Llegué a la valla que rodeaba el campamento y, al prepararme para escalarla, noté algo en el suelo: un pequeño agujero bajo la valla. Al parecer, alguien antes que yo había pasado por ahí. Me agaché y empecé a arrastrarme por el estrecho espacio, sintiendo la tierra bajo mis manos y rodillas. Mi corazón latía con fuerza, pero la adrenalina me mantenía enfocado.
Al salir al otro lado, me encontré frente a una de las tiendas de campaña. Era grande y, según mis observaciones, debía albergar a unos tres o cuatro soldados. Me acerqué con cautela, asegurándome de que nadie me viera.
Abrí la solapa de la tienda con el mayor sigilo posible y me colé dentro. Me moví con cuidado, evitando hacer ruido, y comencé a rebuscar entre los percheros. Necesitaba un uniforme para mezclarme y moverme por el campamento sin levantar sospechas.
Tras unos minutos de búsqueda, encontré un traje militar de mi talla. Lo tomé con rapidez y me dirigí a un rincón oscuro de la tienda para cambiarme. Me puse el uniforme y ajusté el cinturón.
Mi ropa la enterré en la arena cerca de la valla, marcando mentalmente el lugar por si necesitaba recuperarla más tarde. Me sentí más tranquilo sabiendo que mi infiltración estaba yendo según lo planeado. Ahora, con el uniforme militar, podría moverme con mayor libertad.
Salí de la tienda y comencé a pasear por el campamento con una mezcla de tranquilidad y agilidad. Tenía que parecer que pertenecía allí, que era solo otro soldado haciendo ronda o lo que quiera que hagan los soldados. Las tiendas y barracas estaban dispuestas en filas ordenadas, y los soldados, aunque alerta, parecían relajados en la seguridad de su propio terreno.
Pasé junto a varias tiendas más, observando todo a mi alrededor. Mi objetivo era encontrar la tienda de mando o el edifico principal, donde probablemente guardaban la información que necesitaba. No podía preguntar directamente, así que tendría que confiar en mi capacidad de observación.
Vi a un grupo de soldados reunidos alrededor de una pequeña mesa, revisando mapas y documentos. Me acerqué lo suficiente para escuchar fragmentos de su conversación.
—Mañana continuaremos con la exploración del sector norte —dijo uno de los soldados, señalando un punto en el mapa—. El terreno es accidentado, pero necesitamos asegurarnos de que no hay minas activas antes de establecer la nueva base.
—¿Qué hay del sector sur? —preguntó otro—. Aún no hemos terminado de revisar las cuevas allí.
Mi corazón dio un vuelco al escuchar mencionar las cuevas. Sabía que esas cuevas escondían los minerales que Reik y nuestra organización buscaban desesperadamente. Necesitaba más información.
—El sector sur está bajo vigilancia constante —respondió el primero—. El equipo de desactivación de minas estará trabajando allí todo el día.
Tomé nota mental de todo lo que escuchaba. Esto confirmaba que las cuevas estaban siendo vigiladas y que el acceso sería difícil. Pensaba que tenían nulo conocimiento sobre aquel lugar que escondía tesoros millonarios. Tenía que encontrar una manera de obtener la información exacta sobre sus horarios y la ubicación de los equipos de vigilancia.
—Por cierto, ¿os habéis enterado?—comentó otro de ellos— el Capitán a sido degradado temporalmente al equipo médico—dijo con algo de burla.
—¿En serio?—preguntó otro notablemente sorprendido—¿Con el equipo médico civil?
¿Civil? O sea...¿que no pertenecen al grupo militar? Eso me daba ventaja.
Siguiente objetivo: encontrar el lugar médico.
El uniforme militar que había conseguido me quedaba algo ajustado, pero no había tiempo para preocuparse por eso. Ahora sabía que los médicos en el área eran civiles, lo que me daba una pequeña ventaja. Caminé con confianza por el campamento, imitando la postura y el andar de los soldados que había observado. Tenía que parecer uno de ellos.
Mientras me acercaba a la tienda de campaña médica, vi a un soldado musculoso salir del lugar. Instintivamente, me escondí detrás de unos barriles, esperando a que se alejara. El soldado caminó con paso firme y decidido, sin sospechar nada. Una vez que estuve seguro de que no me había visto, avancé con cautela hacia la entrada de la tienda.
Adentro, la tienda estaba iluminada con una luz suave y olía a medicamentos y desinfectante. En el centro, una chica bastante bonita estaba revisando unas notas en una mesa. Había dos pacientes en camillas, aparentemente descansando. Di un paso, intentando no hacer ruido, pero la chica se sobresaltó de todos modos.
—¿Ya has vuelto? —dijo sin levantar la vista de sus notas, su tono exasperado—. Te dije que estoy ocupada y no necesito que me distraigas cada cinco minutos.
Me quedé inmóvil, con el corazón latiéndome con fuerza. Cuando la chica finalmente alzó la vista, nuestros ojos se encontraron y vi cómo su expresión cambiaba a una de sorpresa.
—Oh, lo siento, no sabía que... —Sus ojos se entrecerraron, examinándome con detenimiento—. ¿Quién eres?
Tragué saliva, pensando rápidamente. Desvié la mirada un momento para leer la etiqueta con mi supuesto nombre en el uniforme: "Lee. M".
—Soy el soldado Lee —dije, tratando de sonar seguro de mí mismo—. Estoy aquí porque el general me pidió que obtuviera algo de información.
La chica frunció el ceño, claramente confundida.
—¿Información? —repitió, incrédula—. ¿Por qué enviaría el general a un soldado a buscar información en el área médica? ¿Por qué no habla con los militares directamente?
Sabía que necesitaba una excusa convincente y rápida. Mantuve mi postura firme, tratando de parecer lo más convincente posible.
—Es una cuestión delicada —respondí, bajando un poco la voz para añadir un toque de seriedad—. Algo que no puede discutirse abiertamente con los demás militares. Me pidió que lo manejara discretamente.
La chica me miró, aún con dudas en los ojos. Finalmente, suspiró.
—El Capitán Seo volverá en breve. Él podría ayudarte mucho más de lo que yo podría hacer —respondió.
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Editado: 08.08.2024