Corazones Impresos

Prólogo

Sentada en una de las mesas, con el mentón apoyado en sus brazos cruzados y una taza de capuchino a su lado, Scarlett contempla la vista que se extiende a través de los grandes ventanales de Terrance, su nueva cafetería favorita desde que llegó a Silvercean. En su posición privilegiada, se puede observar las palmeras moverse a la par del soplido del viento y las olas de mar chocar contra la arena de la orilla.

Ella suspira con lentitud y toma entre sus manos el capuchino. En este punto de su vida, viajar a Silvercean ha sido, definitivamente, la mejor decisión que pudo tomar. Scarlett no recuerda la última vez que se tomó unas vacaciones desde que comenzó a trabajar en PearlStylex, la revista número dos en la lista de las más importantes en Estados Unidos, después de la famosa The New York Times.

Scarlett pasa un rato más sentada hasta que decide levantarse. Por más que le guste la vista, no puede quedarse mucho tiempo: debe volver a Nueva York lo antes posible. Ella deja su taza vacía, paga su capuchino y sale de la cafetería a paso lento.

Mientras camina, Scarlett puede sentir una extraña presión formándose en su pecho. No desea irse, pero su trabajo la necesita, sobre todo en este momento, ya que debido a la muerte de Carlos Johnson, él —ahora antiguo— CEO de PearlStylex, la empresa acaba de entrar en caos.

El teléfono de Scarlett vibra en su bolsillo, ella lo saca y sonríe al leer el mensaje de su mejor amiga que aparece en la pantalla: “Con suerte puedes resbalar de las escaleras del hotel y pedir una licencia de dos semanas”. Scarlett no miente al pensar que es una buena opción, peligrosa, pero viable si no quiere regresar a Nueva York en un buen tiempo. Sin embargo, como editora de la revista, no asistir a la bienvenida del nuevo CEO sería de mala educación, incluso por un motivo médico como un “accidente”, en las escaleras.

“Tu oferta suena tentadora, Hadley, pero no deseo quedarme sin puesto, con lo mucho que me costó conseguirlo, siquiera un resbalón en las escaleras va a impedirme llegar a la primera reunión con el presidente” Scarlett envía su respuesta y vuelve a guardar su teléfono. Le toma media hora cruzar las cinco cuadras que debe caminar desde la cafetería hasta el hotel donde se hospeda. Ella termina de guardar los últimos recuerdos que se lleva de Silvercean y vuelve a salir del hotel, esta vez para no regresar en un largo tiempo.

***

Cuando sube al avión, Scarlett se abrocha su cinturón y mira a través de la ventana, por última vez el hermoso paisaje marítimo que le ofrece Silvercean. Ella no tiene nada en contra de las grandes ciudades, pero en esta temporada, Nueva York es demasiado gris y opaco para su gusto. Sus ojos marrones brillan con lágrimas no derramadas de solo pensar en que ahora está tomando un vuelo para volver a trabajar otra vez, pero con un nuevo jefe del cual se ha esparcido el chisme de que es más estricto que Carlos Johnson.

Cualquiera pensaría que, siendo el hijo de Carlos y ahora el nuevo presidente que toma las riendas de PearlStylex, sería considerado en tomarse, al menos, un tiempo para sobrellevar el luto y, para sus empleados, adaptarse a la idea del cambio de mando; pero, siendo todo lo contrario a las expectativas, mandó a llamar a todos los directivos de PearlStylex, incluido los diseñadores, investigadores y —claramente—, a Scarlett, como editora, a pesar de estar en vacaciones.

¿Acaso él estaba demente? Scarlett no lo conoce todavía, pero sin duda alguna, le da mala espina.

Después de tres horas de viaje, Scarlett llega a su destino. Ella baja del avión y se encuentra con su mejor amiga, Hadley, esperándola en los asientos de espera mientras revisa su teléfono. Scarlett envía un “ya estoy aquí”, por mensaje de texto a Hadley, esperando ver su reacción desde su lugar, que no está muy lejos del asiento de ella.

Al leer la notificación que acaba de llegar por parte de Scarlett, Hadley eleva la mirada, en busca de cualquier rastro que pueda haber de una melena roja por toda la sala. Cuando los ojos de ella por fin lograr dar con Scarlett, que está al otro extremo del lugar, con su equipaje siendo arrastrado por su mano izquierda y su teléfono ocupando la derecha, Hadley se levanta y corre en su dirección a toda velocidad. Scarlett apenas tiene tiempo de reaccionar cuando los delgados brazos de Hadley la rodean en un cálido abrazo de bienvenida.

Tal vez Scarlett no extrañaba Nueva York, pero no puede negar que sí echaba de menos el calor de Hadley, que es, por decir así, su todo.

—¡Sinvergüenza! —Hadley la reprende sin soltarla—. La próxima vez debes llamarme más a menudo, estaba preocupada de que algo más te pasara en Silvercean. —ella habla con un suave susurro.

Scarlett inevitablemente ríe por las palabras de Hadley, ella siempre se preocupaba por todo, aunque Scarlett fuera una mujer hecha de pasta dura, Hadley siempre es quien la abriga cuando llueve antes de salir al trabajo, o la que le presta su sombrilla para que el sol no lastime su piel en la temporada de verano.

—Pareces una madre sobre protectora. —Scarlett se burla de Hadley.

En respuesta, Hadley pellizca la mejilla de su mejor amiga y luego la suelta. Scarlett protesta con quejidos al mismo tiempo que frota con su mano el lugar donde Hadley la pellizcó, pero no dice nada más, sabe que esa es la magia de ser Hadley.



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En el texto hay: romance, jefe empleada

Editado: 17.12.2023

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