Crónicas de Alathea Un cuento de amor nostálgico

1

El salón estaba prácticamente lleno, las jóvenes estilistas se paseaban presurosas de un lado a otro esforzándose para abastecer la cantidad de trabajo y el frio entumeciendo sus manos solo complicaba más la difícil labor.
-¿Disfrutaste las fiestas, cariño? – pregunto de manera afectuosa Janis cubriendo las canas de la señora Duvall 
-Bueno tanto como podría – su gesto la delataba así que prefirió concentrarse en cortar los húmedos cabellos castaños frente ella 
-Tus padres aun no te perdonan lo de la universidad ¿Cierto?
Glynne acomodo su rojizo pelo - ¿Cómo podrían? – Interrumpió sin ningún tacto – Años y años de notas perfectas, cuadros de honor, reconocimientos, diplomas y claro, una calificación prácticamente perfecta en el examen de ingreso más difícil, me sorprenda que puedan verla sin ahorcarla después de desechar algo así
-Gracias Glynne tan alentadora como siempre – La  pelirroja sonrió dejando ver sus aperlados dientes – no sabes que tan reconfortantes son tus palabras 
-Oye, ni siquiera mencione tu brillante carrera musical 
-Wow – dijo una clienta - ¿Quién pensaría que una estilista tiene tantos logros?
-No se equivoca, ¿Quién pensaría que alguien con tantos logros abandonaría para ser estilista?
Merle sonrió con esfuerzo, Glynne era su mejor amiga pero muchas veces por falta de prudencia solía decir las cosas que nadie desea escuchar.  Su mente comenzó a divagar.
Hacia un año de eso, con tan solo 20 años Merle se sentía completamente estancada, ya no podía más y el simple hecho de levantarse cada día la mataba. Así que un día de aquellos que cada vez que recuerdas sientes un vacío en el estómago, decidió que ya no podía dejar que Merle Fanen siguiera existiendo, era doloroso y horrible continuar con tan tortuosa existencia. El agua de la bañera se desbordaba inundando el piso del baño, acumulándose en un pequeño hueco, la indecisión había puesto el agua fría, su cuerpo temblaba de vez en cuando pero en su mano no había vacilación, la metálica hoja estaba ahí cada vez más peligrosamente cerca de su muñeca, además algunos recipientes naranjas flotaban junto a su cabello, le sorprendía no estar noqueada en ese instante, por lo que dijeron después su cuerpo tarda en procesar las medicinas, con su mente completamente en blanco no podía más que posar sus ojos negros en su muñeca deseando que todos sus asfixiantes sentimientos desaparecieran en una cortada, observaba con detalle aquel fino hilo azuloso bajo su blanquecina piel, parecía surreal que algo tan pequeño bastara para terminar con tu vida, trataba de hundirla  sin lugar dubitaciones pero su mente no paraba, quería darle fin dejar al fin de ser la Merle perfecta, romper un pozo de soberbia monotonía además si no lo lograba habría otra oportunidad este no era el primer intento.
-¡Maldición! – golpeo el agua, arrojando la navaja que apenas había logrado hacer un pequeño rasguño -¡¿Por qué?! – sollozo abrazando sus rodillas, escondiendo su rostro tratando de sentirse menos miserable 
Al despertar Merle decidió que no podía fingir mas, estaba rota ¿Por qué ocultarlo?

-¿Estas bien?
-Si solo soñaba despierta 
-Ten cuidado – dijo Glynne señalando sus manos, ella las miro estaban enrojecidas había estado sujetando las tijeras con mucha fuerza 
-Si claro – susurro 

No había mayor recompensa para un día así que ver caer el sol y poder voltear el letrero, además repartir el dinero. Merle sacudía los cabellos adheridos a su filipina con ayuda del bledo sonriendo autosuficiente recordándose que las preocupaciones de Malinka eran infundadas.
-Merle tu parte – Janis le entrego una buena cantidad de dinero, ella lo guardo inmediatamente –Y esto es tuyo Glynne 
-1700- chillo la pelirroja – si hice como 20 cortes hoy, ¿Cuánto ganaste tu Merle?
-2700
-Desgraciada si tú eres la más lenta, hoy tendrás que invitarme la cena
- no es mi culpa  que seas una impuntual
-maldita                
La castaña esbozó una sonrisa divertida, le encantaba recibir su paga era su adorado placer que le recordaba su autonomía, una prueba tangible de la felicidad que ella había cosechado para si.
- siempre lo miras como si fuera un tesoro, es solo dinero - Dijo Glynne mientras retocaba su maquillaje - Mataría por saber que pasa en esa cabeza tuya
-Lo miro así porque es un tesoro, no soy una despilfarradora como tu
- Tal vez deberías serlo no tendrás veintiuno por siempre 
- Solo el tiempo necesario 
-Eres simplemente - resoplo - única 
Merle río - si lo se

Los faroles alumbraban débilmente, las empedradas calles dejaban entrever una sombra aleatoria de vez en vez. El camino a casa frecuentemente evocaba en Merle la clase de recuerdos que nadie desea tener que revivir, por lo cual Glynne con su vivacidad resultaban una perfecta distracción. 
-Odio salir tarde las calles se ven tétricas - la joven entrelazo su brazo con el de Merle
- Es un suburbio, por dios- La castaña saco el humo de su cigarrillo - mira las casas no es la clase de lugar donde encuentras un cadáver 
-Los blancos ricos elitistas son los más perversos 
Merle río, la sensual lolita de Glynne siempre era segura hasta que llegaba la hora de salir, se escucho un débil tintineo, la pelirroja se sobresalto por un momento hasta que reconoció el origen del sonido.
-Vas a matarme del susto - Glynne rodó los ojos - Ven acá - Merle se le acerco y la pelirroja la atrajo contra si, se estiro un poco para tener acceso a su cuello, con gentileza toco el collar de su amiga y lo escondió bajo su blusa siendo cuidadosa de que sus dedos helados no tocaran a su amiga - Te lo he dicho mil veces, ya no vives con tus padres, guarda eso si no quieres que te lo quiten con un arma
Merle suspiro y lo observo, era un dije de extraña forma brillando en tonos lilas, rocaseos y morados en una espectacular cadena de oro, le reconfortaba verle de una extraña manera la hacia sentir calma además le recordaba el mundo que dejó atrás la persona que no era más.
-Es solo que me pone nostálgica y por eso me gusta verlo
-Si, eso es lindo o lo que sea pero oculta esa mierda cuando subas al tren
- No le digas mierda - Merle se tiro la colilla y la piso apagando el rojizo fulgor que aun soltaba - Me lo heredo mi abuela, ella lo llamaba "El lunario"
-¿Qué más te heredo un suéter feo?
-Estúpida - Merle se soltó el brazo y la empujo 
-Era un chiste - Su amiga sonrió y Merle sobreactuó su enfado  - Bien lo lamento
-Okey, con mi infinita benevolencia te perdono 
-Imbécil 
-¡Ja Ja! Que elegante
-Eres tan rara, muchas veces me pregunto ¿por qué soy tu amiga?
-Porque solo yo logro soportarte
-Eres intolerable - Glynne apretó las mejillas de su amiga 
Merle comenzó a flaquear y un momento de profundidad se apodero de ella -Algunas veces pienso ¿Si hice bien?
Glynne sonrió con amabilidad y comenzó a acariciarle - Sabés una vez leí que las mentes brillantes pocas veces son entendidas en su época o en su mundo 
-¿A qué te refieres?
-No lo sé, lo vi en una página motivacional de facebook
-¿Eres naturalmente inepta o tus padres eran primos?
-Ultima vez que trato de animarte - ella le dio una suave bofetada y Merle río sin cotrol.




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