Sebastián
Dos noches atrás estuve en casa de Los Ross disfrutando de una cita que organizó Jonathan; fueron tres horas de preocupación y miedo de ser descubierto por papá o algún familiar para mí no era sencillo escabullirme como en los viejos tiempos. No tenía un motivo claro o mejor dicho la mentira perfecta, y así no levantar ninguna sospecha ¿hasta cuanto tendré que ocultarme? Aún no me sentía preparado emocionalmente para dar el paso siguiente sobre salir del armario.
Me recargue sobre el sofá a cuestionarme mis dudas y decisión que elegía. Siempre he tenido una curiosidad ¿Cómo podían decirles a sus papás que eran gays? Leía blogs acerca del tema y experiencias que han tenido jóvenes de mi edad, pero, había un factor que causaba temor “ser rechazado” muchas familias no aceptaban a sus hijos al tener dicha elección, por lo que, terminaban escapando de sus hogares a pesar de eso, existían pocos casos de aceptación sin importar los prejuicios de la sociedad.
Deje la tableta en el sofá tras escucha el sonido del cronometró de cocina que coloque. En cuanto, ingresé a la cocina cogí unos guantes y abrí el horno para sacar la charola de pastelitos que había preparado, verificaba que estuvieran esponjados e inflados, y me llevé una sorpresa de que se habían horneado correctamente ¡yai! ya no habrá otro intento más después de haber desperdiciado ingredientes alrededor de cinco veces que fracasé en mi intento.
Miré el reloj que marcaban las 4:50 p.m. tenía tiempo disponible todavía, mordí mi labio inferior aun podía seguir perdiendo los minutos en alguna bobería tras decidir ver otro capítulo de Desentientes del sol fui interrumpido por el tocar de la puerta. Hice una pequeña queja y opté por abrir la puerta.
Quedé atónito. No esperaba a Jonathan hasta dentro de una hora ¿Qué hacía aquí? Se, suponía que teníamos un espacio libre.
—No puedes venir a mi casa sin previamente avisarme —me quejé.
Jonathan cometió una locura en venir hasta mi casa a esperarme habíamos hecho un acuerdo para evitar tener problemas con nuestros papás, y especialmente con los míos.
—Me hubiera conformado con otra escusa —argumentó Jonathan.
Crucé los brazos e impedí que Jonathan entrará al apartamento, ambos sabíamos perfectamente que ningún argumento permitiría su entrada a casa de papá sin su presencia debía de seguir con las reglas impuestas para vivir armónicamente sin un castigo.
—No es pretexto —afirmé—. Solamente respeto las reglas de papá en estas vacaciones sino va a prohibirme las salidas.
Jonathan bufó.
—Puedes hacer una excepción —comentó Jonathan tratando de coquetearme.
Ja, esto no funcionaría por ningún motivo. Sus técnicas de seducción no iban conmigo, y sabía perfectamente como terminaban está clase de muchachos que trataban de conseguir todo con este método.
—No correré el riesgo, i´m sorry —dije, mientras me encogía de hombros.
Jonathan no tuvo otra alternativa que ceder y comenzar a quejarse por mi decisión. No tuve otra alternativa que acatar la petición, todo para lograr mi propósito sin ninguna complicación con el tiempo fui aprendiendo que era mejor elegir una mascara ocultando tus verdaderas intensiones a fin de no ser descubierto.
—Tendré que aceptar —masculló Jonathan—. Te esperaré en el mismo de siempre y a la misma hora.
—Nos vemos ahí —comenté con una ligera sonrisa.
Se retiró Jonathan cerré y terminé recargándome sobre aquella puerta para dar un suspiro, vaya, él sabía cómo manipular a las personas sin su consentimiento previo debía de cuidarme un poco y así evitar añadir otra locura a la lista de verano, ya tenía suficiente con mi primera lección dada de la vida y debía asegurarme de no cometer ningún error.
***
No dejaba de mirar la hora en mi celular, mientras corría a toda prisa por las calles de la ciudad haciéndome revivir viejos recuerdos cuando estudiaba la preparatoria, pero, la pregunta aquí era ¿Cómo pude quedarme dormido? Ya no podía confiar en mí mismo después de esto nunca antes me había sucedido algo así previamente en una cita con un amigo o inclusive con mi novio.
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Editado: 23.05.2020