❈
Ambas jóvenes antes de partir se dirigen hasta una línea de correos y despacho internacional que estaba abierta a esa hora de la noche y que tenía un nombre conocido para Sarah, porque más de una vez le había escuchado a Wayne que un tío de él trabajaba allí. Ante el recuerdo de sus amigos se pone algo tensa, lo cual su acompañante nota. Una vez entregado el paquete las dos van hasta el vagón privado para emprender camino hasta la ciudad de Milán. Una vez acomodado todo el equipaje por parte de los trabajadores, Sarah se sienta y comienza a mirar por la ventana. Eara se dedica a preparar unas infusiones para permitir que la joven durmiera mejor. Pero había algo que molestaba a la cazadora, no entendía qué clase de sueños podían estar atormentando a la heredera de los Crossrose.
— Toma — Le entrega la taza con unas hierbas relajantes.
— Gracias. — La joven mira la taza y suspira levemente mientras Eara se sentaba en su asiento para leer su libro. — Me preguntaba si debía beber el medica… — Da una pequeña risa ante la idea de que lo que había estado bebiendo toda su vida era sangre. — Mejor dicho, la sangre. — Ante eso la cazadora la mira cálidamente.
— Sí, deberías beber. — Sarah asiente y sonríe levemente mientras jugaba con sus manos sobre su regazo.
Mientras la joven aún estaba dubitativa, la cazadora se dedica a tomar una pantalla táctil para pedir que fueran a fiscalizar sus boletos, ya que no quería que interrumpirán su descanso. Vuelve su vista hasta Sarah y piensa que esta vez le costaría más beber la sangre, ya que se había enterado de algo que para su parte humana era algo impensable. La cazadora piensa en el desafío que le tomaría cambiar esa esencia humana que desprendía y los pensamientos humanos que rondaban por su cabeza, eso sería un gran desafío para el maestro que asumiera la responsabilidad de ella. Entonces siente una punzada en su pecho, era como si la culpa se adueñara de ella. Para parar esos pensamientos se levanta y se dirige a sacar de una de las valijas de Sarah una de las botellas de sangre. Va hasta el bar y toma una copa, se vuelve a sentar y sirve la cantidad de sangre que debía beber. La joven huele el líquido rojo, esta vez el aroma era más concentrado y fuerte comparado a los otros. Antes de beberlo siente miedo ante lo que su cuerpo podría sentir ante el cambio, respira y para evitar un cambio de idea se la bebe de un sorbo. La sangre a los pocos segundos provoca que sintiera cierto escalofrío recorriendo su cuerpo, era como si su organismo hubiese sentido el cambio y se hubiera nutrido como una planta seca. A medida que pasaban los minutos comienza a percibir cosas que normalmente no podía: escuchar ruidos lejanos, oler con mayor claridad, su visión se hizo más nítida, puede sentir sabores distintos al respirar y su tacto se sensibiliza. Mientras trataba de procesar el cambio un dolor se empieza a expandir por su estómago.
— Estoy sintiendo dolor de estómago, ¿por qué sucede esto?
— Tus músculos y órganos se están nutriendo, pero como no estás acostumbrada a la sangre pura tu cuerpo reacciona con dolor de estómago.
— ¿Es normal que esté escuchando cosas lejanas?
— Sí, tus sentidos comenzaran a mostrarse como son en realidad. Es normal que puedas percibir cosas que usualmente no hacías.
— ¿Hasta cuándo sentiré este dolor? — El dolor se comienza a hacer más fuerte.
— Se pasará luego y es probable que se repita cuando bebas sangre nuevamente, pero con el tiempo ya no sentirás dolor y cuando tu organismo deje de actuar como el de un humano podrás subir la dosis.
— ¿Actuar? — Le pregunta mientras se tocaba el abdomen.
— Sí, por ejemplo, cuando dejes de tener un ciclo de sueño como el de un humano. Además, está el hecho de que desprendes un aroma a un humano. — Se detiene y medita ante la idea de cómo aprendió a desprender ese aroma.
— Entiendo. —Eara llena la copa con agua y se la extiende.
— Bebe agua, te hará sentir mejor. — La joven lo hace y de ese modo el color rojizo desaparece de la copa.
El agua logró disminuir el dolor estomacal, pero las punzadas eran fuertes de vez en cuando. En eso llega el hombre que revisa los boletos y papeles. Eara le extiende los dos pasajes y los papeles que le permitían sacar a Sarah de su país natal, luego ambas le pasan sus pasaportes. El trabajador al notar que todo estaba en orden les devuelve los documentos y pasa los pasajes por una máquina electrónica que los perfora y registra la serie del boleto. El hombre se retira y la cazadora ve su reloj, le informa a su acompañante que el tren saldría en cinco minutos. La joven Crossrose le consulta cuánto tardarán en llegar a Milán y la aludida le responde que unas pocas horas. Se quedan en silencio, pero es interrumpido por Eara quien le sugiere a la joven que se acomode en el sillón, que se convertía en cama, para que duerma cómodamente y recargue energías. Eara le sonríe cálidamente y la adolescente asiente aún con dolor.
Sarah se estaba tomando los últimos sorbos de té cuando el ferrocarril inicia su travesía fuera de la estación. Tras dejar su taza en la mesa se acomoda en el sillón cama. Se saca los zapatos para recostarse y se tapa con una manta gris. El efecto relajante de las hierbas y el cansancio del día hacen que su cuerpo se relaje por completo a pesar de los dolores. Mientras esperaba que la oscuridad la dominara piensa que las nuevas sensaciones que estaba experimentando eran parecidas a las que había tenido en el sueño de la ejecución. Respira profundamente y se acomoda para mirar la pared del vagón, la cual era de caoba. Cuando logra quedarse dormida tras unos breves minutos, Eara se levanta para cobijarla, ya que la frazada se había deslizado dejando descubierta la espalda. La admira un rato y luego vuelve a su asiento para ver a través de la ventana. Sus pensamientos y sentimientos chocaban entre ellos, realmente no sabía que debía hacer, necesitaba hablar con su compañero. Se sirve un poco más de té, bebe un poco para luego sacar una novela para pasar el rato. En eso su teléfono vibra, era Arne quien le enviaba un mensaje en donde le preguntaba la fecha en que llegaría a Roma y que su auto ya lo había retirado. Una tranquilidad la rodea por breves segundos. Le responde agradeciendo su acción y le señala que en tres días estaría en Roma. Recibe otro mensaje en donde Arne le señala que la estará esperando en su apartamento, lo cual le saca una sonrisa. Guarda el teléfono y continúa con su lectura.