Corazones de Vidrio

2. La famosa creída

 

CAPÍTULO DOS

LA FAMOSA CREÍDA

 

Cualquiera puede pensar que tener una conversación con una influyente puede ser de admiración, pero se equivocan, lo mío fue lo contrario. La chica puede ser muy bonita pero no me puede mandar a callarme la boca.

La mañana siguiente, al levantarme de la cama que se encuentra junto a la ventana. Escucho desde la ventana de la vecina el sonido del televisor.

Hoy, en A Levantarse Mi Gente, tenemos a una gran invitada. Influyente en moda, con una relación duradera… Así es, Emma Oliver junto a su hija Valentina Jones.

Muevo la cabeza hacia la ventana de la vecina, pero me quito de inmediato al ver que salía de la ducha con una toalla entre su cuerpo. Últimamente mi mente no quiere relacionarse con la vecina por el problema que le causó a mi madre, un día que llegaba a mi habitación… mi culpa no fue mía, fue ella quien no bajó su cortina.

Una tocada en mi puerta, me hace saltar en el mismo sitio.

Sin decir nada, una cabeza se asoma con una pequeña sonrisa. Claro, Eric: Mi mejor amigo. Ese del que me molestaba cuando una chica se interesaba en mí o en la que las veces solía ser el que se interesaba en una.

Eric tiene el poder de que si nos juntamos, sean los mejores momentos del día. Incluso si uno se encuentra mal, trata de dar lo mejor para ambos con chistes muy malos sacados de internet. Con él nos conocimos en un cibercafé. Él iba por un café y yo, por jugar un juego recién estrenado… y ambas cosas salieron muy mal: Para él, su café le salió muy amargo; Y para mí, el juego no se reproducía.

Entonces si alguien me hubiera dicho que vaya a ese cibercafé para conocer a la persona que sería mi mano derecha en todo, hubiera ido mucho más antes. Cuando chocamos en plena pelea con algunos trabajadores, reímos cuando fuimos retirados a patadas… ay, que viejos tiempos.

—¿Recién te levantas? ¿Sabes qué día es hoy? —dice él, quitando la sábana del suelo. Llevaba una ropa deportiva, le prometí que desde hoy íbamos a hacer deporte al máximo.

—No tengo ganas. Además, debo terminar con unos planes para la universidad —Un master me dijo que tengo que presentar el mejor proyecto con papelotes y dispositivos, pero no lo quiero hacer. Más bien, no quiero hacer nada.

—¿Aún no te acuerdas?

—¿Sobre qué o qué?

—Yo lo tengo el trabajo para presentarlo —dice lo más obvio

—Cierto.

—Deja de poner excusas y alístate

Sale de la habitación y saco un cassette para escucharlo. Mientras suena, me doy un baño. Un recuerdo aparece.

El día 15 de febrero, un día cualquiera después de San Valentin.

La chica del vestido negro y una rosa blanca en su mano,

Nuestra conversación y nuestra risa hacía una fiesta,

Un pequeño beso y el final de nuestro momento juntos.

Esa chica me gustaba pero sabía que sería una persona X en la vida de uno.

Sólo un recuerdo de mi vida juvenil. Una chica que no planeo conocer.

“No dejes que nadie te quite la felicidad”

Quito el pensamiento al sentir tres tocadas en la puerta, proveniente de un Eric enojado. Creo que es momento de salir de aquí.

 

 ****

 

La tarde es mi momento favorito. Sólo miras el cielo poniendose de color naranja con las nubes despejadas, una vibra refrescante dandote en el rostro y calido sonido de las aves pasar, es en donde yo quiero estar solo viendo tranquilo, sin pensar en nada y en todo a la vez. Es como dar una pincelada a una pintura que será pronto estante de un museo conocido… así es como lo veo.

Es por eso que después de irme con Eric a hacer deporte. Me encuentro sentado en la arena de una playa, mirando mi paisaje favorito de todos los días: El atardecer.

Me encuentro tan relajado que ningún sonido —aparte de las aves —me despiertan, hasta que un odioso sonido de la música de un grupo de kpop me despierta. Observo a la persona que está a unos metros de mí y me quedo sin aliento.

Me digo varias palabras de burla contra mí al encontrarme con la famosa mentirosa, esa que me amenazó con hundir mi vida… espera, ¿eso digo? Diré que sí.

Me levanto de la arena con las intenciones de decirle que baje a su música, cuando un chico que sólo tiene puesto unos shorts se sienta junto a ella, dándole un beso en los labios. 

Ah tenías un novio, famosa creída

Me acerco interrumpiendo su apasionado beso. 

—Disculpen, tengo una queja —digo, mentalmente riendo por el rostro de la creída.

—¿Si? —dice ella con los dientes apretados, su novio o lo que sea se impresiona al verla así

—Su música me interrumpe. ¿Podría bajarle un poco? ¡Mejor! ¿Podrías apagarlo?

—No

—Valentina… 




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