Los inviernos en la ciudad cada año aumentan su crudeza, tanto que Merle entre temblores se arrepentía de su decisión de salir al tejado, pero el solo recordar el rostro de su familia la convencía de que su pequeño escape había sido acertado, pues muchas veces solo compartir el mismo espacio con ellos la exasperaba, en esos momentos lo mejor era disfrutar de un cigarrillo bajo las estrellas.
Ella sonrió al ver el cigarro sucio de labial y resoplo dejando escapar el grisáceo humo por su nariz, con la misma rapidez con la que apareció esa sonrisa se borró, siendo remplazada por un gesto de desesperación, para Merle estar en esa casa era doloroso, no porque se arrepintiera, si no por tener que ver el rostro de su intransigente madre, esa mujer tenía muchas bendiciones, sus hijos las más grandes, Allen es el único varón y el abogado más exitoso del estado, Vitalia una joven vivaz a la que todo le sale bien, una mujer de negocios brillante, apunto de iniciar su propia familia y por último la primogénita, la magnificencia hecha mujer Malinka, una de esas personas que parecen ser las favoritas de Dios. Inteligente, grácil y bella, la joven promesa de la educación, la maestra que enorgullece al país, la madre y ama de casa a la que todas aspiran a ser.
Si la familia Fanen no tendría nada por lo cual sentirse avergonzada de no ser por Merle, la joven, bella, estúpida y previamente prometedora Merle. Ella no había podido llenar aquellas expectativas, sus hermanos habían dejado muy alta la vara. El vapor se escapó de sus labios mientras reía por sentirse tan patética.
-Feliz Navidad –dijo una dulce voz que acaricio su ser, Merle apago el cigarrillo de inmediato no quería dañar al neonato hijo de Malinka
-Feliz navidad – musito con desinterés - ¿No deberías estar dentro festejando y complaciendo a nuestra madre?
-Bueno Mer, para eso nació Vydia ella siempre complacerá a mi mama además tu eres más divertida- Ambas esbozaron una sonrisa
-Si soy la más divertida de todos, por eso mírame con mis millones de invitaciones a fiestas- su tono estaba argado de sarcasmo metiendo sus manos en los bolsillos de su desgastada chaqueta de cuero
Malinka rio débilmente – Además quería darte esto ella le extendió un fajo de dinero
-¡¿Qué te sucede?! ¡Ni loca! Toma tu dinero – ella le devolvió el dinero – no puedo
-Si puedes – replico insistente, ella le coloco el efectivo entre las manos y luego las estrecho, sus ojos comenzaban a ponerse cristalinos
-Malinka – susurro
-Merle déjame ayudarte, yo sé muy bien que has estado sufriendo por dinero
-Malinka – dijo con cierta molestia – puedo mantenerme yo sola no soy una jodida niña y no necesito caridad
- No es caridad, es asegurarme de que mi hermana más querida este bien y no tenga preocupaciones
-Eres imposible – soltó exasperada
-Velo como ahorrarle problemas a una embarazada
-Mierda – Le arrebato el fajo y lo guardo, su hermana sonrió con sincera dulzura, parecía otra estrella – Eres como un personaje de una novela de Austen
-Señorita Elizabeth Bennet aunque aprecio su sagacidad se nos requiere en la mesa
-Pensaba en algo como sensatez y sentimientos pero está bien jane.
Ambas rieron aunque por dentro Merle nuevamente sentía una pesadez deprimente apoderándose de ella, como Malinka podía ser pariente de ella, no merecía su bondad, era un desperdicio ser amable con ella, solo era un desperdicio, había echado a perder su vida.
-¿Estas bien?
-Si- Con una sonrisa falsa Merle callo su corazón nuevamente