Crónica de las fronteras grises, libro 1: cocodrilo.

5-un sombrero extraño.

La bruja y águila ahora caminaban juntas, llegaron a un callejón en un extremo de la calle, pared a su derecha pared a su izquierda y frente a ellas una enorme lata de atún con el letrero -bar- en luz de neón, colocado en la parte más alta de la puerta.

-¿qué es este lugar?-preguntó águila a la bruja, responder esta pregunta era estar cerca de un año platicando una larga historia, pero para este caso solo hacía falta decir: es mejor que no sepas.

La lata de atún era un bar que le pertenecía en un principio a gato café, pero este desapareció dejándoselo a su mejor amigo: el cazador.

todo el exterior del bar estaba lleno de borrachos y malolientes gatos, duendes y demás criaturas extrañas, en todo lugar, ciudad pueblo o metrópoli, existe un lugar considerado como zona roja, en fronteras la lata de atún era la emisora de esta luz, hace tiempo bajo el mando de gato café, había sido un lugar limpio y familiar, orgullo de todo fronteras, pero gato café siendo un aventurero tenía que cumplir una promesa hecha hace tiempo en tierras lejanas, así que llamo a su amigo el cazador y todo tomo la forma que tiene ahora, muchos recuerdan aun la silueta delgada y orgullosa del gato café yendo hacia el otro lado de su bar, viendo el atardecer del mar de sal, eso es lo que los habitantes del barrio sin nombre cuentan, pero la verdad es muy diferente, nadie quiere recordar lo que pasó de verdad.

La bruja serpiente tomó suavemente del brazo a águila, que espantada y con algo de asco se negaba a poner un pie en ese callejón, cuando iban atravesando esa bola de gatos regados en el piso cual si fueran las víctimas de un choque entre dos trenes, estos poco a poco iban dándole el paso a bruja serpiente pues era muy temida y respetada en ese callejón, agazapados, los gatos (casi todos con botellas en las manos) miraban a el águila con gesto de asombro y algo de hambre.

Águila, mas espantada aun, miraba alrededor, tratando de caminar lo más rápido posible, de pronto sintió un calor en su costado, que la hizo calmarse, era la flama eterna.

la bruja serpiente empujo la puerta del bar, la música estridente e inentendible y las imágenes obscenas que mostraba este matadero, le dieron a el águila ganas de irse volando (si hubiera podido).

Al entrar toda la exquisita concurrencia guardó silencio, solo se escuchaba la música, la bruja caminó con paso tranquilo y águila por instinto se pegó a ella.

El establecimiento era demasiado amplio, de buena calidad a pesar de su exterior (aunque muy sucio).

El techo era muy amplio y tenía tres enormes candiles de vidrio muy hermosos separados entre sí como por cuatro metros, las mesas veinte en total, eran redondas y cabían cómodamente seis gatos en cada una, la barra estaba hasta el fondo, el pasillo que llevaba hasta ella tenía forma de zigzag y barandillas de madera impedían que los que estaban sentados en las mesas estorbaran a los que pasaban, este lugar había sido hermoso, pero la luz amarillenta de los candiles sucios, hacía que tuviera un aire enfermizo y algo maligno.

Mientras la bruja y águila caminaban hasta la barra atendida por un ciclope de cuatro brazos con mandil de cuero y calvo, todos los seres sentados o de pie no les quitaban la vista de encima, de pronto un gordo y horrible gato negro con una cicatriz donde debería estar su ojo izquierdo se lanzó sobre la pareja, águila cerro sus ojos por instinto, esperando recibir un impacto, pero solo le llego una leve corriente de aire, abrió los ojos lentamente y con algo de miedo, vio sorprendida que la bruja serpiente había detenido al gato en el aire, sonriendo y sin hacer el más leve movimiento, lanzó al gato al fondo del bar.

Este fue a estrellarse en el rincón cerca de la barra, al tambalearse las botellas en las repisas, el ciclope sin inmutarse, con sus brazos superiores las sostuvo, mientras que con las inferiores seguía limpiando su barra en la que llevaba dos horas tratando de quitar las manchas de sangre.

El gato negro estaba aturdido, la bruja al lanzarlo por los aires, no dejó de avanzar, así que cuando este se levantó, ya estaba frente a él.

Se miraron un instante, el gato negro empezó a reírse y todos los seres que habían estado viendo este espectáculo rieron también y regresaron a lo que estaban haciendo.

El gato negro abrazo a la bruja, quien soltó por un momento a águila, esta sin saber qué hacer, se recargó en la pared a su izquierda y casi cae de espaldas, se había apoyado en una puerta que no notó al entrar pues su posición la ocultaba de los que entraban al bar.

La bruja soltó al gato negro mientras este le decía:- creía que vendrías hasta la próxima semana, ¿ha mejorado el negocio?-, -no- contestó la bruja –ha pasado algo especial y necesito verlo, ¿podrás decirme si se encuentra?- la cara del gato negro se hizo rara, pues sus pelos se erizaron, contestó nervioso:- sí, pero yo no iré a molestarlo, el sapo se ha estado metiendo con él y ya te dije demasiado-ahora el antes feroz animal, parecía una espantada gelatina, la bruja serpiente se le acerco más y le dijo muy cerca de su cara, enderezándose sobre su cola, mientras el gato se pegaba a el rincón encogiéndose en sí mismo:-¿Cuántas cosas en este mundo conoces que me asusten?-.



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En el texto hay: animales antropomorficos, brujas, un cazador

Editado: 19.01.2019

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