Crónicas de Gladius: Crucis

9. Verdad

Durante todo el camino va pensando en que había logrado ocultar su soledad y dolor, así que ahora podría sumirse en él libremente. Le paga al taxista, quien le iba a dar el cambio, pero ella no lo acepta por su nivel de urgencia de su refugio. Éste queda feliz y le desea la mejor de las suertes, lo que la deja cabizbaja. Antes de subir por la escalera respira profundamente y levanta la mirada al cielo, pero por más que quisiera no podía ver muchas estrellas. Saca la llave y abre la puerta, enciende la luz y cuando fue a desactivar la alarma nota que no la había puesto, pero algo más llama su atención. La casa estaba fría, por lo que va a dejar su bolso sobre la mesa del recibidor y va a la sala para ajustar la calefacción, estaba con la temperatura usual. Algo andaba mal. Entonces siente una helada brisa y al buscar su procedencia ve que las puertas de cristal del lado derecho de la escalera estaban abiertas de par en par, lo que dejo al descubierto que las luces del estudio estaban encendidas. Camina hasta el umbral para analizar el lugar.

En la biblioteca no había nada raro, solo la luz y la corriente que provenían de la oficina. Piensa en un ladrón, pero recuerda que era imposible por la zona donde estaba localizada la mansión. Después cavila que el día que sus amigos fueron pudieron entrar dejando la luz encendida y alguna ventana abierta. No obstante, no lograba convencerse. Se dirige cautelosamente hasta el lugar, donde se encuentra con la ventana abierta. La cierra y nota que la silla, que estaba detrás del escritorio, se estaba moviendo, pero estaba vacía. La detiene y revisa que no hubiera nada desordenado o que faltará.

Las acuarelas de su madre que estaban sobre el escritorio las había pintado unos días antes de partir a ese maldito viaje. Una lágrima se escapa de su ojo derecho, pero una voz femenina la asusta al pronunciar su nombre. Era una mujer hermosa, de cabello como el fuego y con unos ojos esmeraldas que la escudriñaban. La extraña le sonríe y le da la espalda para ir a sentarse a un sillón al lado de una mesita con una lámpara de porcelana. Cuando se sienta y la vuelve a observar se exalta. Busca algo para defenderse, el ambiente que se había creado era denso y peligro. Encuentra un abrecartas al lado del dibujo que había soltado bruscamente. Lo introduce dentro de su manga sin que la notara en tanto sostenían la mirada con la visitante. Mientras más la analizaba despertaba en ella la ferviente necesidad de defenderse.

—No deberías usar un abrecartas para defenderte. —Sarah se sorprende que lo notara en la poca luz que había y porque en ese momento ella no se fijaba más que en sus ojos. Suelta el abrecartas. —No debes temerme, si hubiese deseado matarte lo hubiera hecho en cualquier momento. Desde que saliste de casa, en la escuela o cuando fuiste al baño antes de la obra. —Sarah se queda helada y con la respiración a medio camino.

—¿Entonces qué es lo que quieres?

—Solo quiero hablar contigo.

—¿Hablar? — La aludida asiente.

—Es tiempo de presentarme, mi nombre es Eara Kontos y soy miembro de una organización secreta del Vaticano llamada Gladius. —Sarah recuerda cuando escuchó aquel nombre en la conversación de Jeffrey con el sacerdote y luego en la lectura del testamento. Algo no calzaba.

—¿Qué?... ¿Estás loca?... ¿Crees que voy a creer algo como eso? —Su voz era entrecortada. Para esos momentos ya se estaba alterando. —¿Qué quieres de mí? ¿Acaso quieres el dinero que heredé para tu organización?

—Lo que menos desearía es que el patrimonio Crossrose fuera a parar a manos del Vaticano. Quiero que entiendas que soy una gladius y que mi trabajo consta de cazar criaturas que amenazan la vida de los humanos.

—Estás loca.

—No lo estoy, esa es la realidad. —La observa. —De hecho, tus padres fueron gladius y me pidieron que te dijera la verdad sobre lo que eres en caso de que ellos no lo pudieran hacer. También debo llevarte a Roma para que inicies tu entrenamiento para convertirte en una más de Gladius.

Estaba tan atónita que no sabía que decir, todo le parecía imposible de creer. ¿Qué demonios es ese Gladius? ¿Por qué ella se hace llamar una gladius? El solo hecho de que sus padres también pertenecieran a esa organización podría ser una explicación para que aparecieran en el testamento. Para ella eso era ridículo.

—¿Llevarme a Roma? —Puede modular luego de unos minutos.

—Sí, allí está la sede central de Gladius.

—¿Qué demonios es Gladius? —Su voz sonaba más aguda.

—Como dije es una organización secreta del Vaticano, la cual nació en el siglo XIV y que en la actualidad está dirigida por la Congregación para la Doctrina de la Fe. La misión que tiene es proteger a la raza humana de aquellas criaturas oscuras que la amenacen y a la vez mantener el balance. Para llevar a cabo eso nos utilizan a nosotros los gladius.

—Es ridículo. ¿Cómo puedo creerte? ¿Proteger a los humanos? ¿Criaturas oscuras? ¿Acaso matan demonios o hadas? —Eara no dejaba de evaluar las expresiones de Sarah. Por el momento todo iba según su plan.

—No es ridículo. Tus padres, abuelos, bisabuelos y sucesivamente hasta llegar al que fundó tu familia, el primer Crossrose, cada uno de ellos fue un gladius. —Suspira. —Para que te quede más claro no cazamos solamente demonios, también eliminamos licántropos, ogros, hadas, y sucesivamente cualquier criatura mágica que se desvíe del camino.



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En el texto hay: fantasia, peleas epicas, iglesia y corrupcion

Editado: 19.02.2024

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