Aquella mañana se levantó llena de energía, desayunó sola, como de costumbre, y se fue a la academia, iba algo tarde, así que no se encontró con Nesta por el camino, cuando llegó a clase agarró a su amiga del brazo para alejarla del resto de compañeros.
—Te veo bien —le dijo Nesta cuando estuvieron alejadas —¿has pasado buena noche?
—Sí, ya está todo bien.
—Ufff que alivio pensaba que te ibas a volver loca, como los de aquella película que vimos, no me acuerdo cómo se llamaba, pero por no dormir se transformaban en monstruos, ¿te acuerdas? —se rascó la barbilla pensativa.
—Mira que eres tonta —dijo riendo y golpeando a Nesta que también rio —y sí, me acuerdo a qué película te refieres.
—Vale, cuéntame, ¿qué tal ayer?
—Bien, estuvimos dando un paseo, merendamos en el bosque y poco más.
—¿Nada más?, venga cuéntame algo interesante.
A la mente de Cal vino el recuerdo de lo que realmente había ocurrido aquella tarde, seguía asustada y quería contárselo a alguien de confianza, pero le había prometido a Seth que no lo haría, y cumpliría su palabra.
—No pasó nada más, bueno nos encontramos con unos guardias que pensaba que nos iban a detener, pero no pasó nada.
—¿Guardias?
—Sí, debieron ir por lo del sihiri, pero no me enteré de nada de lo que había pasado —respondió Cal, tratando de salir del apuro.
—Entonces, ¿entre Seth y tú?
—No pasó nada.
—Mmmm creo que te creeré por ahora —alguien se acercó a las chicas, Nesta se giró a ver quién era —mira, parece que lo hemos invocado —mencionó Nesta mirando con algo de desprecio a Seth.
El chico sintió la mirada de las amigas sobre él, saludó a las chicas con la mano antes de llegar a su pupitre, depositar sus cosas en el suelo y acercarse a la en una esquina donde Cal había llevado a Nesta.
—Hola —saludó al llegar.
—Hola —respondieron las chicas.
—¿Cómo estás? —preguntó centrando toda su atención en Cal, a lo que Nesta respondió con una mirada no muy amigable hacia el chico.
—Ya bien, gracias.
El profesor entró al aula, todos los alumnos se sentaron en sus correspondientes pupitres, dando comienzo a la clase, las horas pasaron muy rápido para Cal, quien estuvo repasando en su cabeza todo lo que le había pasado últimamente, estaba tan inmersa en sus sin darse cuenta ya había llegado la última clase del día.
—¡Ya deberíais estar todos trabajando! —chilló el profesor, sacando a Cal de su embelesamiento.
Se levantó un pequeño barullo, provocado por el movimiento de alumnos, sillas y mesas, una vez se hubieron colocado, en la clase reinaron los susurros.
—Esta mañana me he pasado por la biblioteca y he encontrado todos estos libros que nos pueden ser de ayuda —dijo Nesta mientras sacaba sus adquisiciones de la mochila —¿habéis traído las fotos? —dijo mirando a Cal. La chica comenzó a temblar, era su tarea, pero con todos los acontecimientos recientes se le había olvidado revelarlas, por suerte para ella Seth sacó una bolsa de su mochila y miró a Cal.
—Las tengo aquí —mencionó el chico enseñando un sobre bastante lleno.
—Perfecto —dijo Nesta —pues vamos a empezar.
Se pusieron a trabajar colocando las fotos, ordenando la información y repartiéndose el trabajo. Estaban a punto de terminar, cuando un gran hombre entró en la clase, era de la guardia, se podía apreciar su posición por la gran armadura que portaba, era robusta y estaba bien pulida, totalmente plateada, con detalles dorados que dibujaban el escudo de armas de la familia real.
—Buenos días, tengo orden de llevar a Cal Morris a palacio, la reina reclama su presencia —anunció el hombre con voz ronca.
—Si cla… claro —tartamudeó el profesor —Cal por… por favor, ¿harías el favor de acompañar a este caballero? —la chica no recordaba que su profesor la hubiese hablado tan amablemente nunca.
Cal obedeció, se levantó y se acercó al hombre, notaba su corazón latiendo como un tambor, sus piernas temblando y como se formaba un nudo en su garganta.
El hombre le señaló la puerta y salió tras ella, ahí había otros dos guardias esperando, la guiaron hasta un coche, se montaron y condujeron hasta el palacio real. Era un edificio descomunal, totalmente blanco, pulcro y sobrio, con apenas decoraciones en la fachada, causaba respeto con solo mirarlo, bajaron del coche y la condujeron hacia una habitación.
Cal se quedó sola caminando por la estancia, admirando su belleza y a la vez pensando la razón por la cual la querría verla a ella, “tal vez sea por lo de Seth” pensó “no puede ser, si fuese eso, nos habrían detenido a ambos” la puerta se abrió, dando paso a una hermosa mujer, era evidentemente la reina.
—Buenas, tú debes de ser Cal, espero que hayas tenido un buen trayecto para llegar hasta aquí —saludó Rajni, era más alta de lo que hubiese imaginado, y muchísimo más hermosa de lo que parecía por televisión.
—Sss… Sí, buenos días —tartamudeó Cal, tratando de hacer una reverencia.