Corazón de León [serie Gold Pride 1]

Capítulo 18

 


En toda su experiencia como medico, Tanya no había visto nada como esto. Pero claro, los clanes tenían sus propios sistemas de salud y medicina, por lo que rara vez necesitaban acudir a los hospitales humanos, menos con cachorros.

Del miedo que sentía, su corazón bien podría salirse en cualquier momento, temía por ese pequeño leopardo en tan mal estado. Si esto hubiera ocurrido en un hospital público, Servicios Sociales ya le habría echado un ojo al niño y hecho un expediente por negligencia al padre. Sin embargo, Joey no había hecho nada más que darle todas las oportunidades a su disposición.

Simplemente, la ausencia de la madre provocó que Elijah creciera sin balance.

Ahora, Patrick murmuraba palabras hacia el leopardo que continuaba con convulsiones violentas otra vez, en un rincón Lyra temblaba también mientras Gala hacía lo posible por evitar que la loba sufriera un shock emocional al sentir tantas cosas. Tanya no tenía idea de que podría estar percibiendo de Patrick, pero por el estado en que le veía, debía ser intenso.

Sacando las garras, Patrick respiró con fuerza y tomó al cachorro por el pelaje de la nuca dejando su cuerpo inmóvil, los quejidos y gruñidos llenaron el aire, el olor a sudor impregnó sus sentidos. El león apretó con fuerza mientras miraba directo a los ojos de Elijah, segundos pasaron, su cuerpo se movía en el aire, pero cada vez menos, hasta que de pronto, en el silencio se quedó quieto. Desde su posición Tanya podía ver la claridad en los ojos verdes del león, hasta que un brillo dorado los hizo destellar, algo había pasado, algo que hizo que Elijah también dejara de llorar.

Sin dejar de apretar su pelaje, Patrick lo recostó sobre la camilla, Tanya se apresuró a medir el pulso.

—Disminuye —dijo con alivio.

—Me ha reconocido —Patrick habló a través de una pequeña y frágil sonrisa—. Ahora puede cambiar.

El león dejó descansar una mano sobre el pecho del niño cambiante y cerró los ojos, susurrando un dulce “Estás a salvo con nosotros” que el pequeño captó moviendo sus orejas hacia el sonido. Elijah se retorció, Patrick le dio espacio, con nuevos alaridos de dolor el cuerpo del leopardo fue dejando paso al humano, las garritas se fueron para ser reemplazadas por manos rellenas, la cola se movió entre sus patas traseras hasta fusionarse para luego desaparecer también, formando un par de piernas fuertes. El cambio fue aterradoramente lento debido al tiempo prolongado en que no pudo hacerlo, lo último fue la cabeza, el hocico con sus pequeños dientes se redujo, labios finos tomaron lugar junto a una estrecha nariz y un par de ojos llenos de lágrimas. El pelaje retrocedió, dejando piel humana desnuda.

Por primera vez desde que él y su padre habían llegado a la coalición, el rostro de Elijah se dejó ver desde una maraña de cabello castaño oscuro, algo ondulado y sucio.

Una respiración profunda y el llanto humano llenó la enfermería.

—Gala, trae toallas para cubrirlo.

Patrick tomó al pequeño en sus brazos y comenzó a mecerlo, susurrando cosas que no lograban calmar un llanto desesperado, Gala lo cubrió con una toalla grande. Elijah debía estar aterrado, confundido, tras meses de estar en su forma animal, regresar a humano de nuevo era un asunto traumático, aún no estaba a salvo, debía aprender a ser cambiante.

—Tanya, busca a Joey de inmediato.

—No hace falta —Lyra habló desde el rincón—. Ya viene.

En efecto, pasaron segundos hasta que el padre irrumpió con violencia en la enfermería, cegado por el instinto protector que tensaba su cuerpo entero, Joey cruzó una agresiva mirada con Patrick y el aire se llenó de violencia y tensión, rodeada por el llanto de Elijah. Un gruñido animal sacudió el pecho de Joey cuando sus ojos se posaron en el pequeño.

—Mi hijo —gruñó—. Lo forzaste a cambiar.

Sus ojos se volvieron oscuros un momento, y al siguiente el león se asomó a través de ellos en un color amarillo desvanecido.

—Joey espera...

Tanya se interpuso pero Joey sacó garras y colmillos.

—Tú le ayudaste —masculló furioso.

Fue entonces que Patrick se colocó frente a Joey ocultando a Tanya, sostuvo a Elijah con un solo brazo y avanzó hacia Joey.

—Toca, uno solo de sus cabellos, y te juro que te haré sentir el dolor más agobiante de tu vida.

Con esa cruda amenaza, le entregó a Elijah con el mayor de los cuidados, algo contradictorio dada la circunstancia. Joey se distrajo observando el rostro de su hijo, un segundo después tenía sus ojos llenos de lágrimas y un dolor que logró conmover a Tanya. Por supuesto, era la primera vez en meses que volvía a ver el rostro humano de su cachorro.

Poco a poco, Elijah fue calmándose en los brazos de su padre.

—Lo forzaste —repitió, su voz aún temblando de rabia.

—No, él le salvó la vida —Lyra intervino, su rostro bañado en lágrimas, sus ojos animales teñidos por un tono cobrizo—. Yo lo tenía bajo mi cuidado —continuó, su mirada clavada en el piso y sus dedos entrelazados, moviéndose con nerviosismo—. Pero dejé que mi loba intentara comunicarse con su animal y..., presionó demasiado..., Elijah se sintió acorralado e indefenso y..., comenzó a forzar una transformación. —Lyra tragó su amargura—. Por eso lo he traído aquí. Es mi culpa...

Joey le dio una estrecha mirada a la loba, quien bajó aun más la mirada, sentía vergüenza y pena, Lyra retrocedió un paso, Gala le rodeó con un brazo para calmarla mientras le gruñía a Joey como advertencia.

—No ha sido tu culpa –le dijo con voz suave—. No tenías control, el niño se encuentra bien ahora.

Joey gruñó bajo, Patrick se movió inquieto.

—Formé un vínculo de sangre para poder estabilizarlo, se ha transformado a voluntad, pero con un poco de ayuda. —Patrick miró al niño con ternura, quien se aferraba al pecho de Joey.

El padre abrazó a su hijo, su semblante se llenó de una duda visible que duró el mismo tiempo que el incomodo silencio que llenó la enfermería.




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