Crónica de una Señora común

La espera

 

Por la tarde volvió a encender su computadora  y nuevamente se conectó a internet,  no podía entender por qué estaba nuevamente  allí,  pero en el fondo Andrea, esperaba que nuevamente Raúl le enviara un mensaje. Pasaron más de 15 minutos y nadie aparecía. Andrea,  comenzó a tranquilizarse  pensando que el bromista ya  había cumplido con su cuota de bromas y no la molestaría más, cuando el cucú,  rápidamente atrajo su mirada al monitor.  Si allí estaba nuevamente Raúl.

  1. Hola mi estimada Señora, como está Ud.
  2. Hola.  Contestó  tímidamente Andrea
  3. Uy, cuanta seriedad,  no hay un hola más alegre para este ciberamigo.
  4. Discúlpame Raúl,  pero sólo entré un minuto para consultar mi mail, ya salgo.   Eran todas mentiras, se había conectado esperando que él estuviera allí.
  5. Bueno si  molesto  me retiro,  sólo quería saludarla. Adiós Señora Andrea, que descanse ud.  muy bien esta noche.
  6. Gracias igualmente. Fue la respuesta de Andrea,  pero ella ya sabía que esa noche no  resultaría nada fácil conciliar el sueño.  ¿Quién era Raúl?  ¿Por qué  había entrado en su casa, en su vida, sin pedir permiso, así como un ladrón  robándole la calma?

¿Por qué?  Si  estaba acostumbrada a chatear con desconocidos, casi siempre con gente más joven que ella, con  mujeres y hombres de cualquier lugar del mundo. ¿Por qué? Esta comunicación la había puesto tan intranquila, ¿qué había en la voz de Raúl,  qué la perturbaba tanto?  No, no se lo podía explicar.

Ya era la hora de la cena,  y Andrea todavía no había pensado  que prepararía  de cenar. Ella había perdido el apetito. 

Cuando Claudio llegó,  la notó algo extraña, como ausente, tal vez estaba muy cansada, en realidad  había algo en ella, que él no podía llegar a descubrir.

Cenaron en silencio,  ninguno de los dos hizo ningún comentario. Se  podía sentir la respiración de cada uno de ellos.  Andrea algo agitada, como nerviosa,   Claudio  cansado,  fatigado, era  lógico después  de tantas horas de trabajo.

Con mucha lentitud levanto los platos de la mesa, y con mucha más  lentitud los lavó.

Cuando llegó a la cama;  Claudio   ya estaba dormido, con un sueño tranquilo y sereno.  Sin hacer mucho ruido se acostó  y trató de dormir.  Pasaron las horas y llego la mañana, allí estaba Andrea con sus grandes ojos marrones abiertos, con unas ojeras violeta que le daban a su rostro, aún juvenil, un aspecto macabro,  se veía en toda ella, su noche de  insomnio.

Claudio,  estaba duchándose cuando ella se levantó.  Fue a la cocina y  preparo el desayuno, no tenía apetito, su estómago estaba  bloqueado,  allí tenía una mano de acero que se lo apretaba fuerte,  muy fuerte, tanto que le dolía.

  1. Buenos días, que cara, no te sentís bien
  2. No, realmente no sé que me pasa,  me duele mucho el estómago
  3. Hace mucho,  que no vas a  un control médico.  Tendrías que ir.
  4. Si creo que esta tarde haré eso. Y nuevamente levanto con mucha lentitud  las tazas del desayuno.

Claudio la miró, muy extrañado,  Andrea jamás había actuado así, pensó - realmente se debe sentir muy mal,  no es la Andrea que yo conozco.

Claudio  tomó su saco, se acercó,  le dio un beso y le recordó –

 

  • Espero que está tarde vayas al médico, cuando vuelva,  quiero saber, 4                                   qué te pasa.
  1. Esta bien Claudio, iré  -  pero en realidad Andrea,  no pensaba ir al médico, ella sabía muy bien que le estaba sucediendo
  2. Bueno, luego te llamo para ver como seguís,  hasta luego
  3. Chau cariño;  aquí  estaré. 

 Buscó algunos  C.Ds.  Esos temas que a ella tanto le gustaban,   ahora tenía otro sentido, más profundo más real.

Fue hasta el equipo de música,   colocó los C.Ds., sus movimientos eran automáticos,  ni siquiera se dio cuenta cuando apretó play.  Luego sin pensarlo fue a la computadora  y la prendió,  colocó la clave de internet y allí se quedó con la mirada fija, esperando.

Esperando   - Esperando ¿qué?   Se  preguntó en voz alta.  Que era lo buscaba en ese monitor.  Sí, allí estaba,  a los 5 minutos de conectada  la lucecita  intermitente y   el cucú  hicieron su aparición.

  1. Buenos días mi señora,  ¿cómo está Ud.? Esta  mañana.
  2. Muy  bien gracias.   Respondió sin titubear.
  3. Me alegro mucho,  sabe que anoche soñé con Ud.
  4. A sí,  no me digas,  yo no,  dormí toda la noche como un angelito. - Por qué estaba mintiendo,  por qué no le decía la verdad, que no estaba bien, que no había dormido en toda la noche.  Cuál era el motivo que la llevaba a mentir, a estar sentada allí frente al monitor.
  5. Cuanto me alegro por Ud. señora.  Yo desperté del sueño  y  ya no pude volver a dormir, sólo pensaba en Ud.
  6. ¿Y por qué en mí?
  7. Porque Ud. ha logrado quitarme el sueño.
  8. ¿Sí? Si no me conoces, si jamás supiste de mí,  hasta ayer a la mañana.
  9. Yo sabia que algún  día la iba a encontrar y como soy muy paciente.
  10. Oh,  que bien,  de modo que vos me estabas buscando y yo ni enterada.
  11. Te puedo llamar por teléfono ahora, ¿estás sola?
  12. Ni se te ocurra, si estoy sola pero no pienso atender.
  13. Bueno esta bien,  si no vas a atenderme,  no te llamo.    Pero no pasaron 2 segundos que la chicharra del teléfono,  nuevamente logró asustarla.
  14. Hola mi dulce, no se enoje y no me corte por favor.
  15. Hola,   por qué llamaste, si te pedí que no lo hicieras.
  16. Porque quería escuchar tu dulce voz,   sentir tu respiración muy cerca mío.
  17. Por favor no sigamos con este juego,  que no me resulta nada gracioso ni de buen gusto.
  18. Esto no es un juego mi dulce. Sé que sos la mujer que siempre soñé, la mujer   que busqué en un millón de sitios.
  19. Esto es ridículo,   no nos conocemos,  no puedes decir que soy la mujer de tu vida, así porque sí.
  20. Tan solo te pido que seas mi amiga, que me escuches, por favor te lo suplico.
  21. No,  no puedo escucharte, no quiero escucharte. -  Y cortó rápidamente el teléfono.  ¿Pero qué tenía esa voz, que no la dejaba razonar,  qué la confundía,  que provocaba en ella algo que ya tenía olvidado?  Sí,  sentía que todo su cuerpo se estremecía, un frío helado y un cosquilleo corrían   por su espalda;  sí, esa rara sensación  ese extraño deseo, era sentirse mujer.  Si mujer, como hacia mucho tiempo no se sentía;  ese  hombre, ese desconocido había logrado revivir emociones que ya tenía olvidadas. Fue al baño y lavó su cara con agua fría.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.