Subió las escaleras con prisa luego de haber enviado el mensaje, guardó su teléfono celular en el bolsillo trasero y al llegar al pasillo de la segunda planta, se detuvo para calmar su corazón agitado. Volteó a ver el paisaje del balcón por unos segundos y luego buscó las pocas fuerzas que tenía para enfrentar esto.
Con una mano en la perilla, tomó una bocanada de aire y entró, Patrick giró la llave dos veces en la cerradura de la puerta de su oficina, tratando de hacer el menor ruido con ella mientras fingía una tos para disuadir cualquier interpretación. Haber sido acusado de robo, estafa, asesinato, haber sido golpeado tantas veces, encerrado, prisionero..., nada de eso fue tan difícil como lo que estaba en sus manos ahora.
Nolan estaba sentado en una de las sillas frente a su escritorios y de espaldas a él, le había pedido una reunión de extrema urgencia con él, pero se guardó el motivo.
Una vez asegurada la puerta, guardó la llave en uno de los bolsillos externos de su pierna derecha. Hoy sería un día difícil para él, pero mucho más para la coalición, hoy ya no quedaban dudas y había una espina que dolía en lo profundo.
Hoy su temor se hizo real.
Hoy la verdad salió para golpearle en la cara.
Y Patrick se sentía un poco hipócrita por sentir rabia en su interior, pues él también había hecho cosas, también había traicionado, pero a diferencia del tigre que comía una manzana con tranquilidad, él lo hizo contra personas malas y corruptas, las personas buenas e inocentes siempre estuvieron fuera de su lista.
Y esa era la línea que separaba a Nolan de él, Patrick jamás tocó a los inocentes, tampoco a los humanos indefensos, mientras que el tigre... Dios..., tenía tantas preguntas rabiosas adentro, un sabor amargo en la boca y las emociones enredadas, punzando en el estómago.
Un traidor entre sus filas, un asesino...
Un depredador que le mintió en la cara merecía lo peor, pensó en eso mientras pasaba por su lado para luego rodear el escritorio y sentarse en su silla, la arrastró hacia adelante, colocó los codos cerca del borde y dejó sus dedos entrelazados, miró fijo al tigre mientras este mordía su manzana. Pero por más que la violencia retorcida corriera con fuerza brutal por dentro, tenía que forzarse a pensar en frío.
Quería datos, nombres.
El motivo.
—Que pésimo humor traes hoy —dijo luego de tragar su bocado—. ¿Quién te jodió?
Esa era una buena pregunta...
—Llegaron los resultados de los restos de ADN encontrados en la autopsia de Yara, adivina, ¿de quien es?
Encogiéndose de hombros, volvió a morder la manzana. No hubo nervios, ni temblor, ni un atisbo de sorpresa, estaba completamente tranquilo, y Patrick trataba de averiguar cuanto del tigre era real y cuanto solo era una farsa. ¿Su amistad también había sido fingida? ¿Nunca fue leal durante todo este tiempo? ¿Sentía remordimiento? ¿Algo? Las mentiras alimentaron la furia en su sangre, que se hizo oír en su voz cuando decidió poner todo sobre la mesa.
—Te daré la oportunidad de confesar, se ha emitido una orden de captura, pero antes de la cacería quiero la verdad.
No quería sacársela a golpes...
—¿Captura? ¿Cacería? ¿Ahora yo soy el sospechoso? —Nolan bufó—. Tienen algo contra nosotros, eso es evidente, ¿no lo crees?
—¡Deja de fingir! —Patrick gruñó—. ¡Encontraron tu ADN! —Se levantó de un golpe y apoyó los puños con fuerza sobre el escritorio, inclinándose, todo su cuerpo tenso, las palabras le salieron duras y apretadas—. Quiero la verdad antes de entregarte.
Nolan giró la manzana entre sus dedos, y luego la dejó caer sobre la alfombra, el tigre lo miró a los ojos, con una calma irritante.
—¿Qué quieres saber? ¿Como un tigre pudo acabar con una osa polar? ¿O como maté a esa pantera?
—¿Entonces lo confiesas?
Nolan sonrió, de una manera fría e inhumana que parecía venir del asesino bajo su piel, ¿pero qué tanto era humano o animal?
—Jamás lo diré, Patrick. —Nolan se levantó, le dio la espalda y fue hacia uno de los libreros—. Y si intentas darme miedo, deberías hacer un esfuerzo mejor.
Patrick dejó salir el gruñido del león que estuvo reteniendo desde que leyó el mensaje de Marshall.
—Te abrí las puertas, te di un techo, comida, una familia... —Lo último lo escupió entre dientes—. ¿Y así es como nos pagas?
Nolan entrelazó los dedos de sus manos a su espalda, la irritación de Patrick bajó a sus puños, tentando las garras.
—Sigue intentando.
Rodeando el escritorio, Patrick de verdad trató de entender lo que tenía en frente, este Nolan no era el mismo que conocía, aquel que se encargaba de que cada uno de los miembros de la coalición tuviera algo que hacer, aquel que no dejaba a nadie atrás, el tigre que defendió a los suyos en cada uno de los ataques que sufrieron antes... Definitivamente no era el hombre indiferente que le daba la espalda, ignorando por completo su enojo y decepción.
Sin empatía, sin arrepentimiento.
—¿Qué hay de tus hermanos? —Preguntó, yendo por un sitio diferente para ver si con eso lograba sacarle más información. De todos modos ya había suficiente para darle el más alto de los castigos, pero Patrick quería oír el motivo por el que le quitó la vida a dos personas que no lo merecieron—. ¿Y tus sobrinos?
—Podrán vivir sin mi —respondió en tono plano—. ¿No es eso lo que siempre decías?
Nolan giró para mirarle por encima del hombro, los ojos del tigre una amenaza demasiado real, era definitivo, había perdido a un amigo y confidente, y todavía no podía creerlo, no quería. Pero por el bien de las familias y amigos de esos dos cambiantes, debía hacer lo correcto.
Y eso implicaba entregarlo.
Nolan manchó el nombre de la coalición al derramar sangre inocente, dejándolos a las puertas de un enorme conflicto diplomático.
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Editado: 16.06.2020