Creador de Espías

1ra Parte Bokknet

1

Huang, el brillante

Shanghai, China.

 

            La luz del monitor apenas iluminaba su cara y parte de sus manos. A pesar de que estaba en su área de trabajo, un ambiente de última tecnología  libre de hackers y miradas de personas sin autorización, no quería correr riesgos. La luz de la oficina podría llamar la atención de alguien inadecuado… Podía haber cámaras internas que él o hasta sus superiores desconocieran. Podían pasar muchas cosas. Esa desconfianza natural y cuidado en los detalles eran dos de las razones por las que lo habían seleccionado. Irónico: por esas mismas cualidades ahora espiaba a su empleador, el gobierno chino.

           Huang revisó de nuevo las fotografías que estaba publicando en Google Maps. Supuestamente, parte del trabajo de su equipo. Pero también la forma de enviar la información a quien le pagaba: en las imágenes encriptaba los archivos. Colocaba la información  a la vista del mundo —y eso le divertía—, pero sólo sus clientes sabían que estaban ahí y tenían las llaves para liberarla.

            Huang dirigía una sección del gobierno que analizaba las corrientes de opinión en la web y luego generaba estrategias comunicacionales para modificarlas. En ese momento debía crear opinión en pro de la anexión de Taiwán, el reconocimiento de las Islas Spratly como parte de China —a pesar de que La Haya había descalificado su participación en el arbitraje internacional que se mantenía sobre ellas—  y, al final, el reconocimiento de todo el Mar de China Meridional como aguas territoriales de su nación.  Lo hacía a través de medios reconocidos, Chatbots en las redes sociales, blogs, wikipedia, revistas de arqueología, etcétera. Y a él se le había ocurrido utilizar las herramientas de los grandes buscadores y de Google para completar la tarea. Gracias a él, si buscabas información sobre Taiwán, Las Islas Paracel —sobres las cuales ya habían ganado un arbitraje— o Las Islas Spratly, los primeros resultados de la búsqueda en la web te enviaban a páginas que hablaban de estos sitios como parte de China o apoyaban este hecho. Si buscabas en Google Maps, te aparecía China directamente. Por diversión, en los sitios importantes de Taiwán había colocado fotos ligeramente retocadas con símbolos y mensajes de apoyo a la integración de Taiwán con China.

            Entró al mundo del espionaje una vez que revisaba en Google Maps las fotos y reseñas que su equipo había manipulado y colocado, como si fueran colaboradores inocentes que residían o visitaban esos sitios que China quería. Pero en su revisión había descubierto Imágenes de China continental que estaban tratadas con esteganografia. Se sorprendió. Inmediatamente pensó que alguien usaba su estrategia contra ellos. Pero vio que las imágenes no eran retocadas o falseaban los sitios de China que representaban. Sólo incluía un archivo oculto a los usuarios de la web. Una herramienta que muchas veces usan los hackers para dejar troyanos en los equipos de quienes inocentemente descargan la imagen.

            El archivo en las imágenes ni siquiera estaba encriptado. Sólo estaba comprimido y requería una contraseña.

           No tardo mucho en descifrar la contraseña y descubrir que en el archivo oculto no había nada importante ni peligroso. Sólo parecía alguien jugando, tratando establecer comunicación.

            En ese momento había decidido publicar una  nueva imagen en el mismo sitio e incluir un archivo  con una encriptación y una llave sencilla, relacionada con la foto, para ver si la persona conocía sobre el tema.

            Al siguiente día una nueva imagen había apareció publicada, también con un archivo encriptado y una respuesta.

             Así empezó un juego inofensivo que lo llevó a establecer relaciones con su nuevo empleador. La Compañía, lo llamaba. Aunque no sabía si era tal o algún gobierno. Y no le importaba. Lo importante era el riesgo del juego; el pago en criptomodedas, imposible de ser detectado, y sobre todo crear relaciones con alguien que, a futuro, pudiera ser un aliado. Huang estaba explorando.

            Al terminar de revisar las imágenes y autorizar su publicación, se rió como niño travieso. Miró hacia los lados como reacción natural para descubrir si él era el espiado, aunque sabía que el mayor riesgo de ser descubierto estaba en la data y no en esa habitación.

2

Creando un espía

Barrio El Carmen, Valencia, España.

 

            Enrique amaneció a las 9:30 de la mañana.

            «Joder, otra vez», se reclamó y se puso a la defensiva. Había planificado levantarse temprano, para iniciar una rutina de yoga y empezar un trabajo largamente  postergado, pero no se había despertado.

           La noche anterior la había pasado en la casa de unos amigos venezolanos que estaban celebrando algún hecho importante ocurrido en su país. Y muy tarde había salido con Jorge a algún sitio que ni siquiera recordaba.

           Sabía que era imperioso llegar al baño para poder ducharse, despertar completamente y arrancar el día. La labor era titánica. Cada segundo encontraba infinitas razones para no hacerlo… Y unos segunditos más no harían gran diferencia.




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