"S I N F I N"
Ella me miró de reojo.
Apreté mis puños y la seguí con la mirada penetrante.
No sé si dejar mi vaso sin terminar sobre la mesa y seguirla, o hacerme el desinteresado (algo que desde ya hacía mucho tiempo era incapaz de hacer).
Me quedé quieto cuando la vi siendo tomada por las manos de alguien más.
Que afortunado, que injusticia.
Volví mi espalda sobre el respaldo frío de la silla de madera vieja, y me pregunté ¿A cuántos hombres cobardes ha sostenido hasta hoy?
Apreté mis dientes una vez más al verla irse escoltada por alguien que no la merecía. Por alguien que llevaba los dedos cruzados en la espalda desde ya hacía mucho tiempo atrás.
Tomé el resto de mi cerveza y arrojé el vaso de vidrio al suelo, haciendo que cientos de pedazos volaran... Sí, rogué que uno me cortara, que me hiciera recordar el dolor físico y no el emocional.
Miré los vidrios y luego a la gente que decoraban el bar con sus miradas hacia mí.
Me detuve al frente del barman y sin decir nada, pagué por mi trago y por el vaso roto.
No hicieron falta mis palabras, él ya conocía la historia de mi maltratado corazón, él sabía del vacío que vivía en mí.
Salí afuera y ajusté el cuello de mi abrigo al sentir una correntada de aire frío que golpeó mi nariz.
Y allí los vi caminando de espaldas, casi desapareciendo entre la niebla de la noche.
Enojado me fui hasta mi casa, y me prometí no verla más. Olvidarla, enterrarla tan profundo para que no sea capaz de envenenarme con sus recuerdos.
Idiota que todavía siguía cayendo en sus trampas, estaba perdido en un sinfín.