El rugido constante del avión resonaba en mis oídos mientras miraba por la ventana, tratando de distraerme de los nervios que se acumulaban en mi pecho. Íbamos camino a Irak, y aunque intentaba mantener la calma, la ansiedad se filtraba en cada pensamiento.
A mi lado, Félix no dejaba de mover la pierna y morderse las uñas. Sus manos temblaban visiblemente, y sabía que estaba tan nervioso como yo, aunque lo intentara ocultar. Seungmin, sentado al otro lado, parecía un poco más tranquilo, aunque su mirada perdida en el horizonte del avión revelaba que también tenía sus propias preocupaciones.
—Félix, por favor, deja de morderte las uñas —dije suavemente, apartando su mano de su boca por tercera vez en lo que llevábamos de vuelo.
—Lo siento, Dana. Es que... no puedo evitarlo. Estoy realmente nervioso —admitió, intentando esbozar una sonrisa forzada.
Seungmin se inclinó hacia nosotros, tratando de inyectar algo de optimismo en la conversación.
—Oye, chicos, sé que estamos todos nerviosos, pero pensemos en esto como una gran oportunidad para aprender y ayudar a la gente que realmente lo necesita —dijo, con un tono tranquilo que me recordó por qué siempre confiaba en él en momentos de crisis - Además, ¿qué puede haber peor que el día de la sangre rosa? — pronunció con una sonrisa.
—Ay no, ni me lo recuerdes — hablé tapando mis mejillas las cuales notaba algo coloradas.
—No por favor, haré como que no he escuchado nada - respondió Félix, el primer afectado por aquella situación.
Todo comenzó poco después de que Seungmin llegara al equipo, aquel día él y Félix estaban decididos a impresionar a sus compañeros, sugirieron una técnica experimental para un procedimiento rutinario de extracción de sangre. Convencido de su éxito, Félix preparó cuidadosamente la jeringa con lo que él pensaba que era el mejor tono de rosa brillante, destinado a ser "sangre rosa".
Sin embargo, la realidad fue menos brillante. Cuando este realizó la extracción de sangre en un paciente crítico, en lugar de fluir la sangre de un color normal, brotó una sorprendente y alarmante tonalidad rosa chicle. Dana, Félix, y Seungmin se miraron incrédulos, preguntándose si habían entrado en un universo paralelo de medicina de colores.
El paciente, al ver su sangre rosa, entró en pánico, pensando que se estaba convirtiendo en un personaje de cuento de hadas y salió corriendo. Los tres amigos salieron a correr tras él y aquello alarmó a pacientes y médicos. Pronto se convirtió en una persecución de alguien gritando que se iba a morir y que se transformaría en algo. Aquello hizo que los pacientes más débiles entraran en pánico e intentaran huir teniendo que recurrir a seguridad para parar aquella masa de pacientes en pánico. La noticia se extendió rápidamente por el hospital, e incluso algunos medios de comunicación locales se interesaron por la extraña condición del "paciente rosa".
Entre la confusión y el caos, Dana, Félix, y Seungmin se apresuraron a investigar qué había salido mal. Resultó que Seungmin había utilizado accidentalmente un tinte de colorante para alimentos en lugar del tubo de extracción de sangre correcto. Afortunadamente, el error no causó daño al paciente, pero sí fue un susto monumental para todos los implicados.
Después de horas de limpieza y disculpas, el "incidente de la sangre rosa" se convirtió en una leyenda dentro del hospital, recordada con risas por Dana, Félix, y Seungmin en cada reunión del equipo. Aunque en aquel momento fue una experiencia estresante, ahora podían mirar hacia atrás y reírse de la lección aprendida: nunca subestimar la importancia de leer las etiquetas correctamente, incluso en los procedimientos más simples.
—Ahora creo que me va a gustar la experiencia en Irak y todo— rió Sungmin.
—Sí, tienes razón, Seungmin. Pero no puedo evitar pensar en todos los "¿qué pasaría si...?" —respondió Félix, mientras volvía a mover la pierna inquietamente.
—Mira, Félix, estamos preparados para esto. Hemos entrenado y estudiado durante años. Sabemos cómo manejar situaciones médicas complicadas. Y además, estaremos juntos en esto —traté de consolarlo, recordándole que no estaba solo.
—Lo sé, Dana. Pero... ¿y si nos enfrentamos a algo que no podemos manejar? —insistió Félix, su voz teñida de preocupación.
—Estoy en el equipo, no te preocupes—respondió un descarado Seungmin.
Sus bromas sutiles cargadas de confianza hacían que el estrés de la situación se calmara.
El avión continuaba su rumbo, y mientras hablábamos, intentábamos distraernos con temas más triviales, como las series que habíamos visto recientemente o los libros que queríamos leer. Pero siempre volvía el mismo tema a nuestras mentes: cómo sería trabajar en un lugar como Irak y qué podríamos encontrar allí.
—Dana, ¿crees que tendremos todo el equipo necesario para manejar emergencias? —preguntó Félix, tratando de enfocarse en algo práctico.
—Espero que sí. Trajimos una buena cantidad de suministros médicos, y el ejército también debería tener lo necesario. Pero tendremos que adaptarnos a lo que encontremos allí y hacer lo mejor que podamos con los recursos disponibles —respondí, tratando de sonar más segura de lo que me sentía.
Seungmin intervino, con su usual pragmatismo.
—Si algo falta, improvisaremos. Al igual que improvisamos el día de la Sangre Rosa —dijo, con una determinación que luego pasó a una carcajada tras ver nuestras caras—Ya enserio, no hay de qué preocuparse.
A medida que el vuelo avanzaba, seguíamos planificando posibles escenarios y discutíamos cómo podríamos abordar diferentes situaciones médicas en un entorno tan diferente al de nuestro hospital.
—¿Qué haríamos si enfrentáramos una herida de bala y no tuviéramos suficiente anestesia? —pregunté, queriendo asegurarme de que estuviéramos preparados para cualquier cosa.
—Podríamos usar métodos alternativos para el manejo del dolor. Siempre hay opciones, aunque no sean ideales —respondió Seungmin, mostrando su habilidad para pensar rápidamente.
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Editado: 08.08.2024