Crónicas de Anthir: Coronas y Corazones

Golpe Bajo

Los estandartes se acercaban por el horizonte y el símbolo del león y del árbol del saber flameaban en lo alto. Los cuernos empezaron a escucharse indicando el regreso de las tropas.

Los caballeros sabios y guardianes fueron a los estratos para dar la bienvenida a los aspirantes. Entre la muchedumbre, Miroth encontró a su aprendiz y, cuando lo vio, supo que algo andaba mal. Lucart siempre fue un joven alegre y lleno de energía, pero esta vez estaba apagado y con la mirada pérdida. Todos empezaron a aplaudirlos hasta que llegaron frente al estrato real.

—¡Sean bienvenidos valientes aspirantes! —señaló el rey sentado en su trono, luego tomó un ramo de uvas del plato de manjares que yacía sobre la tarima—. ¡Capitanes, al frente!

Lucart cabizbajo pasó al frente, levantó la mirada un tanto avergonzado y miró hacia la fila de hombre cuyas armaduras relucían con la luz del sol.

—En su presencia mi rey se encuentra Lucart, capitán de los Fenrirheim. Tres hombres desertaron, otros dos murieron a causa del envenenamiento y... otros veinte hombres a consecuencia de una lucha con los hombres salvajes de la tribu —expuso con decepción.

Todos los presentes se miraron al escuchar la declaración del joven capitán ya que se enfrentaron probablemente a unas de las situaciones más aterradoras y difíciles de salir con vida.

—Descríbenos el hecho joven.

Lucart empezó a relatar como los hombres con rostros pintados empezaron a salir de bajo de la tierra mientras gritaban palabras inentendibles. Luego describió la feroz y sanguinaria lucha que se desató en aquel funesto lugar y como sus compañeros con valentía lograron vencer al enemigo. Por último dedicó unas honorificas palabras al Capitán de los Lionstoner.

—No veo a dicho capitán Lucart —cuestionó el rey.

—Murió defendiéndome majestad. Cuando acabé con uno de los líderes, una poderosa ilusión se apodere de mí. La verdad… no conozco como funcionan esas cosas —dijo apretando los puños y luego hizo un gesto con las manos que dejó al descubierto su impotencia—. A consecuencia de eso, quede inmóvil, no podía ni siquiera pestañear. Si no fuese por el valiente capitán no estaría aquí hablando. Detuvo a un grupo de salvajes mientras yo seguía tirado en el polvoriento suelo mirando estupefacto como las espadas y lanzas atravesaban su cuerpo. De alguna manera logré recuperarme y pude acabar con el otro líder mientras los mis valerosos compañeros seguían blandiendo sus armas contra estos bastardos. Pagamos un alto precio, pero logramos sobrepasar el mismísimo infierno.

—Ya veo... —Narantriel se levantó y se dirigió al frente con las manos puestas hacia atrás—. Para superar algunas situaciones, a veces se requiere de mucho sacrificio. Recordaremos a cada uno de los hombres que dieron su vida por su tropa. Te prometo que no quedaran en el olvido muchacho.

—Que así sea mi Rey —añadió con voz baja.

—Bien, ahora que tenemos de vuelta a las cuatro tropas —dijo con los brazos extendidos y lo anunció—. ¡Realizaremos un festejo para distender el espíritu! Mis salutaciones a los Fenrirheim y los Lionstoner por culminar la primera etapa de las pruebas.

Todos se pusieron a aplaudir y a silbar por la prueba superada. En medio del bullicio, Lucart se retiró en silencio y se adentró al bosque. Subió en lo alto de un árbol y empezó a recordar aquel triste episodio, ya que nunca le había sucedido algo similar. Sentía que había decepcionado a Miroth, a sus compañeros pero, lo que más lo afligía, era que si no fuese por él, aquel valeroso hombre seguiría vivo. Lucart se dejó llevar por su imprudencia y lo pago caro, nunca sintió una derrota como la de ahora.

—Como pude caer de esa manera, como puede ser tan estúpido —se lamentó con rabia—. ¿Que fue ese poder? —chirrió los dientes.

—Baja del árbol —se escuchó la áspera voz.

—Vienes a regañarme —refunfuñó—. Ya sé que te he fallado.

—Te has enfrentado a la muerte. Es una situación del que pocos saldrían con vida.

Lucart bajó de lo alto de la copa y se dirigió ofuscado hacia Miroth.

—Hay algo que no nombre. Y eso es que fui salvado por el simple hecho de nombrar tu nombre.

—Habla claro joven, detesto los ruedos sin sentido.

—Cuando acabamos con esos malditos, nos volvimos a encontrar con otros miembros de la tribu. Estábamos a punto de lidiar otra lucha, pero entre aquellos salvajes había un brujo que se acercó y me dijo que tengo una especie de conexión con el plateado. Al decir que eras mi maestro, aquellos hombres que parecían demonios se escabulleron como si fuesen nada — empezó a caminar en círculos alrededor del guardián—. Ahora mi pregunta es… ¿Como un simple nombre pudo hacerles huir?



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En el texto hay: misterios, caballeros y espadas, guerras y pasiones

Editado: 09.11.2019

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