Ashlymm.
—¿Qué paso contigo? ¿Por qué saliste así?
—Dragosh creo que me estoy volviendo loco, me pareció escuchar algo en los jardines y fui a revisar.
—¿Los de La princesa Lautaf? —Inquiere Dragosh cambiando su postura relajada por una rígida y alerta, un claro aviso de que está listo para irlos a revisar el mismo si es necesario.
-—Sí por eso salí disparado para allá... Juraría que la sentí, esa aura especial que los rodea a ella y sus hermanos. Estoy casi seguro que percibí su dulce esencia. —Termino la oración en mi mente.
—¿Crees que Asier llego antes y quiso colarse por su ventana? —Comenta con la mirada perdida como si estuviese calibrando que pasos dar. Si ir directamente a la habitación de ella y sacar volando al "príncipe" o solo pasar de nuevo por el jardín y revisar. —O tal vez el erudito por fin se puso los pantalones e hizo un movimiento.
—Ninguno de los dos tienes las agallas para hacer algo así. —No pude evitar el tono de borde con el que salió mi voz.
—Vamos y demos un inofensivo paseo por el ala norte, seguro que a Bou no le molesta. —Me dice sabiendo que estaba pensando en lo mismo. Total, no tiene nada que ver que ahi estén los aposentos de los príncipes.
Los trillizos son los hijos que se negó a tener por servirle a la Reina Agnes, prefirió su lealtad a quedarse y buscar un amor que le sería arrebatado con el tiempo en su tierra. Todo por una injusta ley con la que los de su mundo vivían.
Así que luego de perder a su padre intentando llegar a Xion, el pequeño soldado de piel gruesa, tono ocre y ojos dorados no quiso saber del mundo fuera de lo que la presencia de la emperatriz y sus hijos abarcaba. Aunque es tentadora la idea, debo declinar. Dudo que me conforme con solo pasar y no cerciorarme personalmente que están todos en sus habitaciones y solos.
Los hermanos son lo mas importante para nosotros y no creo tolerar que cualquier imbécil este intentado acoplarse con ella.
—Me iré a dormir, tal vez exagere —Trato de disuadirlo.
—No lo sé, con los últimos ataques y el rey no queriendo informar a los trillizos de lo que está sucediendo. ¿Y si van a por ellos?, ¿y si se enteran de una manera desagradable y eso les hace más daño? Me preocupa que salgan heridos, cuando todo eso se ha podido evitar —Se pasa una mano por el rostro. Hastiado.— No entenderías, yo los adiestre, los guie... —Se calla y resopla molesto.
Ahí ya me perdió, sé que para unos es solo el deber (Cuidar de su emperatriz), un trabajo que cumplen con gran esmero y lealtad, pero para los otros que los han visto crecer, el deber creo una alianza, un vínculo con sentimientos que se suponen no deben tener.
Temen por ellos como familia, la lealtad que reciben es inquebrantable. Lo sé de primera mano, no hay nada que yo mismo no haría por ellos. Aunque no lleve con ellos tanto tiempo juntos como los demás caballeros.
—Confiaré en Bou esta noche, estoy molido— Le digo y me encamino a mi habitación, volteo a verlo y como supuse, él se fue directo a reunirse con Bou.
Hago unas cuantas paradas antes de ir a mi habitación, me encuentro con Cross, el mayordomo real, quien me informa que debo de reunirme con el Rey Naun mañana a primera hora. Con eso en mente llego a mi habitación y al abrir la puerta me quedo petrificado en el umbral.
—¿Todo bien hermano? –Me pregunta Faol a mis espaldas.
—Sí, sí, solo que creí haber olvidado algo, ya lo recordaré. —Le respondo entrando en la habitación detallo todo, pero no veo nada fuera de lugar.
Salvo ese olor, ese olor que se empeña a perseguirme, ese olor, dulce, intenso, embriagador, es como la marca registrada de cierta princesa. No pude aguantar. La curiosidad me gano, reuní la energía, que no tengo permitido hablarle y me vuelvo invisible.
No puedo durar mucho en este estado, pero tendrá que ser suficiente para verificar que todo esté bien. Corro tan rápido como la luz. Tomo un poco de impulso y salto para aterrizar sin mayor esfuerzo en su balcón. Sé que la inocencia y la seguridad que le brinda su hogar le permiten dormir con las puertas abiertas, me aprovecho de ello para colarme.
Cuido mucho donde piso cuando entro. Laban monitorea la habitación y no puedo arriesgarme a que note el más mínimo de los cambios. Conociéndolo, si nota algo extraño se empeñaría a buscar y los encontraría.
Paso detrás del Biombo que cubre la entrada a su armario y la veo, un pequeño bulto bajo la manta y los cojines con los que le gusta dormir a su alrededor en esa cama tamaño King. Doy un paso atrás para salir sobre mis pisadas y repetir el proceso con los chicos, me tropiezo con algo en el suelo que no había detallado.
Me agacho para ver que es y me sorprende ver la ropa que usaba, empapada tirada a la entrada de su armario. Como si decidiera desvestirse aquí para no mojar nada dentro. ¿Cuál fue la ultima actividad en su agenda? ¿por que termino empapada?
Un pequeño ruido llama mi atención y me tenso al ver que al balcón llego Shabdiz el Shades de Lautaf. Debió sentir mi presencia y viene a ver que su señora está bien.
Odio a esa bestia.
Como su dueña, es feliz complicando mi vida. Salgo para encontrarme con el Shades- Curiosamente el tormento no está. Decidió darme un poco de paz y dejarme salir sin más, me paro en la baranda listo para saltar, cuando el engendro se hace corpóreo, provocándome un susto de muerte. Al aparecer a escasos centímetros de mí rostro.
—Solo soy yo. Estaba revisando, vale.
Le susurro al Shades. Aunque sus ojos son dos pozos negros, los siento clavados en mí. Meditando si comerme o no. Puede que sea invisible, pero él ve con detalle el aura de mi energía y eso es todo lo que necesita para poder atacar. Si quiere dejarme hecho un cascarón arrugado, puede hacerlo teniéndome tan cerca.
Espero que no, porque si es así. Estoy jodido. No podré reaccionar a tiempo.
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Editado: 26.09.2021