Tanya había estado leyendo mucho los últimos días, navegó por la red, buscó sus conexiones con el sistema médico, se metió a foros cibernéticos, discusiones de acceso público en las conferencias que solían dar los institutos, universidades y facultades de medicina.
Necesitaba saber, necesitaba respuestas.
Pero gran parte de la comunidad científica no creía en los vínculos de la raza cambiante, ni de pareja ni de sangre, según ellos eran imposibilidades biológicas, más cuentos y magias que algo real y verosímil. Otros que estaban dedicados a estudiar esto, nunca pudieron comprobar qué era lo que provocaba el vínculo, en que parte del cerebro se podía ubicar o cuales eran los cambios físico-químicos que lo desencadenaban.
Los estudios fueron poco concluyentes y de baja relevancia para la comunidad en general, por eso en la actualidad los vínculos cambiantes estaban siendo vistos como leyendas urbanas de la raza cambiante y no como algo de mérito científico o con alguna utilidad para estudiar.
Pero, los estudios que sí estaba floreciendo eran aquellos que tomaban como objeto a las enfermedades de la raza cambiante producto de la pérdida de un ser querido, principalmente de una pareja. De primera apuntaron a la depresión como la causa principal, pero luego aparecieron diferencias. Ningún tipo de cambiante experimentaba síntomas iguales, los lobos podían deprimirse a tal punto de dejar de respirar, sufrían un paro respiratorio repentino, los osos pardos por otro lado no morían, pero se refugiaban en sus guaridas alejándose por completo de sus círculos sociales.
Los leopardos experimentaban un cambio de humor impredecible, volviéndose criaturas rabiosas extremadamente peligrosas si no contaban con un sistema de apoyo fuerte. Los jaguares se debilitaban rápidamente, bajando de peso y perdiendo sus reflejos, al igual que los linces, solo que estos perdían el apetito y la capacidad de comer.
Osos polares, leopardos de las nieves, de Amur y guepardos, seguían con información nula sobre el tema, debido a que todavía se los catalogaba como tipos de cambiantes extintos o desaparecidos, al igual que los zorros y coyotes.
Fue curioso para ella saber que los leones eran el tipo de cambiante más estudiado de toda la raza, los efectos de la muerte de uno de los miembros de la pareja eran los mismos, el sobreviviente moría tiempo después por lesiones cerebrales, las más comunes eran derrames, muerte cerebral, aneurismas y falta de oxigenación en el cerebro.
Pero todos apuntaban al como sucedía, y no intentaban averiguar nada sobre como poder revertirlo y salvar vidas. La vida de su león.
Tantas noches sin encontrar algo seguro... Casi perdió la esperanza de hallar una solución.
Pero para el séptimo día de la segunda semana posterior a la captura de Nolan, Tanya recibió una ayuda prometedora, había una universidad en Paradise City que podía darle una oportunidad de solucionar el problema que tenía. Eleine era brillante, y aunque no le aseguró que fuera algo útil, Tanya no paró de agradecerle hasta finalizar la llamada.
Trent también investigó por su parte, pero con un objetivo diferente, analizar el estado de salud actual del Alfa. Ella no supo cómo el jaguar pudo convencer a Patrick de dejarlo hacerle un escaneo en su cabeza con los escáneres portátiles que había traído con sus cosas.
Cuando su hermano le contó sobre sus resultados, ella lloró en sus brazos, porque según Trent, su león tenía pocos días antes del primer daño catastrófico, el cerebro de Patrick se estaba inflamando y la meninges, una membrana delgada que recubre y protege el cerebro, se estaba debilitando. La inflamación aumentaba a pesar de que consumía medicamentos antiinflamatorios, pero al parecer esos medicamentos no actuaban a nivel cerebral y estaban diseñados para el metabolismo humano. Por otro lado, los vínculos de sangre estaban drenando energía que no alcanzaba a reponerse, las nuevas madres principalmente, y eso hacía que estuviera debilitándose más rápido.
—La inflamación también está presionando sus venas y arterias —le dijo Trent en un murmullo apenado, mientras le rodeaba con los brazos—. Lo más probable es que sufra escasez de oxígeno por la mala irrigación sanguínea, y su cerebro se vaya apagando de a poco. Pero también hay posibilidad de que una de sus arterias colapse por la presión y se rompa, ocasionando un derrame.
Oír el diagnóstico fue devastador, y que la sonrisa del león rondara por su mente mientras lo hacía era mil veces peor.
—¿Le duele? —Tanya le preguntó cuando encontró su voz.
—Es probable que tenga cefaleas, dolores de cabeza muy fuertes, mareos, perdidas de sus sentidos y de orientación.
Y con todo eso, su león seguía de pie por todos los miembros de la coalición...
Tanya no iba a quedarse de brazos cruzados, por eso contactó con la directora de esa universidad para acordar una reunión alegando que tenía un voluntario para uno de sus proyectos de investigación. La mujer, que por su voz agrietada supo ya tenía más de unas cuantas décadas encima, aceptó darle una reunión pero no le aseguró que podría aceptar al voluntario, había un protocolo de confidencialidad y requisitos estrictos.
Tanya aceptó, eso era mucho mejor a no tener nada.
Ahora, su corazón temblaba dentro de ella mientras buscaba la forma adecuada de decirle. Hablar con Gala solo fue un pretexto para alejarse de Patrick y pensar en como debía hacer las cosas, él no era un hombre fácil de manejar ni de persuadir, era un ser salvaje que iba según la corriente que él mismo impulsaba. Pero, más allá del temor profundo a que se negara a la idea que tenía en mente, ella iba a ser escuchada, tocaría todos los puntos sensibles del león si era necesario.
Porque aunque por fuera decía que podía soportar la pérdida y salir ilesa, en el fondo sabía que si Patrick se iba, rompería su corazón en mil pedazo, y de eso no se recuperaría fácilmente.
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Editado: 16.06.2020