Capítulo 1: La llegada inesperada
El sol ardiente del desierto pintaba sombras alargadas sobre el polvoriento suelo cuando el viejo Ford pick-up cruzó la frontera. María, con sus manos firmemente aferradas al volante, observaba con atención el paisaje árido que se extendía frente a ella. Había hecho este viaje muchas veces antes, pero esta vez algo se sentía diferente.
“¿Estás segura de que es una buena idea, María?” preguntó su compañero de viaje, Miguel, con un tono de preocupación en su voz.
María desvió la mirada de la carretera por un momento y le sonrió. “Sí, Miguel. Tenemos que hacerlo. Es la única forma de averiguar la verdad sobre lo que está sucediendo en el pueblo.”
Miguel asintió en silencio, sabiendo que no podría disuadir a María de su determinación. Habían escuchado rumores sobre actividades sospechosas en el pequeño pueblo fronterizo donde habían crecido, y María estaba decidida a investigar por sí misma.
Al llegar al pueblo, fueron recibidos por miradas curiosas de los pocos lugareños que estaban en la calle principal. María estacionó el pick-up frente a la vieja tienda de abarrotes y ambos bajaron del vehículo.
“¿Qué planeas hacer primero?” preguntó Miguel, ajustando su sombrero para protegerse del sol abrasador.
“Voy a hablar con algunos de los lugareños. Tal vez puedan decirnos algo más sobre lo que está sucediendo aquí”, respondió María, con determinación en su voz.
Se dirigieron hacia un grupo de hombres que estaban charlando frente a la tienda y María se acercó con paso decidido.
“Disculpen, ¿podrían ayudarnos con algo?” preguntó, tratando de parecer amigable.
Los hombres intercambiaron miradas nerviosas entre ellos antes de que uno de ellos, un anciano con el rostro curtido por el sol, respondiera con voz ronca: “Depende de qué necesiten, señorita.”
María les explicó brevemente su motivo para estar allí, mencionando los rumores sobre actividades ilegales en el pueblo. Los hombres intercambiaron miradas significativas entre ellos antes de que el anciano finalmente hablara.
“Lo siento, señorita, pero no sabemos de qué está hablando. Este es un pueblo tranquilo, no hay problemas aquí.”
María frunció el ceño, sintiendo que algo no encajaba. Antes de que pudiera preguntar más, un grito resonó desde el otro lado de la calle.
“¡Alguien ha sido asesinado!”
El corazón de María se detuvo por un momento mientras todos los presentes se dirigían hacia el lugar del crimen. Con paso decidido, María y Miguel siguieron a la multitud, preparados para enfrentar lo que fuera que encontraran en el pequeño pueblo fronterizo.
Capítulo 2: Sombras en el horizonte
La noticia del asesinato se extendió como un reguero de pólvora por el pueblo, y pronto la calle principal estaba abarrotada de curiosos que murmuraban entre ellos. María y Miguel se abrieron paso entre la multitud, ansiosos por obtener más información sobre lo que había sucedido.
Al llegar al lugar del crimen, se encontraron con un escenario caótico. La víctima, un hombre de mediana edad con el rostro desfigurado por la violencia, yacía en el suelo mientras un grupo de agentes de policía intentaba mantener a raya a la multitud.
María se acercó al agente más cercano y le mostró su identificación. “Soy periodista”, dijo. “¿Puedo hacerle algunas preguntas sobre lo que ha sucedido aquí?”
El agente la miró con desconfianza antes de asentir con la cabeza. “Está bien, pero no toquen nada”, advirtió.
Miguel y María observaron mientras el agente les explicaba lo que sabía sobre el crimen. La víctima se llamaba Juan García, un trabajador de la zona que había sido encontrado muerto por un transeúnte esa mañana. Hasta el momento, no tenían pistas sobre quién podría haber sido el responsable.
María frunció el ceño, pensativa. “¿Alguna idea de quién podría haber hecho esto?”, preguntó.
El agente se encogió de hombros. “No estoy seguro. Juan era un hombre tranquilo, no tenía enemigos conocidos.”
Miguel miró a su alrededor, notando la tensión en el aire. “Parece que hay algo más sucediendo aquí”, murmuró para sí mismo.
María asintió, de acuerdo con su evaluación. “Vamos a hablar con algunos de los lugareños. Tal vez alguien haya visto algo que pueda ayudarnos a resolver este crimen.”
Se alejaron del lugar del crimen y se dirigieron hacia la cantina local, donde esperaban encontrar a algunos de los residentes del pueblo dispuestos a hablar. Al entrar, fueron recibidos con miradas cautelosas por parte de los clientes habituales, pero María se acercó a la barra con determinación.
“¿Podríamos hacerte algunas preguntas sobre el asesinato de Juan García?” preguntó, dirigiéndose al dueño del establecimiento.
El hombre, un tipo fornido con una cicatriz en el rostro, la miró con recelo antes de asentir con la cabeza. “Supongo que sí, pero no sé mucho más de lo que ya has escuchado”, respondió.
Capítulo 3: El pueblo en silencio
La cantina estaba llena de hombres y mujeres que conversaban en voz baja, intercambiando miradas nerviosas mientras María y Miguel se acercaban a la barra. El dueño del establecimiento les indicó un rincón apartado donde podrían sentarse y hablar con más privacidad.
María y Miguel se sentaron, observando a su alrededor mientras el murmullo de la conversación llenaba la habitación. Era evidente que la noticia del asesinato había dejado a todos en el pueblo inquietos y preocupados.
“¿Crees que alguien aquí sabe algo sobre lo que sucedió?” preguntó Miguel en voz baja, inclinándose hacia María.
Ella frunció el ceño, pensativa. “Es posible. Pero parece que nadie está dispuesto a hablar.”
Decididos a obtener respuestas, se acercaron a un grupo de hombres que estaban sentados en una mesa cercana y les preguntaron si sabían algo sobre el asesinato de Juan García. Sin embargo, las respuestas que recibieron fueron vagas y evasivas.
#1398 en Novela contemporánea
#4735 en Otros
#845 en Acción
secretos ocultos, crimen y corrupcion, asecho en cada esquina
Editado: 09.05.2024