dijo, mientras ayudaba a Luffy a plegar las velas, a medida que se acercaban a la costa.

Por un momento, pasó por su mente una fugaz visión de algunos de sus nakamas: Kotatsu correteando como siempre a las gaviotas que osasen tocar la cubierta del barco ya que pretendía ser el único animal a bordo, Banshee preparando uno de sus almuerzos abundantes pero incomibles para todos sin aceptar un no por respuesta, Mihar explicandole a cualquiera la importancia de las matemáticas en su vida como si fuera un predicador, Skull probando ese extraño cañón automático que dijo que iba a tener listo cuando regresaran, y Deuce asegurándose que todos estuviesen a salvo... tarea que le correspondía a él como vice-capitán mientras Ace no estuviese a bordo.

Salió de su ensimismamiento cuando notó que, al terminar de anudar una cuerda, sus manos temblaron. Las empuñó con fuerza, para disimularlo frente a Luffy.

Por alguna razón, persistía esa sensación de sentirse acorralado, como si nunca hubiese abandonado esa oficina llena de humo de la marine. Como si aún aquel hombre estuviera rugiendo a través del den den mushi su nombre junto al maldito apellido del inútil que tuvo por padre. Podía escucharlo. Incluso ahora.

"Gol. D Ace"

Pero ese no era él.

—Ace, tenemos un problema —dijo la voz de Sabo atrás del timón, cuando ya estaban lo suficientemente cerca de la costa para que una bandada de gaviotas los fuera a recibir—. Necesito que vengas a ver esto.

Ace saltó del mástil donde estaba y miró hacia donde señalaba Sabo, esperando que el problema no fuera haber avistado el barco donde estaban sus nakamas inmerso en algún tipo de dificultad.

Para su fortuna, no lo era. Aunque, de hecho, ese problema también era preocupante

—Imposible que podamos desembarcar por este lado. Los peñones banana que están en la costa lo van a impedir.

—¡No tenemos tiempo para rodear la isla en esta cosa destartalada, Sabo!

—¿Y crees que no lo sé? Pero si nos acercamos mucho nos vamos a estrellar contra esas rocas, e igual vamos a terminar naufragando.

—Solo trata, Sabo. Trata.

Sabo soltó un suspiro, pero le hizo caso.

Y fracasó.

Y no solo una vez, sino en varios intentos, haciendo que los tres hermanos se tensaran. Ace frunció el ceño y cuando estaba pensando en decirles que saltaran hacia la costa dejando esa embarcación en mal estado a la deriva, otro barco, un poco más pequeño que el suyo, pasó al lado de ellos, y realizando unas maniobras bruscas pero certeras, logró atracar exitosamente en uno de los lugares donde ellos habían estado fallando. Inmediatamente Sabo imitó los movimientos de ese barco, y lograron tener éxito también.

Cuando desembarcaron, Ace vio al único tripulante de la embarcación vecina más de cerca. Llevaba una capucha negra que le cubría todo el cuerpo y parte de la cara, aunque se lograba ver un llamativo tatuaje rojo cubriendo todo el lado izquierdo de su rostro. Iba a seguir su camino, ignorando al sujeto, cuando este, de improviso, les advirtió que tuvieran cuidado de ir al norte porque una gran tormenta se aproximaba. Los tres hermanos detuvieron sus pasos y se giraron hacia el hombre, pero él ya no estaba allí. O en ninguna otra parte.