Cristales del alma y un tragaluz

Parte quince

171

Yo quisiera decir: te quiero, 

mas no puedo, me carcome mi pasado. 

Desearía yo no sentir que muero 

al promulgar fieles mentiras con mis labios.  

 

Y no puedo, me carcome mi horror, 

la vorágine del miedo me contiene; 

no puedo hablar, gritar, mi voz secó 

el manantial de verdades 

que a mi dolor sostiene. 

Y no sé más que callar, 

al escuchar silencios perturbantes  

en la agonía 

del sueño.  

 

172

Compartamos la luna, 

pan de la melancolía de amantes; 

compartamos la hambruna, 

el deseo asfixiante 

de pieles sobre pieles,  

de brillosos ojos de diamante.  

 

Compartamos la lluvia, 

vino de raíces amorosas, 

acongojante sensación de fusionarse 

hacia la tierra, junto a las hojas, 

envolviendo el aire  

con las manos y frentes sudorosas.  

 

Compartamos las estrellas, 

gránulos de sal sobre la sábana; 

cubriendo cuerpo sobre cuerpo, 

sangre sobre sangre derramada, 

amargura sobre labios ardorosos 

de amantes de fuego, 

de noches de agonía 

y amores presurosos 

por ser uno en el otro.  

 

 

173 

El susurro de las hojas 

Las hojas caen, desintegran, se mueren, 

se van en silencio, como velas y fuego; 

se extinguen ignoradas, en un sopor inmenso… 

Se van entre risas, y llantos, y juegos.  

 

Se va su inocencia, su color y su encanto; 

se van… se van solas, juntas, en su propio universo. 

Se van ignorantes, ¡tan tristes! ¡Y alegres! 

Se van y no sueñan, ni viven, ni quieren… 

 

El viento cruel las mece, las mata, 

las corta entre caos y bullicio, y silencios; 

las rompe en pedazos, cristales de fuego, 

las deja caer, las estrella en el suelo… 

 

Y ellas, alegres, caen susurrando; 

cada una danzando, gritando, cantando… 

Cada una en su peculiar y frágil sonata; 

cada una, entregando su amor a la nada.  

 

Y son esas hojas, tiradas al viento, 

frágiles almas amantes, silvestres; 

frágiles llantos alegres y ciertos, 

frágiles cantos de amores y hieles… 

 

Y son, esas almas, retratos perfectos, 

inocencias ganadas entre tristeza y quebranto; 

llantos marcados, por esperanzas infectos; 

son besos, y abrazos, y vidas, y amados… 

 

Son felicidad sostenida, y esclavos, 

son vida y muerte, soles y nubes. 

Pensamientos e ilusiones enterrados,  

colores, amores… Locos trastornados.  

 

Son felicidad, incompletas, o incluso en pedazos. 

Son hojas que lloran, 

viento que desgarra… 

Son toda una historia,  

un cruel pensamiento 

que nace en silencio desde el fondo del alma…  

 

174 

En esa eternidad… en esa eternidad tan del pasado, 

en esa obligación de amar y llorar, 

en ese amado corazón frustrado… 

 

En ese lugar reposan mis anhelos, 

en ese corazón triste y cansado, 

en esos ojos que yo nunca he observado, 

en ese cristalino muelle olvidado. 

 

Es en ese mundo, en ese sentimiento, 

en ese hombre muerto, o vivo, o simplemente perdido, 

en ese ser que aún no he conocido, 

o que tal vez ya he tocado e ignorado.  

 

¿Qué existe en ese ser que anhelo tanto? 

La verdad brutal de palabras sin adornos, 

la sinceridad y crudeza de su tacto, 

la amabilidad de enjugar mis penas y mi llanto. 

 

En ese ser ignorado y maldecido, 

en ese cúmulo de silencios agobiados, 

es en ese hombre, o quizá quimera, malnacido, 

donde todos mis secretos son clamados. 

 

Es en ese muerto, vivo, o desgraciado, 

en ese ser que es nada y sé que existe, 

es en ese monte de humanismo y sangre 

donde mis deseos se encuentran descansando.  

 

Es en ese ser, postrado ante sí mismo, 

o ante sus ideas, o ante sus demonios y existencia, 

es en ese ser donde yo veo mis cadenas, 

es en ese ser donde compartí mis penas.  

 

Tal vez sufre, tal vez vive y ríe, 

tal vez, caminos separados, llegue tarde. 

Tal vez incluso mis palabras y mi nombre, olvide, 

tal vez, incluso muerto y enterrado, me sonríe.  

 

Y ese simple hecho, sé que existe, 

que respira, o que quizá simplemente no lo hace. 

Que tal vez se mueve y que transpira, 

que quizá de entre el fuego, hoy renace. 

 

Pero en mi alma, sé que hubo; 

que en la eternidad se mueve, y en silencio; 

que él espera, o que vive, o que me ignora… 

Y tal saber es lo único que importa.  

 

175

El llanto de las Rosas furtivas

 

Las rosas lloran tristes esta noche 

en medio de tus cristales líquidos;  

¿quién pensara en que ellas 

tan bellas, tan puras, 

pudiesen tristeza derramar?  

 

Son rojizas las penas que gotean 

tras el líquido efímero salino;  

son blancuzcos los pétalos que lloran 

y oscuros los momentos que perdieron.  

 

Y ellas lloran, tristemente, tras la almohada 

de la bella durmiente orquidéa;  

y ellas brillan, en su cristalina pena, 



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En el texto hay: poesia, poesia versos, poesia triste

Editado: 22.05.2021

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