Corazones Rotos

Capítulo 4

Kira Weigart

Tic... Tac... Tic... Tac.... hago el intento de abrir los ojos, pero todo me duele, me siento el ojo hinchado, la cara hinchada, entonces recuerdo la pelea, los golpes y en específico recuerdo su mensaje. Él sabe que estoy aquí, me está vigilando, conoce cada uno de mis pasos, pero era de esperarse, él tiene poder, tiene recursos, por eso siempre se sale con la suya, porque nadie se ha atrevido a desafiarlo, nadie ha podido desenmascararlo.

Cuando logro enfocar la vista, mi corazón se acelera, los nervios me atacan, me encuentro en una especie de enfermería, he de suponer que luego de la paliza me han encontrado y por eso estoy aquí, pero lo que activa mis alarmas no es eso, sino la chica que se encuentra sentada frente a la camilla, la he visto, en el cautiverio, algunas veces me azotaba, pegaba y torturaba cuando no quería colaborar, ha estado entre los protagonistas de mis pesadillas y su sola presencia me hace estremecer.

- ¡Aléjate de mí o voy a gritar! - le digo en el tono más autoritario posible, pero lo cierto es que me cago de miedo, incluso la voz me tembló, y ella lo notó, ya conoce el efecto que su cercanía me provoca.

- Mi pequeña Kira, ¿Qué hemos hablado de ese comportamiento? - dice en un tono de voz suave mientras me acaricia el pelo.

- ¡Suéltame ya hija de perra! ¡Que me sueltes joder! - le sigo gritando, y es que mis manos están atadas a la camilla, no las puedo mover, solo intento sacudir mi cabeza para que despegue sus asquerosas manos de mí, pero por los golpes de la cara me duele, volviendo el proceso de la sacudida más complicado.

- Escúchame bien lo que te voy a decir, pequeña puta -dice mientras con una mano sujeta fuertemente mi barbilla, y yo sólo contengo las muecas que demuestran que me está lastimando - en esta prisión hay reglas, y ya es hora de que te vayas adaptando a ellas o seguirás aguantando las consecuencias, en primer lugar aquí hay de todo: asesinos, ladrones, violadores, camellos, somos lo peor de lo peor, pero no somos chivatos, ¿Entiendes eso, Kira?

No respondo y me aprieta más duro, esta vez la mueca sale antes de que pueda detenerla y me limito a asentir, dándole a ella una pequeña sonrisa de satisfacción.

- Bien, eso significa que no has visto quién golpeó tu patético rostro, y es justo lo que le dirás a la enfermera y a cualquier persona que pregunte sobre esos moretones. En segundo lugar: aquí hay un solo líder, y cuando el líder habla, el resto calla y obedece, y ¿Sabes qué quiere el líder en estos momentos? - esta vez negué con la cabeza antes que me apriete y ella siguió hablando - Pues te quiere a ti pequeña, trabajando para él, para que empieces a pagar todo lo que nos debes, entre ello el pago por todos los problemas que nos has ocasionado con tu pataleta. Esta noche llegará alguien a tu celda y te dará las instrucciones necesarias para tu primera tarea, ¡No falles! - fue su última frase antes de quitarme las ataduras de las manos para marcharse. Si pensaba que mi día no podía empeorar, estaba muy equivocada.

 

♡●♤●♡
 

Ya en la celda, me pasé el resto del día acostada, la enfermera me había dado unos calmantes y algunas ampollas para los golpes, en realidad funcionaban, me pasaba las horas sedada, solo me volvía a sentir adolorida cuando pasaba el efecto del analgésico e internamente estaba agradecida de que ella me haya ayudado a amortiguar el dolor, aunque bueno, era parte de su trabajo.
 

Llegó la noche y tal como dijo la perra Ivy, en mi celda apareció una chica con aspecto gótico que me daba miedo, el pelo negro azabache, los piercings, tatuajes que cubrían sus brazos y se asomaban por el cuello del uniforme de la prisión, la típica chica que se te cruza en la calle y quieres salir corriendo porque tiene cara de que te quiere matar.
 

- Sígueme - fue todo lo que dijo, su voz era ruda, autoritaria, sí que daba miedo, deseaba evitar más golpes a toda cosa, así que solo asentí, me paré de la cama y la seguí.
 

Me pareció raro ver que, de nuevo, no habían guardias en los pasillos, aún tenía los nervios alterados, y más tomando en cuenta que la última vez que estuve en un pasillo así, no salió bien. La chica de nombre desconocido y actitud de los mil demonios caminaba rápido, y aunque intentaba seguirle el paso, aún me dolían las costillas y otras partes del cuerpo que me dificultaban el proceso.
 

Llegamos a una especie de cuarto de limpieza, pero lo que me sorprendió fue el pasadizo secreto que estaba dentro, camuflado por los utensilios del conserje y los diferentes armarios del lugar. Bajamos unas escaleras que para mi sorpresa, no tenían polvo....
 

Es decir, en las películas los pasadizos secretos siempre parecen descuidados y antiguos, pero este no, aquí todo estaba impecable y en buenas condiciones, pero esto no me da buena pinta, lo que me hace pensar que algo anda mal, con esta gente siempre hay algo mal.
 

Cuando llegamos a la planta baja, lo que ví me dejó más impactada aún, era una especie de laboratorio, y habían unas 30 reclusas aquí debajo, todas trabajando en lo que supuse era como una mini fábrica de droga y sustancias ilícitas. Ya no solo llevaban el uniforme naranja de la prisión, también tenían guantes, gafas científicas de las utilizadas al hacer experimentos, y utilizaban equipos industriales, microscopios, etc,. Enserio tenían un laboratorio de droga dentro de un cuarto de limpieza, por todas partes estaba inundado de ese polvito blanco que en ocasiones te daba un poco de paz, era difícil no reconocerlo, es el mismo polvo que casi me mata meses atrás, pero no esta vez, no había manera de que vuelva a recurrir a la cocaína para desconectar mi mente de la realidad por un rato, cuando lo intenté no acabó bien, esa maldita droga casi acaba conmigo. No me percaté de que ya no tenía a la chica cerca, hasta que vi llegar a un hombre más alto que yo, con un físico bien cuidado, pero igual con esa aura peligrosa que ví antes en mi pasado e igual en la chica desconocida.
 



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En el texto hay: muerte, cazador, cautiverio

Editado: 02.12.2021

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