Crónicas de Gladius: Crucis

8. Obra

Eran cerca de las siete treinta de la tarde cuando la secretaría de Jeffrey le da aviso que la heredera de los Kontos acababa de llegar. Suspira para luego hacer una señal con su mano para que la hiciera pasar.  La gladius entra y cierra la puerta. Éste observaba la ciudad en su estado nocturno cuando puede ver en el reflejo que estaba siendo escrutado por su clienta. Un escalofrío recorre su espalda. Se gira para darle la bienvenida y señalar que se siente, pero Eara ya se había acomodado en el sitial de los clientes. Ésta le devuelve el saludo con una sonrisa fría. Le costaba tanto entender los rápidos movimientos que ellos tenían que no podía evitar sorprenderse. Se sienta en su silla para estudiarla por unos minutos, ese día llevaba un delicado vestido negro con una chaqueta coral con botones dorados, algo poco común.

—¿Qué decidieron? —Le pregunta seriamente.

—Aceptaron tú petición de llevarla a Roma. —Respira y se acomoda en el respaldo. —Con respecto a la carta con la decisión de Marc y Jane, envíe una de las copias hasta la oficina del cardenal Bergagno con una nota de que era la única que existía.

—Son dos copias. —Lo interrumpe.

—Son dos, pero preferí mantener en secreto la segunda, para que de esa manera pudieras tener una prueba de lo que te encomendaron en caso de que el documento desapareciera de alguna forma.

—Buen movimiento. ¿Qué más te dijeron?

—En cuanto tengan el documento, según me informaron, el Cardenal y su eminencia el Papa tomarán medidas.

—¿Les dijiste sobre mis dudas ante la petición de ellos dos?

—Sí, ante eso me ordenaron que te informe que lo hablarán contigo cuando llegues a Roma y que por mientras iban a reevaluar al gladius que habían escogido. En caso de que se decidiera que había alguien más adecuado y que esté dispuesto a iniciar el entrenamiento de Sarah te avisarán.

—Mmm… —Eara cavila en el gladius que pudieron haber enviado si ella no actuaba. — ¿Por casualidad sabes a quién estaban enviando?

—Lamentablemente no me dieron esa información y no pude averiguar mucho, porque el padre Friedman fue muy sigiloso a la hora de informar al gladius de su confianza.

—Supongo que tengo tiempo suficiente para esperar a que esa chica se estabilice y para no decirle bruscamente la verdad, lo cual sería bastante fuerte para alguien en su estado. —Medita mientras jugaba con sus pulgares.

—¿Dices que ella está inestable? A mí me parece que a pesar de la tragedia está controlada.

—Ja, ja, ja. —Se ríe suavemente. —Alguien como ella no deja que los demás se enteren de sus emociones. Solo personas muy especiales pueden tener acceso a su sentir, pero inclusive con un círculo de poder va a intentar que no se preocupen por ella. Es bastante serena para la edad que tiene.

—¿Cómo te diste cuenta de eso con sólo haberla visto una vez?

—Cuando la llevaste al Ritz note que era como sus padres. —Recuerda las veces que tuvo que estar bajo el tutelaje de los Crossrose. —Ese clan se ha caracterizado por muchas cosas, pero una de las más importantes es la de evitar mostrar sentimientos. Son reservados hasta con sus amigos más cercanos.

Jeffrey comienza a recordar la primera vez que le presentaron a la cabeza de la familia, Marc, quien tras la muerte de sus padres había evitado encontrarse con él. La razón que le entregó al tiempo después de conocerse fue que no confiaba del todo en su juicio como abogado. Sonríe ante la realidad de los Crossrose, quienes son temidos por esa magnifica habilidad de serenar sus emociones junto con la letalidad de sus movimientos. Para entonces era indiscutible que ella seguirá ese camino debido a su sangre.

—Aún recuerdo mi primera impresión de ellos dos, especialmente la de Marc. Reservados y fríos. Siempre me cuestionaba si ocultaban sus verdaderas formas.

—Como todos en Gladius. —El abogado asiente para sí mismo. —Los Crossrose por el bien del mundo y el equilibrio tienden a poner un velo sobre ellos por el bienestar de la misión. Por eso los que más los han comprendido son los que etiquetan de rebeldes. Nosotros también tendemos a hacer eso, pero no de un modo tan extremo.

El abogado se pone a cavilar la nueva información. Después de un momento agradece que ella le contara esas cosas, quizás de esa manera podría entenderlos mejor y trabajar de mejor manera para ellos. Además, piensa que la decisión de los padres de Sarah era realmente la adecuada, Eara la entendía y eso la hacía la mejor opción.

—¿Por qué la llevaste al Ritz entre todos los buenos restaurantes que hay en Londres? —Interrumpe sus pensamientos.

—Lo hice pensando en la pequeña opción de que aparecieras allí y ver cómo actuarías al tenerla cerca, es por eso por lo que te observaba constantemente.

—Que interesante plan tramaste, ¿actué como esperabas?

—Sí, la examinaste todo el tiempo. Pero debo reconocer que estaba esperando a que ella notara que la estabas observando.

—Nunca lo hubiese hecho. —Lo interrumpe. —Como cualquier gladius profesional soy capaz de ocultar mi presencia y esencia al nivel de que si hicieran una búsqueda de ellas no me encontrarán jamás.

—Entiendo.



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En el texto hay: fantasia, peleas epicas, iglesia y corrupcion

Editado: 19.02.2024

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