Coral de Fuego

Capítulo XXXI

NAT

     Bailé con Alec por lo que en su momento pareció el resto de la noche, hasta que fuimos interrumpidos por un anuncio. Pero hasta ese momento, por fin me había da do cuenta de que lo que sentía por Alec aparte de atracción física, que en su momento me molestó más de lo que me agradó, iba más allá del rencor y misterio. Realmente sentía algo por él, y ese algo podía convertirse en mucho más. 

Mientras bailábamos, Alec me estaba reclamando como suya ante todas las personas que llenaban el salón u en vez de preocuparme o molestarme, cosa que con cualquier otro hubiera sucedido, me hizo feliz. 

Me había decepcionado que Alec me hubiera evitado después de la revelación de la profecía, pero ahora que se había sincerado conmigo, la decepción había sido reemplazada por cariño hacia el chico que estaba frente a mi. Si hubiese sido por mi, nos hubiéramos quedado en aquel momento en el que todo parecía tan sencillo, pero por desgracia, las cosas no son así. 

La música dejó de sonar. Mientras todos se mostraban confundidos, algo empozó a aparecer escrito en las paredes del salón. 

«I.S.A.B.E.L. V.O.G.E.L.»

Alec me volteó, espalda contra su pecho y me susurró en un oído —Sácala de aquí.

Después de eso, sentí cómo Alec absorbió la energía eléctrica del lugar conforme algo más aparecía debajo del nombre de mi amiga. Nos quedamos a oscuras.

Encontré y saqué a Isa del salón lo más rápido que pude y en cuestión de minutos, nos encontrábamos en nuestro dormitorio haciendo sus maletas. 

No supe que fue lo que sucedió cuando las luces regresaron porque en cuanto terminamos las maletas metí a Isa al Salón de mi familia, donde después invocaría un portal para llevarla a una de las tantas casas de seguridad de mi familia. 

Isa conocería mi apellido, y sorprendentemente, eso no me importó. 

***

Estábamos sentadas en la sala principal, en silencio, cuando Max apareció. 

—¡Noticias! Los tres nos vamos. 

—¿Qué pasó? —pregunté.

—Pregúntale a Isa que era lo que tenía que hacer.

Volteé a ver a Isa y por primera vez desde que salimos del baile habló. 

—Publicaron sus nombres ¿no es así? —parecía dolida.

—Ding ding ding— Max le dio la razón. Estaba enojado, aunque yo sabía que no era en contra de Isa. 

—¿Cuándo te llegó la carta? —quise indagar. 

—Ayer, pero le dije a Alec que no lo haría. No sé quien lo ha hecho. 

—Isa, no es tu culpa, no te preocupes. 

—¿Desde hace cuanto sabes que Nat y yo somos Salavert?

—Apenas lo descubrí. Me llegó la lista de los cinco miembros del documento con mayor precio a sus cabezas. Se suponía que los tenía que publicar en el baile. En vez de hacerlo, parece que alguien más lo hizo e incluyó mi nombre. 

—En eso te equivocas—empezó Max—, sólo revelaron el tuyo y los nuestros. Los otros tres quedaron intactos por ahora. 

Isa parecía aliviada. No estoy segura si era porque la conmoción del momento estaba pasando o si era el alivio de saber que no tenía la culpa de tantos nombres revelados. 

—¿Eso significa que los tres nos vamos? —me atreví a preguntar. 

—Yep, pero como un portal para los tres deja un rastro muy grande tendrás que hacer algo más. —Comentó mientras se dirigía a la zona de mis grimorios—Will me dijo que hay un encantamiento que nos permite pasar desapercibidos entre las personas. Algo sobre no generar recuerdos en las personas ni máquinas—continuó buscando un libro en específico y cuando lo encontró, pasó a buscar una página—. Aquí esta hermanita, espero hayas estado practicando. 

Caminé hacia Max, tomé el libro y le sonreí con suficiencia. 

—Por supuesto que sí. Espérenme aquí, tengo que ir a buscar unas cosas para el encantamiento. 

Regresé al salón principal y crucé al almacén por el cuadro. Tomé los ingredientes para el encantamiento que evita que me salga de control y los necesarios para el nuevo. Cuando los tuve regresé con los otros. 

Coloqué la vela y la mezcla de hierbas en la mesa central de mi pequeña biblioteca y cuando estuve lista para comenzar leí el encantamiento que Max me había tendido. 

—Voy a necesitar que se sienten junto a mi—lo hicieron—, lo que voy a hacer es invocar un tipo de neblina a nuestro alrededor. Lo que está hará será que nada ni nadie recuerde que nos vieron. Si tenemos una conversación con alguien, ésta la olvidará; y si alguien nos graba, seremos eliminados de la grabación. —Max e Isa asienten aceptando el encantamiento— La única trampa es que sólo dura doce horas, y no sé cuanto tiempo tardemos en llegar a la casa. 

—Si la armamos— me asegura Max— llegaremos a la casa de los Alpes. Si lo logramos, a duras penas, pero si se puede. 

—Gracias chicos— nos dice Isa.

—Isa eres nuestra amiga y eso te hace parte de nuestra familia. Esto no fue tu culpa— la tranquiliza Max. 

—Pero podrían no estarme ayudando.

—No permitiríamos que fuera de ninguna otra manera. 

Nos tomamos de las manos como el encantamiento indicaba y empecé el encantamiento. Junté las hierbas hasta crear un tónico. Los tres le dimos un sorbo y el encantamiento estaba puesto. 

—Listo, ¿y ahora qué?

—Al aeropuerto— dijo la voz de Will y sin darnos tiempo de reaccionar ante su repentina aparición, agregó— buen viaje hermanitos.

Un portal se abrió a nuestros pies y caímos en lo que parecía un baño familiar, de esos donde se mete un papá con sus hijos para no perderlos. Salimos del baño y efectivamente nos encontrábamos en el aeropuerto. 

«PARA EL VUELO 2358 CON DESTINO A BERNA ÚLTIMA LLAMADA, FAVOR DE ABORDAR POR LA PUERTA 22»

—¡Rayos! Ese es nuestro vuelo— maldijo Max.

—Pues más nos vale apurarnos— reí. 

—Para donde, ¿izquierda o derecha? —preguntó Isa participando en la conversación. 




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