Capítulo tres: Familiar
4 de enero del 2000.
Casa Rodríguez.
Nora en la espera de que sus padres invitarán a Juan a quedarse a dormir, pensó que eso sería lo mejor que podría suceder en aquella noche y decidió alejarse un poco de sus padres y su novio por un par de horas, hasta que ellos le den la oportunidad al joven Juan.
Ella necesitaba que sus padres le den la oportunidad a Juan, necesitaba saber que ellos querían al hombre que pasaría toda la vida con su pequeña hija. Nora estaba segura en que amaba a Juan, lo deseaba de un modo único y pensaba que él sería el padre perfecto para los pequeños que tendrían en un futuro.
Pensar en bebés, no era lo más adecuado en ese momento y Nora lo sabía. Ella era demasiado joven para pensar en ese tipo de cosas, eso debería pensarlo en un futuro muy lejano. Todavía no se podía poner a pensar en aquellas cosas de la vida, pero ya tendría mucho tiempo para esas cosas.
La joven se levantó de la cama con un libro en mano, sus manos eran relativamente pequeñas, pero aún así le gustaba aquello. Ella amaba la lectura más que a cualquier cosa en su vida.
Su rostro poseía una gran sonrisa de felicidad, ya que ese día había leído un mensaje de su mejor amigo de la infancia y aquello le alegraba, por fin él había dado noticias de su largo viaje y para Nora las noticias eran más que fantásticas.
El solo hecho de recordar todo lo que había vivido con su mejor amigo le producía una gran alegría interna. Por varios años no lo volvió a ver, pero en ese momento que él se había mudado nuevamente a la casa de sus padres, las cosas cambiaron rotundamente, y para ser exactos, cambió para mejor.
Observó con atención la tapa de ese libro; el forro que poseía era una hermosa imagen de una pareja dándose un tierno beso en sus labios, se lo había regalado su novio en el primer mes que pasaban juntos, mientras que Nora al joven Juan le había entregado una pequeña carta donde expresaba todos sus sentimientos por aquel hombre. Por un momento, pensó que quizás aquello era demasiado cursi, hasta un poco cliché, pero dentro de su corazón sabía que todo lo que sentía y quería estaba expresado en esas líneas.
Se dirigió hacia el comedor con su ceño fruncido y tomó asiento sobre uno de los sillones que se encontraban allí, perfectos para el momento, la joven rubia se sentía completamente cómoda y feliz con la situación. En ese momento, se sintió completamente sola, pero por un lado aquello le gustaba, necesitaba tener ese pequeño tiempo a solas con ella misma.
Nora estaba pasando por un proceso del cual no podría dar marcha atrás, ella tenía que hacer las cosas de un modo correcto y no mirar hacia atrás luego de dar aquel paso tan importante de su vida. Ella tan solo era una niña, pero eso no era lo importante, ya que todos fueron niños alguna vez y ese tiempo pasa.
Había oído comentarios sobre Juan, muchas veces oyó comentarios indebidos de su novio y muchas otras veces los comentarios eran buenos y delicados, demasiados comentarios, comentarios buenos (en ese momento en específico) y que realmente esperaba que fueran ciertos; la esperanza se reanuda al saber que esos comentarios podrían ser verdaderos.
A Nora, ya no le importaba demasiado el crimen que había ocurrido cerca de su casa, ahora ella no dejaba de pensar en ningún momento en aquellos comentarios sobre su novio. Ella quería hacer caso omiso a los comentarios malos y despectivos, pero sabía que no podía hacerlo. A ella le costaba demasiado asimilar que su novio, quizás no era lo que ella soñó para su vida.
Según su madre, próximamente Juan le pediría matrimonio, Nora aún era muy joven y se encontraba pensando la respuesta que le daría a su novio cuando eso sucediera. Quizás eso le lleve unos minutos, quizás años o más. Nora no sabía cómo se o iba a proponer su novio, pero de igual manera, ella debía pensar con detenimiento lo que le iba a responder a Juan.
Nora no era como las otras chicas de diecinueve años, muchas a su edad aún jugaban con muñecas o andaban por la vida sin saber que hacer, ella era diferente y ella estaba esperando con ansias que su novio Juan le pida matrimonio.
Ella ya se encontraba capaz de hacer su propia familia, sabía bien que eso era lo que deseaba y con quien lo deseaba. Sabía bien que su padre no quería que la situación se lleve a cabo, pero ella era la persona con la que Juan se casaría, no su padre y por aquella simple razón ella sería quien dé una respuesta a su novio y no su padre.
El simple hecho de tener diecinueve años la ponía en un lugar no agradable para la sociedad si decía que sí al casamiento con un hombre mayor. Evidentemente, aquello no estaba bien visto para la sociedad, al menos eso era lo que pensaba en ese momento.
Se oyó un pequeño estruendo que despertó a la joven de sus pensamientos; el ruido provino de la habitación de Nora, entonces ella no tardó en levantarse del sofá casi de un salto y se acercó inmediatamente hacia donde se encontraba su novio, se había caído de la cama.
Eso a ella no le pareció para nada gracioso, pero cuando vio que él no comprendía la razón o el simple hecho de estar en el suelo no pudo aguantar la risa, parecía un pequeño tomate, hasta que estalló con una fuerte carcajada sonora.
Juan se veía completamente confundido por lo que estaba sucediendo y por un lado se veía demasiado comprensible, pero la risa de la joven no le agradó en lo absoluto, no le gustó para nada que su futura esposa se riera por haber caído de la cama por un sueño demasiado aventurero.
Nora, en ningún momento le preguntó acerca de su sueño, pero sí sobre su estado de salud.
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Editado: 12.03.2020